Nota

Universidad Nacional del Nordeste - Facultad de Ciencias Veterinarias

10 de Septiembre de 2012 | 8 ′ 11 ′′

Estudian al carpincho para impulsar su cría en cautiverio

Es el máximo roedor del mundo, puede llegar a pesar más de 80 kg y vivir hasta 10 años en cautiverio. Tanto por su carne, importante alternativa en el consumo de proteínas, como por su delicado cuero, utilizado en marroquinería y tapicería, el carpincho puede ser considerado como un significativo recurso natural. Es por esto que un equipo de investigadores analiza a la especie en su hábitat natural para evaluar su cría en cautiverio.

Ante la posibilidad de una caza a mansalva, el carpincho en Argentina se encuentra amparado por la ley 22.421, que contempla distintos aspectos del aprovechamiento y conservación de las especies de la fauna silvestre.

Sin embargo, el aprovechamiento de las bondades de esta especie puede darse a partir de la cría en cautiverio. Sobre esta alternativa, un grupo de investigadores, encabezado por la doctora Antonia Santa Cruz, trabaja con el objetivo de comprender el comportamiento del carpincho en su hábitat natural. Este seguimiento y aproximación es importante porque, al no saber cómo se desenvuelve en la vida silvestre, difícilmente tenga éxito su cría en cautiverio.

“Uno de los rasgos fundamentales de los carpinchos es que se forman grupos de reproductores antes de llegar a la pubertad y se aceptan para formar familias. Esta instancia de acercamiento se cumple en forma obligatoria, caso contrario, no se permite el ingreso al grupo y se enfrentan hasta la muerte”, explicó a Argentina Investiga el doctor Juan Pablo Roux, codirector del proyecto.

Un productor interesado en la cría de carpinchos en cautiverio debe estar al tanto de esta y otras características de la especie para prevenir inconvenientes, algunos de los cuales pueden derivar en costosos tratamientos farmacológicos. Uno de los resultados más relevantes de este trabajo dejó al descubierto que en el criadero se manifiestan de manera más explosiva las enfermedades, sobre todo las parasitarias. “Estas patologías generan una gran mortandad, y los ejemplares que sobreviven pierden mucho peso y no llegan a su peso ideal de faena en el tiempo establecido, además, el cuero queda con cicatrices que lo desmerecen al momento del curtido”, explicó el doctor Roux.

Características del carpincho

Luego del seguimiento y observación de la especie realizados por el grupo de investigadores, se estableció que el carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris) es el máximo roedor del mundo y puede llegar a pesar más de 80 kg y vivir hasta 10 años en cautiverio. Es una especie autóctona de Sudamérica que se encuentra distribuida desde Panamá hasta el Sur de la provincia de Buenos Aires, en Argentina.

El carpincho vive en manadas y es de hábitos nocturnos. El grupo anda siempre en dirección fija, caminando en fila india; uno, con la cabeza sobre el anca del otro. Adopta una postura poco común entre los mamíferos: se sienta como el perro. En tierra es torpe, por eso nunca se aleja de los ríos o lagos, donde convive bien con los bovinos, equinos o con yacarés, aunque estos últimos sean peligrosos para las crías. Su principal actividad la realizan a últimas horas de la tarde y al anochecer. En cautiverio el carpincho no acepta alimentos nuevos y plantas cortadas, pero luego se habitúa. El criador debe tener paciencia y técnica. Produce mucha carne y su rendimiento depende de la actitud del criador. Se alimenta a cualquier hora, por lo que es importante suministrarle un buen alimento fresco por la mañana y otro por la tarde.

El roedor necesita agua, tanto para beber como para ejercer importantes funciones vitales como la reproducción, defecación y, a través de baños regulares, la estabilización térmica de su organismo. A pesar de que sobreviven en ausencia de un buen volumen de agua, las consecuencias se sentirán en el bajo rendimiento de la especie; no habrá una franca ocurrencia de nacimientos y se presentará un mayor índice de enfermedades por la ingestión de agua contaminada por las propias heces, cuando el agua se suministra en vasijas o lugares con poca o ninguna renovación.

Es muy difícil diferenciar los machos de las hembras, porque todos tienen los órganos genitales bien próximos al ano y ocultos, formando una especie de cloaca. La cola es rudimentaria, desnuda y se oculta por el largo pelaje. Es más fácil apreciar la diferencia por el morrillo que los machos tienen entre el hocico y la cabeza. Esta glándula, de olor fuerte, es característica y fricciona a las hembras de su manada, a los hijos y en los árboles, para marcar su territorio.

Reproducción

La hembra da dos crías por año, con una media de cuatro hijos en cada parición (variando de 1 a 8). En la época de apareamiento, el carpincho prefiere cortejar a la hembra en aguas no muy profundas. El macho llega a cubrir a las hembras quince veces seguidas, en menos de cinco minutos. La reproducción ocurre todo el año y la mayor concentración de hembras preñadas se da en los primeros meses de estación lluviosa. Las manadas son de treinta animales, cuando viven en libertad, y están compuestas por adultos e hijos de ambos sexos. Siempre existe un macho dominante en la tropa, los restantes de menor edad son sumisos y colaboran en la cría de los pequeños.

Las hembras son dóciles, compañeras y óptimas madres. Hacen el nido cuando se aproxima el momento de la parición y buscan un lugar aislado y abrigado donde construirlo. Dan de mamar de pie, con sus cinco pares de mamas. Los grupos se amamantan sin ningún problema. También dan de mamar a los hijos de otras madres, que pueden o no ser parientes. En estado salvaje, cuando nacen las crías, las hembras tratan de mantener la distancia con los machos. Ellos suelen ser agresivos con los recién nacidos, y hasta pueden matarlos. Los hijos, en libertad, maman hasta los cuatro meses de edad y, durante ese tiempo, seguirán a la madre por todas partes, siempre en fila india.

Las crías nacen con los ojos abiertos, cubiertos de pelos y con la dentición completa. A los tres días se alimentan de forrajes y acompañan a los padres durante el descanso y en las caminatas. Quieren nadar luego de la primera semana de vida, pero sólo se les permite en aguas poco profundas. Maman durante sesenta días y luego se tornan independientes y están en condiciones de formar nuevas manadas. Las crías acostumbran a dejar de amamantarse en el tiempo estipulado para que la madre se cruce nuevamente. Las hembras, muy cuidadosas, enseñan a descubrir nuevos alimentos, a nadar y hasta a vencer obstáculos, y las crías prestan mucha atención. Si alguno, por casualidad, se pierde del grupo, emite fuertes y agudos gritos, que se escuchan a gran distancia.

La principal enfermedad que los afecta, sea en cautiverio o en libertad, es el mal de caderas, provocada por un protozoario que afecta también a los equinos. El examen de sangre debe ser hecho en los animales sospechosos, en la tentativa de observar el Trypanosoma evansi. Algunos parásitos internos pueden ser transmitidos entre los carpinchos y demás especies animales como los felinos y los porcinos. Las parasitosis internas (o endoparásitos) pueden provocar una serie de manifestaciones clínicas, que varían desde la interrupción de la alimentación hasta la muerte súbita. Las enfermedades más frecuentes son: la neumonía, disentería, y helmintiosis. El destete de los hijos se aprovecha para la formación de nuevos grupos y, cuando es posible, se cambian los machos hermanos por otros de otros grupos.

Producción Periodística:
Juan Monzón Gramajo

Responsable Institucional:
Juan Monzón Gramajo
José Goretta
Universidad Nacional del Nordeste

Departamento de Comunicación Institucional
monzongramajo@gmail.com
www.unne.edu.ar


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