Nota

Universidad de Flores - Facultad de Planeamiento

19 de Octubre de 2020 | 6 ′ 10 ′′

Confort climático y reducción del riesgo ambiental en la ciudad de Neuquén

Debido a su gran amplitud térmica y al entorno árido, la ciudad de Neuquén genera condiciones adversas para sus habitantes. A través del estudio de variables como la temperatura y la humedad del suelo, un equipo de investigadores propone medidas de diseño, construcción y manejo de espacios verdes urbanos que contribuyan al confort climático.

Un equipo de arquitectos, biólogos y especialistas en ciencias ambientales de UFLO Universidad releva variables ambientales y arquitectónicas de la ciudad de Neuquén, capital de esa Provincia, con el objetivo de establecer medidas de diseño, construcción, materialidad y manejo de espacios verdes urbanos. Por su ubicación en un entorno árido de la Patagonia y sus características de amplitud térmica, Neuquén –al igual que otras ciudades de la región metropolitana de la Confluencia como Centenario, Plottier y Cipolletti– presenta algunas condiciones adversas para la calidad de vida de sus habitantes. Es por eso que este grupo de expertos se propone identificar el comportamiento de variables como la temperatura y la humedad del suelo en relación a la isla térmica urbana, la envolvente urbana, sus redes de drenaje y la geometría de las ciudades, y a partir de ahí establecer propuestas de mejora del confort climático y de reducción del riesgo ambiental.

Este trabajo –a cargo del Taller de Investigación y Proyectos de Paisaje del Laboratorio de Ecología de Bordes de UFLO– es la continuación de un relevamiento previo que buscaba estimar la isla de calor urbana utilizando imágenes satelitales. A partir de encontrar algunos patrones asociados al arbolado público es que se proyecta esta segunda etapa, poniendo esta vez como objeto de estudio al arbolado y su efecto sobre la regulación de la temperatura.

“Se le llama isla térmica –explica a Argentina Investiga Luciano Boyero, doctor en ciencias agropecuarias y director del proyecto– a las diferencias que ocurren en la temperatura de la Ciudad en comparación con su área circundante, justamente por su propia construcción. El concepto nació como ‘isla de calor’, porque los primeros descubrimientos determinaron que la ciudad aumentaba la temperatura, pero el campo de estudio vinculado a ese tema avanzó y ahora nos encontramos con algunas características urbanas que podrían generar islas de frío”.

Neuquén es una ciudad emplazada en un ambiente árido, como pueden ser Phoenix, en Estados Unidos, o Hermosillo, en México, y esas condiciones es donde pueden darse islas frías. “Fue muy bueno comprobar que ese fenómeno se da también acá –señala Boyero. A partir de eso decidimos seguir indagando. Esta segunda etapa incorpora el análisis de los efectos del arbolado urbano sobre la isla de calor en un gradiente topográfico, donde estudiamos diferencialmente las partes altas, como mesetas, piedemontes y bardas, y la partes bajas, como valle de humedales y chacras”.

En Neuquén, los especialistas trabajaron sobre canales viales urbanos (CVU), que son todos los ambientes públicos lineales, y allí observaron las diferentes características y respuestas de la temperatura atmosférica. Todos los CVU tenían que tener el mismo ancho de calle, la misma geometría –es decir, que sean casas y no edificios–, la misma orientación y debían ser asfaltados, pero que varíen, por un lado, en el grado de cobertura arbórea y, por otro, en su ubicación topográfica. Cada uno de ellos fue medido con un sensor durante tres días consecutivos en simultáneo con mediciones en un sistema natural, que para este caso fue la estepa. Las diferencias de temperatura halladas se deben a las características particulares de cada CVU. Se delimitaron tres niveles de cobertura arbórea y tres niveles topográficos, por lo que se trabajó con nueve canales.

“La hipótesis que manejamos –asegura el director del proyecto– abarca un conjunto de características urbanas como la envolvente, la geometría y el arbolado. Hasta el momento abordamos el arbolado urbano. De ese relevamiento corroboramos la hipótesis de que el efecto del arbolado es distinto en zonas altas que en zonas bajas. En las zonas altas, la Ciudad tiene un comportamiento térmico muy similar en lo que es una superficie natural, independientemente de que las calles tengan arbolado. En cambio, en la parte baja, es decir, en el valle, casi ochenta o noventa metros más abajo, el arbolado tiene una incidencia mayor. Cuando no hay árboles, la temperatura atmosférica es más alta o más baja que en el sistema natural, dependiendo del momento del día. En cambio, cuando hay árboles es mucho más estable”.

Las variables que se toman, prevén los investigadores, permitirán identificar, desarrollar y calibrar parámetros para la estimación de un factor de área de biotopo que permita una mejor planificación y desarrollo urbano, generando condiciones de confort climático en la Ciudad, pero también de mitigación del riesgo ambiental que implica, en contexto de cambio climático, la urbanización de humedales ribereños. También se recomendarán materiales de construcción y diseños adecuados a cada zona bioclimática de las ciudades.

“Nuestros resultados tienen que ver con cómo diseñar los canales viales urbanos, pensar de qué manera deben ser según el lugar topográfico de la ciudad donde se encuentran. Sería ver en qué parte de la ciudad de Neuquén y otras ciudades ubicadas en valles es más efectivo arbolar y en qué partes el efecto es menor en relación a la temperatura atmosférica. Por lo que vemos hasta el momento, donde más conviene arbolar buscando un objetivo de regulación térmica es en la zona de humedal y valle, que es donde se encuentra emplazada la mayor parte de la Ciudad. Sin embargo, hay ciudades que están en la parte alta, en la barda, y ahí el arbolado urbano tiene un efecto menor”, concluye el especialista.

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Hernán Cortés
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