El equipo trabajó anteriormente en el análisis cultural y literario del período denominado de “transición a la democracia” en Argentina.
A partir de estudios sobre la nueva narrativa argentina y la joven narrativa cordobesa, investigadores de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) analizan la manera en que habita en la literatura el golpe de Estado de 1976. El principal objetivo es relevar, en el campo de la ficción argentina de 2004 a 2011, textos narrativos que tematicen la Dictadura y sus consecuencias en el país para, luego, analizar los campos de sentido que producen (continuidades y rupturas con el canon literario nacional) y determinar las dimensiones culturales que estos discursos literarios establecen con otras prácticas culturales y estéticas (cine, teatro, plástica y música).
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“La última dictadura siempre está presente y nos marcó la inquietud de saber qué pasa ahora con el tema, qué cambios hubo, sobre todo después de la crisis de 2001 en la que aparecen otros actores sociales a participar en forma más activa y generan el pasaje de un tipo de discursividad a otro”, explicó Mariana Barcellona a Argentina Investiga.
El equipo considera como punto de partida un corrimiento discursivo que hizo que los discursos sociales aborden ciertas temáticas y que ya no lo hagan los discursos literarios. Además, en el período estudiado los discursos que surgen desde el Estado dejan de ser emergentes y contrahegemónicos, con lo cual se modifica el campo de su enunciabilidad y legibilidad, en especial, los de la ficción.
La literatura, como todo discurso artístico de producción estética, pudo narrar durante años aquello que otros discursos no podían decir. “A pesar de que siempre está la marca de nombrar lo innombrable, a pesar de que el periodismo hace un intento por echar luz a lo ocurrido desde 1976, en la literatura se podía hablar desde otro espacio, intuyendo cosas que de otra manera no podían decirse”, agrega.
Los investigadores coincidieron en afirmar que el cambio se produjo con la presencia de un Estado activo que se encargó de buscar la verdad, entonces “la literatura modifica los modos del decir utilizados cuando la Justicia no abordaba el tema y no había actores estatales que asumieran el rol de investigar, hacer saber y penalizar a los responsables”.
Si bien existe una importante producción e investigaciones sobre este tema, el valor de los estudios emprendidos en Villa María radica en que el equipo trabajó anteriormente en el análisis cultural y literario del período denominado de “transición a la Democracia” en Argentina, y desde ese lugar se propusieron avanzar sobre los nuevos procesos de construcción cultural de la memoria a partir de la intervención de las políticas de Estado sobre Derechos Humanos y cultura.
En tal sentido, el marco teórico retoma la periodización establecida por Carlos Gazzera en el libro “Ficciones del horror, literatura y dictadura”, donde se propone un esquema en tres etapas que permite abordar las ficciones argentinas desde 1983 a 2004. “Ahora, con más claridad, buscamos continuar el análisis del período iniciado entre 2003 y 2004, donde dialoga un conjunto de discursos performativos, construidos desde el Estado sobre la democracia, la cultura y la memoria, que modifican algunas de las conclusiones iniciales de aquel trabajo”, afirman.
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Cabe destacar que, en la última década, las investigaciones sobre memoria, política, cultura e historia reciente han proliferado, tanto desde las ciencias humanas como desde las ciencias sociales. En tal sentido, respecto del concepto de ‘memoria’, toman el abordaje que realiza Elizabeth Jelin en “Los trabajos de la memoria”, donde reconoce a las memorias como un campo “de disputas, conflictos y luchas, lo cual apunta a prestar atención sobre el rol activo y productor de sentido de los participantes en esas luchas, enmarcados en relaciones de poder”.