El doctor Oscar Orfeo, director del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL) y docente de la cátedra de Geología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), participó de una de las investigaciones más importantes que se hayan hecho sobre el río Paraná en los últimos años, junto a científicos de distintas universidades de Inglaterra, Canadá, USA y Argentina. Al intentar asociar el estudio de los ríos con los sedimentos que arrastran, Orfeo responde:
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-Habitualmente, cuando uno se refiere al río, se lo asocia con el agua, y está bien. Pero tiene que entenderse que no es sólo agua, ni es agua pura lo que el río lleva. Cuando un río fluye, además de agua transporta todos los materiales que incorpora en su contacto con el suelo, sean estos en disolución química, o en suspensión física. A esto hay que agregar una multiplicidad de componentes biológicos que no forman parte de mi objeto de estudio. En síntesis, podemos ver que un río moviliza un complejo sistema físico, químico y biológico en delicado equilibrio.
-¿Qué importancia tiene el estudio de este sistema?
-Conocer esta información tiene múltiples aplicaciones. Cualquier decisor político o analista ambiental que quiera intervenir el ambiente con la instalación de un puerto, un puente, un camino, una alcantarilla o, simplemente, modificar la localización de un balneario, necesita manejar una serie de componentes típicas del sistema.
-No se conoce un río sólo con la variación de su caudal en un período determinado
-Si bien el caudal es uno de los datos más importantes para caracterizar a un río, no es suficiente. Es necesario conocer no sólo la cantidad de agua que tiene un curso fluvial, sino además la cantidad y la calidad de sedimentos que transporta. Hay casos en que el río no arrastra muchos materiales, por lo menos en suspensión, y en otros sí y se hace imprescindible conocerlos y cuantificarlos.
-¿Dónde apreciamos esto?
-Si realizamos un tour imaginario partiendo de Corrientes hacia Resistencia, en primer lugar vemos una coloración turbia del Paraná. En algunos momentos del año es ligeramente rojizo debido a la influencia de los suelos de la alta cuenca de Misiones y Brasil, pero a medida que llegamos a la margen del Chaco, ese río de color rojizo cambia a un tono ocre. ¿A qué se debe esto?, a la influencia del río Bermejo. De esta manera vemos cómo la fisonomía de ambos tributarios es totalmente distinta su influencia y queda reflejada en los sedimentos que transportan a medida que confluyen y se mezclan. Estas diferencias definen la posibilidad de poder utilizarlos para cualquier propósito que se desee, desde la localización de un balneario hasta un proyecto hidroeléctrico.
-¿Es malo que un río tenga un elevado arrastre de sedimento?
-A diferencia de lo que sucede con una producción de granos o de papas, que tener una cosecha elevada es buena, en un río, una producción alta de sedimentos es muy mala, porque significa que estamos exportando suelo de la cuenca. Algunos de nuestros ríos están en cierto equilibrio, y otros tienen una fuerte actividad exportadora de materiales sólidos.
-¿Por ejemplo?
-El río Bermejo. Todo lo que toma de la alta cuenca (Bolivia y la zona cordillerana de Argentina) lo conduce al río Paraguay y, a su vez, lo lleva al río Paraná. Pero, contrario a lo que se pueda imaginar, las islas que posee el Paraná no son el producto de la sedimentación del Bermejo, sino del aporte de grano grueso o arena del Brasil. El Bermejo sedimenta directamente en el Delta. Para que se entienda mejor, el sedimento de grano fino va suspendido como un chorro de tinta (el aporte del Bermejo). El grano más grueso del material de arrastre, va en el fondo del río y forma las islas del Paraná.
-Algunos trabajos suyos vinculan el estudio de la dinámica de los sedimentos con el movimiento de las islas. ¿Cómo se aplica esta información?
-Las aplicaciones han sido inmediatas. Hemos sido consultados sobre la instalación de torres de alta tensión ubicadas en algunas islas del Paraná, concretamente para conocer el peligro de que la isla se desplace y la torre pierda sustentabilidad. Cualquier obra de ingeniería en sistemas naturales debe considerar las particularidades del ambiente que pretende intervenir.
-¿Cuánto conocemos del Paraná?
-Bastante. Hay cosas que son muy bien conocidas. En términos comparativos hemos avanzado mucho en el área de las ciencias de la tierra y las ciencias hídricas básicas. Sin embargo, hay aspectos que nos falta conocer mucho más, por ejemplo respecto de la influencia del fenómeno ENOS (El Niño) que no la tenemos del todo clara. Por el momento manejamos respuestas vinculadas a los conocimientos empíricos. La base conceptual todavía tiene bastantes aspectos oscuros.
-¿Qué tanto cambió el Paraná su cauce y consecuentemente los ríos interiores de la región NEA en los últimos cincuenta años?
-El río Paraná originalmente cruzaba en diagonal la provincia de Corrientes desde Ituzaingó hacia Esquina, constituyéndose en el principal agente modelador del paisaje que luego ocuparon los Esteros del Iberá. La explicación de este cambio en el sistema fluvial está dada por movimientos geológicos del subsuelo que se dieron durante los últimos cuatro millones de años, relacionados con el levantamiento de la Cordillera de los Andes. En el caso del río Bermejo, los cambios en el cauce se originan por movimientos laterales que no tienen relación con el tectonismo. El exceso de sedimentos transportado durante las inundaciones, hace que el río obture su propio cauce durante la bajante y busque salidas alternativas en los sucesivos períodos hidrológicos. Obras civiles básicas, como por ejemplo un puente, deben tener en cuenta la dinámica fluvial para evitar pérdidas de tiempo y también económicas. Hay ríos muy activos como el Pilcomayo, que van retrocediendo, muriendo, con un cauce que se rellena con su propio sedimento y pierde su longitud efectiva.
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En el caso particular de los ríos que constituyen límites políticos (ya sean intranacionales o internacionales) es necesario tener presente que se trata de un límite móvil con el que hay que saber convivir para no abrir litigios que no tienen sentido. En las crecientes un río ocupa el territorio correspondiente al cauce más el de la llanura de inundación, la cual es siempre un espacio que le pertenece al río, aunque no lo ocupe todos los años. Comprender esto es de vital importancia para diseñar un ordenamiento territorial adecuado, especialmente cuando se urbanizan las zonas ribereñas y se realizan negocios inmobiliarios muchas veces desaconsejados.