Gerardo Bertoluzzo y Omar Mosquera, investigadores de la UNNOBA.
“Las vibraciones mecánicas son las ondulaciones, oscilaciones, que hay en maquinarias, motores, carrocerías, partes móviles, y el trabajo del ingeniero es eliminarlas. En general, el volumen de las vibraciones mecánicas es perjudicial, pero hay otras que son provocadas en forma intencional porque se usan con fines específicos. Un ejemplo muy claro son los cinturones que se emplean para reducir tejidos adiposos y producir adelgazamiento y figuras estilizadas”, explica a InfoUniversidades el investigador Gerardo Bertoluzzo.
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El estudio de las vibraciones en uno u otro sentido siempre es necesario y positivo: hace unos meses se determinó que los colectivos de doble piso vibraban cuando viajaban a más de 90 kilómetros por hora y a raíz de ese estudio se limitó la velocidad para evitar riesgos.
A partir del uso intensivo de esas vibraciones mecánicas, Bertoluzzo propone llevarlas a una velocidad ultrasónica -mayor que la velocidad del sonido- y aplicarlas a un método ultracomplejo de soldadura: “Se ha comprobado que una soldadura cuyo arco vibra a una velocidad ultrasónica obtiene una resistencia mucho mayor. La resistencia de la junta soldada es mayor, la tenacidad es mayor y mayor es también la resistencia al desgarro y al impacto”.
El investigador compara la soldadura común con la que se hace a velocidad ultrasónica: “Cuando uno suelda habitualmente el arco está quieto con respecto a la pieza, pero si se hace a una velocidad ultrasónica el arco va a vibrar sobre la pieza unas 750 veces por segundo más o menos (depende del espesor de la junta a soldar) y el metal líquido se tamiza sobre la pieza soldada”. De esta manera, el metal líquido que proviene del aporte se zarandea en forma ultrasónica y su nivel de penetración aumenta. “Su penetración es muchísimo mayor en los lugares intersticiales. Además hay efectos electromagnéticos” especifica Bertoluzzo.
En la actualidad, el trabajo teórico se desarrolla sobre algunos ejemplos: la soldadura de un tanque contenedor de oxígeno líquido, que tiene que resistir megapascales de presión, es decir, millones de pascales, y la soldadura de una garrafa de gas de uso domiciliario.
“Pensemos en los cilindros contenedores de oxígeno líquido para uso industrial y medicinal, o en los enormes tanques que circulan por las rutas transportando gas licuado de petróleo, propano, butano. Nosotros apuntamos a desarrollar una soldadura ultracompleja que abarate el costo que hoy insumen esas soldaduras y garantice plenamente, con calidad radiográfica, la seguridad de las mismas”, describe el investigador de la UNNOBA.
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Además de Bertoluzzo, profesor de Mecánica Racional y de Física de la UNNOBA, trabajan en este proyecto de investigación el ingeniero Omar Roberto Mosquera, profesor de máquinas térmicas en la Universidad, y Gustavo Díaz Ciarlo, master en Matemática (Estados Unidos).