Un grupo de estudiantes avanzados y profesionales de la UNM trabaja en pos de un ambicioso objetivo: lograr que al menos 3.000, de los 20.000 alumnos de esa casa de estudios donen sangre en forma voluntaria una vez al año. De lograrse, estos jóvenes -y los profesionales que los acompañan y asesoran- garantizarán el 50 por ciento de donantes voluntarios que se necesita para la población de toda la provincia.
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De acuerdo con los valores estipulados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Misiones necesitaría 20 mil donaciones de sangre anuales para cubrir las necesidades de toda su población. Los jóvenes y profesionales trabajan en el proyecto de voluntariado universitario llamado “Implementación de un sistema multidisciplinario de promoción de la donación voluntaria de sangre”, que resultó seleccionado por el ministerio de Educación de la Nación.
Los integrantes del equipo ya realizaron charlas de concientización en las distintas facultades de la UNaM, como Humanidades y Ciencias Sociales, Ciencias Exactas, Químicas y Naturales, y la Escuela de Enfermería de Posadas; también en unidades académicas de las ciudades de Apóstoles y El Dorado.
Modelo de reposición
La coordinadora del proyecto es la bioquímica Graciela Malvasi que, junto al bioquímico Cristian Ferri y la técnica en hemoterapia Gabriela Decombad ofrecen las charlas en las distintas facultades. También trabajan una diseñadora gráfica de la Facultad de Artes de Oberá, un ingeniero en Informática y estudiantes avanzados de trabajo social, comunicación social y bioquímica.
En las exposiciones, hacen hincapié en los beneficios de donar sangre, al tiempo que abordan los mitos y las verdades sobre este gesto humanitario. La sociedad misionera -incluida la comunidad universitaria- tiene muy arraigado el modelo cultural de reposición de sangre, lo que implica que, para la mayoría, el momento de donar sangre es recién cuando un familiar o ser querido lo necesitan.
Este modelo coloca al donante, a veces, en la posición de esconder situaciones de riesgo que pueden ocasionar muy graves problemas. En cambio, el donante voluntario y habitual no tiene otra motivación que ayudar, por lo que no esconderá situaciones de riesgo; es entonces sangre segura y una sola donación puede salvar la vida de tres personas.
Un estudio realizado a 298 estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales, reveló que el 96,6 por ciento de los alumnos que pasaron por las pruebas serológicas es potencialmente apto para ser donante de sangre, pero sólo el 15,2 por ciento refirió haber sido donante en alguna oportunidad. Lo que muestra el estudio es que los estudiantes universitarios tienen aptitud para donar sangre (pesan más de 50 kilos, tienen entre 18 y 65 años, y la gran mayoría no está cursando enfermedades graves o algún tipo de infección), pero lo que falta, en general, es actitud.
Entre mitos y verdades
En torno de la donación de sangre rondan varios mitos, entre ellos que envejece, debilita, engorda, adelgaza o produce enfermedades cardíacas; que el donante puede contagiarse enfermedades o que no puede ser donante quien tiene tatuajes o tuvo hepatitis. A contramano de estos mitos, desde el Centro de Donantes Voluntarios de la UNaM dan cuenta en todas las facultades de las verdades que deben conocerse respecto de la donación de sangre.
Destacan, por ejemplo, que si se espera a que la necesiten, puede ser tarde, ya que la sangre debe analizarse previamente. Además, debe tenerse en cuenta que, de la sangre donada, los glóbulos rojos duran 35 días, el plasma un año y las plaquetas, cinco días. Por otra parte, donar sangre no hace bien ni mal, y no hay riesgos de adquirir enfermedades al hacerlo, ya que se utiliza material descartable.
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Claro que no todos pueden donar sangre. Para ello, se debe tener entre 18 y 65 años, pesar más de cincuenta kilos y no estar cursando una enfermedad o infección. Pueden ser donantes las personas que hayan tenido hepatitis antes de los once años y los que tengan tatuajes o piercings, luego de un año de habérselos hecho.