“La educación superior en Bellas artes pretende una comprensión profunda de la praxis disciplinaria inserta en las problemáticas actuales, dominantes en el campo del arte. Por ello, se requiere del docente una permanente formación profesional innovadora”, contó a Argentina Investiga la directora del proyecto, Anabel Solari.
> Leer también: Si la sociedad cambia, la universidad también.
El estudio de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) plantea la problemática que surge cuando entran en convivencia dos lógicas diferentes: la de la teoría académica y la de la propia experiencia individual del docente como productor de arte, es decir, el artista plástico. “La actualización del conocimiento, requisito fundamental de la práctica docente, se torna problemática en cuanto a la incorporación de bibliografía actualizada, es decir, la reinterpretación de teorías de otros autores, teoría acreditada por la academia. Pero este conocimiento se encuentra, muchas veces, muy lejos de la riqueza del proceso de invención /creación/ elaboración /montaje y exhibición que desencadena variadas experiencias”, desarrolló Solari.
En este punto, explicó la investigadora, es donde el objeto de estudio entra en conflicto. “Nos enfocaremos en la actividad artística de los docentes, sus obras, exposiciones, curadurías como elemento dinamizador o catalizador y su efecto en la enseñanza de taller que, a modo de dispositivo, funcionan articulando transmisión e innovación, percibidos como antagónicos, en complementarios y religando conocimientos dispersos con saberes específicos en una trama significante de cara al futuro”, indicó la investigadora.
Por otra parte, el proyecto plantea la necesidad de hacer de la praxis artística del docente una plataforma educativa que impulse la actualización del conocimiento propuesto en la clase. “Pensamos que la introducción de competencias transversales por parte de los docentes al utilizar como recurso privilegiado la propia experiencia, puede sortear estas dificultades de sincronía entre la enseñanza y lo que acontece en el campo artístico. Es decir, tratar de articular el mundo académico y el mundo real”, amplió Solari.
La investigadora advierte, además, el impacto de las nuevas tecnologías, la aparición de nuevos medios electrónicos de expresión, la incorporación masiva de la mujer al ámbito productivo, las nuevas formas de relación personal; la aceptación de la diversidad socio-cultural y el surgimiento de nuevos problemas de ámbito global como factores que se tornan en insumos configuradores de su situación actual. “En el campo artístico, la centralidad de la obra se ha desvanecido como objeto privilegiado de análisis y reflexión, al mismo tiempo que la figura del autor, junto a conceptos como el de ‘originalidad’ e ‘innovación’, valores modernos por excelencia”.
Asimismo, el proyecto trata de comprender la importancia de la inclusión de las experiencias en el ámbito cultural extra universitario y operar con ellas en el ámbito académico. Además, Solari agregó: “Queremos provocar el acercamiento entre docente-alumno, integrando la experiencia de la producción artística del docente a la práctica curricular del alumno”.
El equipo de investigación trabaja desde 2000 en Arte Contemporáneo, como zona de tensión y cruce de diversas disciplinas. El proyecto actual, llamado “Restituir la experiencia: práctica artística y docencia en el arte actual”, comenzó en 2012 y se encuentra en proceso. “Este es un proyecto que se desarrolla en el marco del Programa de Incentivos para Docentes Investigadores de la secretaría de Políticas Universitarias del ministerio de Educación de la Nación. Avanzar en la investigación formal o acreditada institucionalmente fue muy duro para los docentes de arte, porque el modelo se diseñó en base a las ciencias duras, pero se fue adecuando a las problemáticas específicas del arte con el transcurso de los años”, reconoció Solari.
> Leer también: Restauraron la obra “Chacareros”, de Antonio Berni.
“Las instituciones educativas y especialmente la Universidad se encuentran en el desafío de redefinir su posición respecto de la renovación y expansión del conocimiento. Observamos que, a nivel práctico, los planes de estudio de la carrera de Bellas Artes tienen un diseño que conserva la tradicional división disciplinaria del arte instaurada por la modernidad y esta división, que resulta eficaz en su implementación como asignaturas, genera saberes parcelados”, concluyó la investigadora.