Nota

Universidad Nacional de La Matanza - Instituto de Medios de Comunicación

16 de Julio de 2009 |

Aún se prefieren carreras universitarias tradicionales

A pesar que el mercado demanda profesionales en áreas técnicas y de negociación, abogacía, contaduría pública y medicina, entre otras, lideran el listado de las preferidas. Especialistas opinan sobre la elección de las carreras tradicionales como respuesta a un viejo prestigio social que hoy es sólo ficticio, la cuestión de la vocación en términos de construcción en la que influyen cuestiones culturales y mandatos familiares, la importancia de los talleres de orientación vocacional y el peso del factor económico. Entre otros datos, un informe de la Unesco reveló que Argentina encabeza el ranking con el 64% de jóvenes que siguen estudios terciarios y universitarios.

“¿Qué querés ser cuando seas grande?” La popular pregunta que se les hace a los más chiquitos se transforma en un abismo. A la hora de elegir, la mayor disyuntiva suele ser qué priorizar: la salida laboral o los gustos personales.

Este año, el 40 por ciento de los ingresantes al Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires eligieron carreras tradicionales como medicina, abogacía, contaduría pública o psicología. En tanto, en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), que no ofrece medicina ni psicología, el ranking fue liderado también por abogacía, aunque los inscriptos en ingeniería en informática ocuparon el segundo lugar, antes que la cantidad de aspirantes a contador público.

En coincidencia con esto, y en relación a los inscriptos de todo el país, la Coordinación de Investigaciones e Información Estadística (CIIE) de la secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de Nación destaca una importante ventaja para las ciencias sociales (con abogacía como la más elegida) y las carreras de salud (con medicina como segunda en el ranking nacional), frente al resto de las opciones. Entre las carreras no tradicionales, la única que concentra muchos aspirantes es informática.

“La elección de las carreras tradicionales tiene que ver con un viejo prestigio social que le asignaba la modernidad a esas profesiones y que se mantiene inconscientemente en los jóvenes de hoy”, explicó la psicopedagoga María Angélica Sandagorda. Este influjo hoy es sólo ficticio, debido a que el mercado está saturado de estos graduados y no hay suficiente demanda. Según el CIIE, el 56,7 por ciento de los ingresantes a universidades privadas de todo el país inicia sus estudios en carreras como medicina, abogacía, economía y administración, mientras que, en las instituciones públicas, esa cifra se eleva al 60 por ciento.

Otro dato es que los alumnos están más dispersos por las nuevas universidades de todo el país y no concentrados en la UBA: el CBC está recibiendo menos inscriptos por año y, entre 2003 y 2008, perdió poco más de 15.500 alumnos y, en 2008, se anotaron 55.479 aspirantes. En cambio, en la UNLaM, el número de ingresantes aumentó cada año. En 2008 se registró un total de 12.273 alumnos nuevos.

El mercado busca técnicos

La capacitación técnica es un factor decisivo a la hora de incorporar personal a las empresas. Esa es la principal conclusión a la que llegan las diferentes consultoras en recursos humanos del país, lo que desnuda que las carreras más elegidas no son las que el mercado más necesita. “Mientras la mayor matriculación se da en derecho, administración y contaduría pública, las empresas requieren personal con habilidades para las ventas, ingenierías y áreas técnicas”, especifica un informe de la consultora en recursos humanos Manpower.

En tanto, Pablo Molouny, gerente de Trabajando Argentina -empresa que se ocupa de aunar oferta y demanda de profesionales-, expresó que hoy “no se piden egresados en carreras tradicionales porque hay sobreoferta” y recomendó “ampliar el perfil original de las carreras para poder desempeñarse en distintos sectores y así insertarse en el mercado actual”.

Centro de Ingenieros de La Matanza, el profesional que se necesita

Las diferentes ingenierías que se dictan en las universidades argentinas gozan de la promoción oficial y figuran entre las carreras prioritarias para el Estado. Sin embargo, aunque en algunos casos aumentó el número de inscriptos este año, aún hay inconvenientes para hacer frente a la demanda de profesionales para esta especialidad.

“En la medida en que haya un crecimiento de la actividad y un sostenimiento como el actual, necesitaremos ingenieros”, subrayó al respecto Jorge Hera, presidente del centro que agrupa a los ingenieros de La Matanza. Allí, constantemente, se reciben pedidos de profesionales, pero a pesar de contar con una base de alrededor de 2.200 expertos, éstos no consiguen hacer frente a la demanda. Para Hera, la divergencia se debe al momento que está atravesando la economía, porque “en los últimos veinte años no se llevó a cabo una política de Estado y, en consecuencia, hoy no tenemos ingenieros”. La respuesta se encontraría en una proyección “a largo plazo”.

Que es muy difícil, que no se puede estudiar y trabajar al mismo tiempo, que es sólo para hijos de familias adineradas, son algunos de los mitos que envuelven a las ingenierías. “Esta carrera es como cualquier otra, sólo hay que dedicarle tiempo”, especificó el secretario del Centro de Ingenieros matancero, Jorge Castellano.

Por lo anterior, el presidente del Centro recomendó que cada individuo piense en aquello en lo que se siente cómodo y que lo tome como “una filosofía de vida”, ya que la sociedad actual “necesita” ingenieros y si bien la carrera no asegura una salida laboral, la probabilidad de conseguir un buen trabajo es mayor que en otras especialidades.

Un dato alentador: en 2009 cursarán el CBC para ingeniería civil, eléctrica, electrónica, mecánica, industrial, naval, química e informática unos 500 jóvenes más que el año anterior, lo que significa un aumento de alrededor del 10 por ciento; mientras que, en la UNLaM, la inscripción en ingeniería electrónica, industrial e informática subió un cinco por ciento respecto de 2008.

La vocación, ¿innata o adquirida?

Especialistas explican la necesidad de conjugar la inclinación personal con el futuro anclaje económico. Cómo se hace para encontrar la carrera justa para cada individuo. Según Jorgelina Monti, directora de Pedagogía Universitaria de la UNLaM, la vocación -palabra con la que se define la inclinación hacia determinada profesión- “se construye: no es algo con lo que se nace, sino que influyen cuestiones culturales y mandatos familiares. La carrera justa no es algo que se descubre o se saca de la galera, como muchos creen, es algo que se va armando”, explicó.

Para Monti, la familia es decisiva en estos momentos y si bien hoy muchos chicos asisten a la universidad sin que ningún integrante de su familia lo haya hecho nunca, también existen casos de jóvenes que desean seguir una carrera como abogacía, sólo porque los integrantes de su familia lo son.

Cómo elegir

El consejo es que la elección no sea sólo por tradición familiar o por descarte. Lo ideal es prestar atención a los gustos o a la vocación y articularlos con la posible salida laboral. Pero, cuando la vocación no se presenta tan claramente, existen centros especializados para sondear en la personalidad y ver qué carrera puede ajustarse a los gustos personales de cada uno.

Para Sandagorda, la orientación vocacional es un proceso que implica “un proyecto de vida”. En su consulta busca que los jóvenes descubran en cuál profesión se sentirían más a gusto. El proceso de orientación trata de hacer que el consultante identifique su identidad vocacional, que se imagine trabajando en el rubro que decidió estudiar. La base es enfocar cuáles son las imágenes ocupacionales que se tienen, articulando procesos y deseos concientes e inconcientes en un contexto sociocultural.

Para hacer una elección acorde con las disposiciones de cada uno, Sandagorda recomienda analizar primero todas las variables existentes, y evaluar los intereses, las aptitudes y también la rentabilidad: “Lo importante es tener las cosas claras; es válido seguir una pasión, pero también hay que pensar en lo económico”, concluyó. Desde la familia, en tanto, es importante orientar sin presionar, y esta diferencia puede ser difícil de distinguir.

Talleres gratuitos de orientación

La UNLaM ofrece cursos gratuitos de ayuda en la elección de una carrera universitaria. Constan de cuatro encuentros semanales con grupos de veinte personas, guiados por un equipo de psicopedagogos y licenciados en ciencias de la educación. En cada encuentro se trabajan temáticas como los intereses personales, aptitudes, información sobre cada carrera y campos de acción laboral. “Hay mucha desinformación en los aspirantes. Vienen con un ideal de carrera y, luego, se dan cuenta de que la mayoría de las materias no les gustan. Por eso tratamos de mostrarles los planes de estudio y fomentar su interiorización en el tema”, explicó Monti.

“La carrera debe ser un medio, no un fin”

Gustavo Duek - Secretario Académico de la UNLaM

Todo joven que desee elegir qué carrera seguir debe comenzar a planificar y organizar la búsqueda con tiempo. Es recomendable que antes de culminar sus estudios secundarios, asista a charlas informativas en universidades, para conocer las competencias de los títulos que ofrecen, o realice algún test de orientación vocacional.

Durante este proceso, existen dos maneras de tomar la decisión: una, ajustada a principios vocacionales, que responde a cuestiones de realización personal y otra, pragmática, que atañe a la subsistencia económica. Esas dos reflexiones no tienen por qué ser excluyentes. El encarar una carrera universitaria es un proyecto a mediano plazo, que requiere constancia, por lo tanto se necesitará de las dos motivaciones para poder llegar al objetivo final.

Si bien las carreras tradicionales siguen concentrando un gran porcentaje de los ingresantes al sistema universitario, lentamente, se nota un traspaso en la elección hacia las ciencias duras: en la Universidad Nacional de La Matanza, por ejemplo, se duplicó la cantidad de aspirantes para ingeniería industrial durante este año con respecto a la media de los últimos cinco años.

Encontrar la carrera perfecta es una tarea imposible, ya que, seguramente, alguna asignatura no será de nuestro agrado. Pero la carrera universitaria debe ser un medio y no un fin, por eso el estudiante debe realizar una elección con visión del tiempo y con objetivos prolongados.

Daniel Morano, del ministerio de Educación

“De cada 100 alumnos, se reciben 16”

En Argentina, las políticas universitarias son responsabilidad del Estado nacional y, desde el ministerio de Educación, se ocupan del presupuesto destinado a cada casa de altos estudios y de los programas de evaluación y mejoramiento de los contenidos impartidos. Daniel Morano es coordinador del Programa de Calidad Universitaria y, en diálogo con InfoUniversidades, se refirió a la situación del sistema de educación superior.

-¿Hay escasez de alumnos en algunas carreras?

-Ahora, por ejemplo, existe escasez de alumnos en informática. Necesitamos más ingresantes; de hecho, en los últimos años subió la cantidad en ingeniería y cayó en informática. Mientras que, en ingeniería, se recibe un 16 por ciento, en informática se recibe tan sólo un siete por ciento.

-¿Qué tipo de profesionales buscan las empresas?

-Técnicos. Pero, ante la falta de técnicos de nivel medio, las empresas buscan alumnos de segundo o tercer año de ingeniería con una formación de base importante para que, con un poco de capacitación orientada a sus necesidades, se conviertan en excelentes técnicos.

-¿Eso incrementa la deserción?

-De cada cien alumnos que ingresan a estudiar una carrera de ingeniería, 40 llegan al ciclo de especialización y sólo se reciben 16.

-¿Hay un análisis sobre demanda del mercado laboral?

-Según nuestros datos, una empresa tarda seis meses en conseguir un ingeniero. En el caso de informática, hay carencia de programadores y analistas de sistemas de un 60 por ciento, o sea que habría que triplicar la cantidad de graduados para cubrir la demanda. En todas las carreras técnicas se necesitan más graduados, eso es categórico.

Argentina al tope del ranking

Según un informe de la Unesco, Argentina encabeza el ranking de jóvenes que siguen estudios terciarios y universitarios: el 64 por ciento decide continuar estudiando luego de finalizar la escuela, un porcentaje mayor al de 1999, año en el que alcanzaba un 49 por ciento. El grupo que lidera el país está conformado también por Chile (47 por ciento), Uruguay (46 por ciento), Brasil (25 por ciento) y México (26 por ciento). Por otra parte, al realizar una subdivisión entre géneros se verifica que el 76 por ciento de las mujeres en edad de seguir ese nivel escolar forma parte del sistema educativo argentino, mientras que sólo el 52 por ciento de los hombres estudia. Sin embargo, no todos terminan: se recibe apenas el 20 por ciento de esos inscriptos en ambos sexos.

Producción Periodística:
Marina Dioguardi

Responsable Institucional:
UNLaM
Universidad Nacional de La Matanza

Área de prensa y difusión
info@unlam.edu.ar
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