La investigación es dirigida por la Lic. Inés Asís
El empleo de insumos tradicionalmente destinados a la alimentación para la producción de combustibles despertó el interés de los investigadores del Instituto de Ciencias Sociales por abordar los aspectos controversiales de esta decisión.
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La hipótesis central que guía el trabajo sostiene que “la producción de biocombustibles, mediante la industrialización de granos de oleaginosas, genera en la economía costos económicos y sociales que deben ser evaluados”. Es precisamente por este enfoque que los investigadores están interesados en “cuantificar cuál es la decisión que resultaría más rentable para un productor, ya que éste tiene la posibilidad de utilizar como insumo para la producción de biocombustibles la soja, el maíz, el girasol y la colza, aunque esté menos desarrollado en la Argentina. Esto involucra distintas situaciones de costo y de precios y el problema radica en determinar, de todas, cuál es la opción más rentable desde el punto de vista del productor.
Por otra parte, la investigación aborda el impacto en la vida cotidiana que la producción de biocombustibles plantea, con consecuencias económicas y sociales difíciles de revertir.
En ese sentido, la directora de la investigación, licenciada Inés Asis indicó a InfoUniversidades: “Cuando utilizamos el grano de maíz o de soja para producir biocombustibles lo estamos dejando de utilizar para la producción de alimentos, o dejamos de exportarlo. Los economistas llamamos a esto ‘costo de oportunidad’, es decir, dejamos de tener algo en la economía para producir biocombustibles. Eso va a generar modificaciones y cambios en el empleo de los individuos y en la distribución del ingreso de las personas”.
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Sobre este último punto, la investigadora agregó: “Esto es algo que no se discute mucho en la Argentina, pero que se ha verificado con resultados alarmantes en países como Colombia, Brasil o México. En todos los casos se realizaron algunas cuantificaciones que indican que los precios de los alimentos, en esos países, se multiplicaron entre 1,5 y 3 veces luego de que empezaron con la producción de biocombustibles. Vale aclarar que hay claros efectos sobre el precio de los alimentos, sobre el empleo de la economía y particularmente sobre el empleo sectorial”.