Mónica Ricci (en el centro) junto a otros participantes de la investigación.
Disminuir el uso de pesticidas para que se incrementen los organismos benéficos -aquellos insectos que se alimentan de las plagas- es el objetivo de un proyecto de investigación que emplea el criterio del Manejo Integrado de Plagas (MIP), encabezado por la profesora e ingeniera agrónoma Mónica Ricci.
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“Muchas veces se ha hecho un mal uso o se ha abusado de los pesticidas. Como contrapartida, se generaron plagas resistentes y se incrementaron otras. También, con el cambio climático, aparecieron otras que antes no teníamos” explicó Ricci a InfoUniversidades. Según lo que se desprende del proyecto de investigación, “el MIP es un criterio que resulta fundamental para la protección ambiental y el control racional de los organismos perjudiciales para el hombre” ya que, mediante el conocimiento de los aspectos biológicos y demográficos de las especies plaga “será posible diseñar herramientas adecuadas para lograr un manejo racional, dentro del marco tecnológico actual”.
La investigadora advierte que la pérdida de biodiversidad provoca el avance de aquellas especies mejor adaptadas a los ecosistemas modificados por el hombre, con la consecuente aparición de nuevas plagas. Es por este motivo que la cuestión pasa no sólo por identificar a las plagas, sino también a los insectos que se alimentan de ellas y las regulan, a fin de utilizar pesticidas que sean compatibles con estos enemigos naturales y, por ende, reducir en forma paulatina su aplicación.
La investigación cuenta con dos partes conectadas. En la primera se trabaja con las hormigas y en la otra, con los gusanos blancos sumados a los pulgones en pasturas que se incorporaron en el último período. “Estos insectos se utilizan como indicadores para saber si un ambiente ha sido alterado por las prácticas agrícolas que desde hace cincuenta años avanzan velozmente”, clarificó Ricci.
El objetivo primordial es identificar si hay insectos que se alimentan de las plagas y “a partir de ahí el MIP deberá elegir aquellos insecticidas que sean compatibles con esos enemigos naturales (hormigas, gusanos blancos o pulgones) para conservarlos e ir incrementándolos con el tiempo. Nosotros utilizamos a los mismos insectos como indicadores. Está comprobado que predominan determinados grupos de hormigas en ambientes donde no hay alteraciones y otros grupos predominan cuando el ambiente es muy disturbado. Entonces, se pueden utilizar como indicadores de calidad ambiental”, indicó la especialista.
Hay distintos grupos funcionales de hormigas, representados por diferentes subfamilias: “Entonces, por ejemplo, cuando una especie predomina indica que hay un gran disturbio ambiental, sea por la ganadería, por el monocultivo o por el uso de pesticidas. Si predominan otras, quiere decir que no hay alteraciones ambientales”.
La hipótesis de la investigación remarca que “diferentes plagas ejercen un efecto diferencial sobre las pasturas, según la densidad con la que se manifiestan y las condiciones ambientales. La presencia de áfidos al momento de la implantación de las pasturas la pone en riesgo, por lo cual resulta un momento de gran sensibilidad para el establecimiento del cultivo”.
A partir de allí, el objetivo será el de relevar las especies de áfidos y sus enemigos naturales presentes en las pasturas implantadas en la zona de influencia de la Universidad, para determinar su dinámica poblacional, identificar aquellas que son dominantes y los momentos de mayor incidencia. Establecer una correlación entre la ocurrencia de los distintos áfidos con las variables climáticas preponderantes es otra de las tareas de la investigación.
Entre los insectos de suelo, Ricci dijo que se está trabajando en el diagnóstico de las especies de los gusanos blancos: “Cuando encontramos diversidad de especies es alentador porque con el monocultivo y las prácticas agrícolas se tiende a la reducción de la diversidad. Hay una sola especie muy perjudicial y, a veces, está mal diagnosticada -continúa la investigadora- y entonces se hacen tratamientos químicos cuando no son necesarios. Por lo tanto, reconocer las especies dominantes de la región nos sirve para saber el grado de diversidad en los ambientes y saber si son necesarios los tratamientos químicos”.
Sin embargo, los estudios y la comprobación de los resultados del Manejo Integrado de Plagas son el primer eslabón de la cadena: “Ese conocimiento generado se transfiere luego a los técnicos, capacitándolos para que puedan manejar la identificación de esas especies”, finalizó Ricci.
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La investigación se llama “Aportes al manejo de plagas: estudios biodemográficos de áfidos (pulgones) presentes en pasturas implantadas y diversidad de insectos de suelo como indicadores de ambientes disturbados por el hombre” y cuenta con la colaboración de alumnos de Ingeniería Agronómica.