Nota

Universidad Nacional de la Patagonia Austral - Unidad Académica Puerto San Julian

05 de Septiembre de 2016 | 8 ′ 38 ′′

Ganadería ovina, buscan alternativas ante la degradación de suelos en Santa Cruz

En la Meseta Central de Santa Cruz, la universidad estudia alternativas de producción sustentable, como complementos alimentarios para el ganado y el riego. Una de las hipótesis de los investigadores es que el histórico nivel productivo con altas cargas animales, combinado con las fluctuantes variables climáticas, llevó a niveles crecientes la degradación de la tierra, y lo que se espera es lograr un equilibrio que permita mantener la sustentabilidad del recurso y sostener la rentabilidad del productor.

Desde 2013, la Meseta Central de Santa Cruz es parte, mediante el Sitio Piloto Magallanes, del Observatorio Nacional de la Degradación de Tierras y Desertificación, que depende del INTA y del Conicet. Desde 2015, el equipo de investigación que dirige el doctor Larry Andrade y codirige la ingeniera Carla Moscardi, de la Unidad Académica San Julián de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA), lleva adelante un proyecto de investigación llamado “Viabilidad de desarrollar producciones sostenibles en ambientes áridos y desertificados”.

El eje de la investigación, inscripta en el Instituto de Ciencias del Ambiente, Sustentabilidad y Recursos Naturales (ICASUR), es la observación de ambientes degradados. Y el objetivo es lograr su sustentabilidad con el productor y con todas las actividades existentes en las áreas de influencia. “Nuestra concepción de ambiente es con todos los componentes, incluido el hombre; a eso apunta, al desarrollo sustentable integral de este medio. No pensamos una Meseta Central sin el productor, ni tampoco sin las actividades que en las áreas de influencia existen en la actualidad: en los alrededores la actividad minera, con mayor distancia el petróleo y las ciudades, como Puerto San Julián”, indicó Moscardi a Argentina Investiga.

Se trata de proponer alternativas de producción frente al panorama de degradación de las tierras, que a lo largo del tiempo se atribuyó a diversos factores; hitos que ocurrieron desde el punto de vista natural, el volcán Hudson, la sobrecarga de la explotación ganadera ovina, y también las condiciones climáticas predominantes en la Meseta Central, como la baja precipitación y los fuertes vientos, tornando como variable la asignación de carga de año en año.

Cambio cultural

La investigación integra las líneas de trabajo socioeconómico con los estudios de los componentes físicos y biológicos del ambiente, y analiza cómo la dinámica de los componentes ambientales influye sobre la dinámica productiva y social, así como las explotaciones ganaderas impactan en la variación o en la dinámica de los componentes ambientales.

Con tres años de duración –uno de vigencia y actualmente en plena temporada de trabajo de campo, que se extiende desde septiembre a abril o mayo, según las condiciones climáticas–, el proyecto se centró en la búsqueda de alternativas a la actividad ovina extensiva o, directamente, en cómo poder lo mismo de manera más productiva y rentable, siempre respetando la consigna de no agudizar la crisis del pastizal natural. No obstante, el cambio a otra actividad en la cultura del productor ganadero patagónico es difícil y las alternativas de producción giran alrededor de la misma actividad: el desarrollo de pasturas para complementar el alimento de madres y/o corderos. Para eso, otro eje es el reconocimiento y estudio del recurso hídrico, de las aguas subterráneas o superficiales de la zona, “porque todo lo que sea pasturas o mejoras, o hacer una crianza no tan extensiva del ganado también requiere del conocimiento del recurso hídrico, tanto para el consumo animal como para riego”, explicó.

El proyecto involucra a aproximadamente entre diez y quince establecimientos ganaderos, de los cuales fijos y activos productivamente hay seis u ocho, “los demás están fuera de producción o directamente abandonados, aunque aportan información”, dijo. “Hemos avanzado bastante, los productores tienen un gran conocimiento de sus recursos y con lo que podemos aportar logramos un mapeo y un reconocimiento de los recursos con miras a valorar su potencial”, aseguró Moscardi.

Consultada acerca de la calidad y los niveles de agua, la investigadora consideró que ambos aspectos son esperanzadores en función del sitio y “las condiciones naturales del lugar”. En algunos casos, dijo, “identificamos que algunos mallines o vegas de la zona tuvieron un retroceso a lo largo del tiempo y no hallamos puntualmente las causas, aunque tenemos nuestras hipótesis”.

Equilibrio sustentable

Una de las hipótesis de la que se parte es que el histórico nivel productivo con altas cargas animales, combinado con las fluctuantes variables climáticas, llevó a niveles crecientes la degradación de la tierra, y lo que se espera es lograr un equilibrio que permita mantener la sustentabilidad del recurso y sostener –y aumentar si fuera posible– la rentabilidad del productor. “Hoy, muchos productores implementan modelos de manejo que apuntan a un aprovechamiento holístico del recurso, que hace que con menores cargas logren mejor producción, mayor cantidad de kilos por animal, mejor calidad de lana, y se apunte a un mercado más diversificado, tanto a nivel nacional como internacional; todo apoyado en un manejo racional del recurso natural”, explicó Moscardi.

El INTA cumple un rol importante en el proyecto. Estudios de capacidad productiva, llevado adelante por el Grupo Pastizales –que en Río Gallegos está a cargo del biólogo Gabriel Oliva– aporta información que sirve al productor para saber qué carga animal puede sostener en buenas condiciones en las diversas áreas de su campo. Lo interesante de la investigación son las posibilidades de extensión y de aplicación de procedimientos simples y de bajo costo. En este sentido, “el proyecto tiene mucho de este intercambio con los productores, no sólo el dato científico, –útil tanto para ellos como para la discusión con la comunidad científica– sino el conocimiento y la difusión de lo que realmente está viviendo el habitante de la Meseta Central, para lograr un resultado que sirva y permita sostener esas poblaciones en los lugares en los que quieren estar”, añadió.

La planificación de este año prevé terminar de relevar los recursos hídricos, suelos y vegetación, y comenzar hacia fines de 2016 a calcular índices de relación entre el componente socioeconómico y el natural: “La idea es que, en el lugar donde monitoreamos los niveles de degradación de tierras, sean propuestas alternativas que permitan mantenerse en producción y mejorarla si es posible”.

A las líneas de trabajo de este proyecto se suman otras alternativas, como la que arroja un proyecto que lleva adelante Andrade, con otro grupo de trabajo, sobre el aprovechamiento de la fibra de lana de guanaco, cuya gran población es otra de las problemáticas identificadas en la Meseta Central. Moscardi dijo que su aprovechamiento, en vez de su erradicación “es una de las posibilidades que está en instancia de investigación” y para lo cual se cuenta con un subsidio nacional, destinado a establecer costos reales de acometer un manejo de la especie que permita controlar su población y aprovechar tanto la fibra como la carne para consumo animal y humano.

Sitio en Observatorio

El Observatorio Nacional de Degradación de Tierras y Desertificación tiene una metodología unificada para toda la Argentina, en la que se determinan indicadores biofísicos y socioeconómicos. Es una base de datos con un objetivo común, que es la conservación de la tierra.

El Sitio Piloto Magallanes participó, a principios de 2015, de una encuesta socioeconómica y análisis de disposición de los productores ganaderos, aunque debido a dificultades en el análisis de datos, el Observatorio Nacional ha ido modificando la encuesta, ajustando el manual del encuestador y algunas preguntas, para volver a relevarlos.

Moscardi evaluó la conveniencia del nuevo relevamiento de datos, teniendo en cuenta que desde la encuesta, de febrero de 2015 hasta hoy, la situación del productor ganadero es muy diferente, desde el punto de vista económico político: “La percepción del ganadero es diferente por esta posibilidad que tiene hoy de vender la lana a otro precio, por la liberación del dólar y demás. A simple vista tiene un panorama más alentador según su visión”, advirtió.

Producción Periodística:


Responsable Institucional:
Leandro Cabezuelo
Universidad Nacional de la Patagonia Austral

Departamento de Prensa
leacabezuelo@yahoo.com.ar
www.unpa.edu.ar


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