“Mi crecimiento profesional está muy asociado a la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE), en la que fui estudiante de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud (FHCsSyS), y hoy me desempeño como docente. Tengo más de 25 años de antigüedad y he pasado por distintos niveles del sistema educativo, pero en el que más he estado es en el nivel superior, universitario y no universitario”.
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“En cuanto al nivel personal, hay opciones éticas en la vida de todo ser humano que en mi caso estuvieron muy vinculadas al contexto histórico y político que vivimos en los años ‘70; las cuales me llevaron a sensibilizarme en mi carácter de estudiante universitaria”, comentó.
“No quisiera iniciar deteniéndome demasiado en esta etapa. Desearía empezar por una cuestión más cercana y puntual, referirme a lo que somos hoy nosotros; y digo nosotros, pensando en aquellos que fuimos y permanecemos unidos formando parte de una causa común. Quisiera hacerlo con sentido colectivo, desde una comunidad de pares de pensamiento, re-interrogando algunas categorías sobre cómo miramos el mundo hoy, la realidad, y explicar lo que pienso al respecto”.
“Creo que todo ser humano tiene una percepción de la vida y del mundo que se comunica a través de modos discursivos y prácticos. Lo práctico comprende desde el lenguaje gestual, corporal, hasta las decisiones que se toman en espacios laborales… En todos los ámbitos de relaciones. Este lenguaje tiene un significado para sí mismo y para los otros que lo ven”.
“Toda esa capacidad discursiva y práctica que tiene el ser humano para simbolizar su vida y darle sentido, es lo que llamamos cultura; como tema es tratado desde muchas disciplinas pero, fundamentalmente, en la Antropología. Entender en prácticas de relación lo que es el otro y quién es uno mismo, prácticas y discursos en los que se intercambia sentido, lleva a saber que no existen relaciones igualitarias. Por ende, sería muy ingenuo considerar que somos todos iguales, aunque deseemos eso y breguemos por ello, por crear condiciones para el acceso a recursos materiales y simbólicos, los que el mismo hombre ha ido produciendo”, aclaró.
La lucha por los Derechos Humanos
“Esa desigualdad de la que hablamos, a veces, lleva a extremos para mantenerse, desde el sometimiento por violencia simbólica, hasta el exterminio humano como sucedió en varias ocasiones en la historia. Consideramos a través de qué medios, con qué vías, qué actividades y acciones, de qué forma y con quiénes trabajar para que esa situación de desigualdad desaparezca”. A lo que añadió: “Intentándolo, al menos, para que en un sentido no sea tan enorme la diferencia en el acceso que tienen algunos sujetos al propio derecho a disponer de bienes que otros acumulan”.
Respecto de la desigualdad, expuso: “Hablar de acumulación no es sólo hacer referencia a acumular bienes de un modo inocente, sino también al uso de ese privilegio en contra de los demás. Estoy pensando en términos de Derechos Humanos; un área muy específica y compleja que toma material de muchos campos disciplinares, pero que se circunscribe -no a mi gusto- demasiado en el área del Derecho Jurídico”.
“Los Derechos Humanos deberíamos pensarlos excediendo el marco jurídico, para ampliarlos, incluyendo más derechos para más sujetos (niñez, mujer, campesino, estudiantes, pueblos originarios y otros); no sólo contemplarlos en el ámbito de la Justicia, es decir cuando faltan y se reclama, sino cuando faltan y se los amplía por conquistas en la lucha por ellos”.
En este sentido, añadió: “Pareciera ser que nuestro ámbito máximo al que hemos llegado como sociedad es el acudir y depender de la Justicia; vamos hacia ella para que nos dé la última palabra, pero también sabemos que con eso solo no alcanza. Que la Justicia se pronuncie y pueda decidir a quién le corresponde el castigo y la absolución, no obra ni corrige en forma inmediata las injusticias que siguen produciéndose en la sociedad”.
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“Si la sociedad sigue manejándose con parámetros de significados producidos por grupos de poder hegemónicos, va a caminar a destiempo entre lo que dice la Justicia y el accionar de la gente. Para ser ilustrativa: muchas comunidades son discriminadas y tratadas peyorativamente, excluidas, como el pobre, el negro, el gay, la mujer; son sujetos tratados desde una percepción construida con sentido de falta, pensado desde lo que se le atribuye que carece como déficit, incompleta deficitaria que produce el desorden, sobre lo que hay que ir a completar, a civilizar, imponiendo un orden, que denunciamos como violento”, finalizó.