El arte y la cultura, como motores de innovación permanente, se afianzan cada vez más en el medio productivo. Las universidades que forman alumnos en estos ámbitos pueden insertarse en nuevos sectores económicos como “el turismo, los sistemas audiovisuales, la publicidad, el cine, la industria editorial. Una entidad que forme personas en la producción de arte debe organizar sus capacidades creativas y convertirlas en productos y servicios utilizados y utilizables por todos estos sectores económicos. Debe asociarse a los procesos de innovación de toda la industria cultural de un país, aportándole creatividad, capacidades y valor nuevo”, señaló a InfoUniversidades el especialista Rogelio Conde-Pumpido; tras brindar una conferencia sobre esta temática en el IUNA.

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Las llamadas “sociedades del conocimiento” se apoyan en los nuevos sectores económicos que han incorporado a sus procesos las innovaciones tecnológicas provenientes del desarrollo de conocimiento. En este sentido, Conde Pumpido explica que “las economías basadas en el conocimiento son las que producen, distribuyen y usan el conocimiento, y éste tiene un nuevo valor. En la actualidad, la ciencia aparece ligada a nuevas oportunidades, empleos y desarrollos que surgen en esos ámbitos económicos. Hay otra percepción de la universidad para generar y gestionar conocimiento a través de la investigación y proveer de nuevos servicios de valor añadido a empresas y agentes sociales”.

La innovación tecnológica es el motor de economías que compiten en valor añadido y surge de la investigación en el ámbito universitario. La investigación y el desarrollo (I+D) han pasado de ser objetivos académicos a ser recursos estratégicos y competitivos y es por esto que su reconocimiento y valor social se traducen en la inclusión de la universidad a una proyección económica. Así, tanto las instituciones educativas como el medio productivo tienen su eje en la vinculación tecnológica.

“En este contexto de desarrollo económico globalizado, las entidades generadoras de conocimiento tienen la capacidad de incorporar valor a los procesos fabriles, industriales y económicos”, afirma Rogelio Conde-Pumpido y agrega: “Si bien uno de los ejes para aportar conocimiento al ámbito empresarial es a través del capital humano, la otra vía cada vez más utilizada por las empresas es demandar conocimiento a partir de los resultados que las universidades obtienen en sus actividades de investigación para incorporarlo a sus procesos de innovación”.

La inserción de los resultados alcanzados por los equipos de investigadores deriva de cómo las universidades actúen en tanto motor de cambio y agente central en los procesos de modernización social y de desarrollo económico. Al respecto, el especialista dice que “las universidades tienen que ser un agente proactivo y activo, asumir el rol de liderazgo y conformar ecosistemas de innovación, interactuando con los actores sociales y económicos, con las asociaciones empresariales, organizaciones industriales, con asociaciones no gubernamentales, es decir, con todas las unidades dinámicas del entorno en el que esas universidades se encuentren para crear procesos de aprendizaje y oportunidades de crecimiento en común”.

Para esta dinamización entre el ámbito social y las instituciones educativas es importante establecer estrategias institucionales claras para la vinculación y la transferencia, tanto de conocimiento como de tecnología, siempre según la demanda de los sectores económicos y sociales con los que interactúan. Un rol de importancia de las universidades formadoras en arte comprende orientar a sus estudiantes en la gestión y emprendimiento de sus capacidades para generar su autoempleo y desarrollar nuevas iniciativas en el ámbito de la cultura y el arte.

“En estos momentos el ámbito de lo simbólico, de lo creativo y los contenidos están presentes en un gran número de modelos de negocios. Un estudiante de una entidad formadora en arte tendrá muchas oportunidades de inserción si desde el ámbito institucional universitario somos capaces de trasladarle el convencimiento y las capacidades para poder desarrollar esa iniciativa empresarial” indicó el profesional.

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La universidad pública debe dinamizar los procesos de aprendizaje, modernización y desarrollo económico en un contexto transparente, sostenible y coherente con los intereses de la sociedad. Las acciones de vinculación deben ser una estrategia colectiva, liderada institucionalmente, capaz de desarrollar la estructura de servicios y gestión que esos procesos requieren. Hay que valorar la investigación como generadora de intangibles mediante la regulación institucional con estrategias claras y responsables. Para ello, la vinculación debe contemplar la protección de los resultados de la investigación y patentes, tener capacidad de contratación y gestión y articularse con los ámbitos de competencia del entorno económico y social en el que se inserta”, concluye Conde-Pumpido.