Interrogantes acerca de cómo viven los inmigrantes peruanos en Córdoba; cuáles fueron las motivaciones que los trajeron a la Argentina; en qué sectores trabajan; cuál es su verdadero nivel de educación y qué papel juega la construcción de redes sociales, fueron el motor de un estudio realizado por los investigadores Eduardo Bologna y María del Carmen Falcón, del Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la Universidad. En el análisis se muestra cómo la corriente de migrantes provenientes de Perú sufrió fuertes modificaciones con el tiempo. Estos cambios se advierten en su composición sociodemográfica y en la importancia, cada vez mayor, que adquieren las redes de vínculos construidas para poder sostener el proceso migratorio.
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En general, la inmigración suele ser explicada por factores de orden macro: se indaga en las causas políticas y económicas que incidirían en los flujos migratorios. Para esta perspectiva, la creencia de que más allá de la frontera existe un mejor tipo de cambio, empleo o calidad de vida, es lo que llevaría a las personas a migrar de su país. “Aunque no desconocemos el peso de estos factores estructurales, destacamos la influencia de otras causas de orden micro, como las redes de ayuda mutua y la circulación de información y contactos, que son los que verdaderamente sostienen la migración”, señala Bologna a Argentina Investiga.
Para realizar el estudio, se aplicó un cuestionario a hogares en los que se cuentan personas nacidas en Perú con el objetivo de caracterizar a la comunidad en términos de experiencia migratoria, integración a la sociedad receptora, inserción y trayectoria laboral, y sostenimiento de vínculos con el país de origen, además del papel de las redes sociales y los procesos implicados en la migración.
“Hay dos tipos de migración peruana hacia Córdoba -explica Bologna, demógrafo y director del estudio-. Los migrantes antiguos, que arribaron a partir de la década del sesenta motivados principalmente por estudio y capacitación profesional y, por otro lado, los migrantes recientes que llegaron a mediados de la década del noventa por razones laborales, y que representan a la mayoría (casi el 70 por ciento) de los peruanos que residen hoy en nuestra ciudad”.
Se trata de dos categorías de inmigrantes (los antiguos y recientes) que evidencian una composición sociodemográfica diferenciada: en los ‘60 la emigración estaba limitada a las clases sociales más acomodadas de la sociedad peruana que venían a estudiar, mientras que a partir de los ‘90 se observa que la migración se vuelve menos selectiva y alcanza a sectores sociales menos favorecidos.
Lo interesante es que, en ambos flujos migratorios, Córdoba tuvo un papel destacado. Primero, como destino temprano debido al atractivo que representaba la Universidad Nacional de Córdoba para los estudiantes peruanos y, tiempo más tarde, por el conocimiento que ya existía sobre la ciudad, lo que la situó como destino preferencial comparado con otras urbes del país.
Redes sociales, la clave
De acuerdo al estudio, las redes de vínculos juegan un rol clave en la expansión de las migraciones. Actúan facilitando el proceso migratorio y permiten que los grupos que no participaron en las etapas iniciales y riesgosas de los desplazamientos sean incorporados en forma gradual al proceso migratorio, a medida que aumentan las posibilidades de ayuda mutua. Así, la mayoría de los encuestados dijo que tenía compatriotas conocidos en Córdoba antes de llegar por primera vez, condición que aparece más acentuada entre las mujeres e inmigrantes recientes. Este último grupo señala, además, a los parientes como los principales referentes en nuestra ciudad, mientras que entre los llegados más temprano tienen más peso los amigos, dato que es “coherente con personas que llegan a la ciudad principalmente a estudiar”, razona Bologna.
Por lo general, la ayuda se da a través de alojamiento y la obtención del primer empleo, y la familia tiene un papel destacado en tanto que contribuye a mantener una estrategia socioeconómica en la que se reelaboran los vínculos familiares en el país de origen (tanto a nivel laboral como de reproducción social).
“La constitución gradual de redes migratorias, en parte, de ayuda mutua entre migrantes, y en parte, de contratación laboral, contribuye a consolidar la corriente y a generar un proceso autosostenido que fortalece los vínculos entre la ciudad de destino y diferentes localidades peruanas”, indica el especialista. En su opinión, la evolución de esta corriente migratoria se perfila a constituir una comunidad transnacional, es decir, un sistema social que cruza fronteras nacionales. Y agrega que, en esa comunidad, es habitual la movilidad de las personas y el intercambio tanto de bienes materiales (productos típicos, regalos y envío de dinero), como de toda aquella información que facilita la migración (datos sobre la existencia del lugar, posibilidades de trabajo, etc.).
Sobre este aspecto menciona que poder contar con información sobre la existencia de esta ciudad es clave y ello explica en parte porqué el flujo migratorio de peruanos hacia Córdoba en la última década supera al del resto del país. “En el proceso -señala- la migración se va volviendo menos dependiente de los desequilibrios entre las regiones de origen y llegada, lo que significa que los factores de orden macro económico y político ceden poder explicativo en favor de factores relacionales”.
La importancia creciente de las redes de vínculos se evidencia al observar que, aun cuando Perú tuvo un crecimiento acelerado de su Producto Bruto Interno entre 2000 y 2010 y realizó inversiones de orden social, el volumen de peruanos en Córdoba ha crecido a una tasa media del 6% anual, según datos del censo 2010.
Motivaciones e inserción laboral
La encuesta registró una distribución similar entre migrantes según el sexo. Este resultado va a contramano de la tendencia de orden general que apunta a la feminización de la migración. Aunque Bologna advierte que no es conveniente inferir generalizaciones de los datos, señala que la mayor proporción de varones es congruente con los primeros datos del censo 2010, que muestran un aumento de su peso relativo. Esto podría explicarse por un cambio en la demanda de mano de obra debido al crecimiento de la construcción en ese período.
En cuanto a las motivaciones que dieron origen a la migración, se encontró que más de la mitad de los peruanos que vinieron tempranamente lo hicieron para estudiar, mientras que esa proporción apenas supera el 14 por ciento entre los más recientes.
Además, se detectó que el promedio de edad de los encuestados es menor al registrado en el censo 2001, lo que sugiere un posible rejuvenecimiento originado en la presencia de migraciones recientes más jóvenes.
Un dato relevante es que se trata de una migración calificada: la mayoría tiene secundario completo o más. Sin embargo, la inserción laboral de estas personas al llegar se centra en actividades que suelen estar por debajo de su nivel de educación y calificación. De esta manera, el estudio arrojó que más del 30 por ciento de los recién llegados se emplea en el servicio doméstico y la construcción. Sin embargo, la comparación con la actividad que desarrollan en la actualidad muestra cierta trayectoria laboral ascendente, al menos para algunos, que logran establecerse como cuentapropistas, empleados de comercio y profesionales en detrimento de la disminución del servicio doméstico y, en mucha menor medida, en la construcción.
En los últimos años, se registra cierta mejoría en las trayectorias laborales individuales, aunque la construcción y el servicio doméstico siguen siendo los sectores más importantes. Entre quienes son cuentapropistas, la mayoría inicia emprendimientos familiares, como restaurantes, joyerías o locales de internet. El 16% realizaba tareas profesionales en Perú, porcentaje que baja al 2% al llegar a la Argentina y vuelve a trepar al 12% de las actividades actuales. La secuencia es compatible con la necesidad de revalidar títulos y establecer contactos. De la “cama adentro” (servicio doméstico con dedicación exclusiva) se pasa a empleada por horas, lo que implica mayor independencia y diversificación de las fuentes de contactos.
Continuidad de desplazamientos previos
Aunque Argentina siempre fue un destino importante para los peruanos -después de Estados Unidos, es el segundo país donde reside la mayor cantidad de peruanos emigrados-, a partir de la década del noventa se observa un marcado incremento en el número de personas nacidas en Perú que residen en nuestro país. Así, el volumen de inmigrantes peruanos se quintuplicó en sólo diez años (pasó de 16.548 habitantes en 1991 a 88.260 en 2001, según datos del censo 2001). En tanto que la principal área de asentamiento es la ciudad de Buenos Aires, seguida por la provincia de Buenos Aires (entre ambas concentran casi el 82 por ciento del total de peruanos en el país).
Si bien Córdoba ocupa el tercer lugar, la proporción de peruanos que vive en la provincia creció en forma acelerada en los últimos diez años, período en el cual se duplicó (pasó de 6.750 a 13.415 residentes entre 2001 y 2011). De acuerdo a Bologna, la migración recibida en Córdoba y el país entero es parte de desplazamientos territoriales que comenzaron antes, como migraciones forzadas dentro de Perú. “Hubo factores políticos y económicos de expulsión”, precisa. Entre los primeros, destaca las transformaciones del Estado peruano en la década del noventa, que implicaron la destrucción de un gran número de puestos de trabajo. Entre los segundos, menciona la violencia de grupos armados y del propio Estado sobre la sociedad civil. Y explica que existe “una relación entre la migración interna, es decir, dentro de Perú, y la internacional, de Perú hacia otros países”.
En ese sentido, indica que entre 1980 y 1984 comenzaron a intensificarse los desplazamientos internos, desde las sierras hacia las principales ciudades peruanas, empujados por el accionar de grupos como Sendero Luminoso. Sin embargo, señala que la principal causa de las migraciones internas fueron las desigualdades regionales dentro de Perú, originadas en la acumulación de capital en un número reducido de regiones y el empobrecimiento relativo de otras. Simultáneamente, entre 1988 y 1994, se inició un proceso emigratorio de peruanos de clase media hacia Estados Unidos y Argentina.
Los resultados relevados avalan esta perspectiva: casi la mitad de los migrantes mencionó tener una experiencia migratoria interna previa antes de llegar a Córdoba, en tanto que la mayoría indicó haber realizado ese desplazamiento después de 1980, en coincidencia con el contexto histórico señalado.
Más allá de las razones que empujan a las personas a migrar y de la composición de los grupos que llegan a Córdoba y otras ciudades del país, la migración es un fenómeno que debería ser valorado en términos de aporte a la cultura. “La migración contribuye a la diversidad, eso significa que aporta conocimientos sobre otras culturas y países y, de ese modo, enriquece nuestra propia cultura. La historia nos muestra que cuanto más diversidad existe, también hay más tolerancia, amplitud y posibilidades de convivencia pacífica”, cierra.
Legislación actual
Los movimientos migratorios hacia Argentina que se iniciaron a mediados del siglo XIX provenían mayoritariamente de Europa. Durante el siglo XX, se produjo una caída del volumen de la migración internacional y se modificó su composición: la migración no limítrofe perdió peso y en su lugar hubo un crecimiento sostenido de inmigrantes originarios del Cono Sur. Así, a comienzos de este siglo, dos tercios de los inmigrantes provenían de países limítrofes.
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Consultado sobre el trato legal hacia este último grupo, Eduardo Bologna señaló que Argentina ha tenido históricamente una legislación sobre migración regional de no consideración o inclusión del inmigrante. “Esto llevó a que la situación de los inmigrantes se regularizara de manera espasmódica, a través de amnistías”, indica. Pero en 2004 se promulgó una nueva ley de Migraciones (la Nº 25.871) que concibe a la migración como un derecho humano, al cual el Estado debe garantizar bajo los principios de igualdad y universalidad. Ello implica, por ejemplo, la igualdad de derechos entre nacionales y extranjeros en términos de acceso a la educación, salud, información, asistencia jurídica gratuita, y participación en las decisiones relativas a la vida pública y la administración de las comunidades donde residan. “La nueva ley implica un cambio de paradigma y un enorme avance, entre otras cosas, porque ofrece la posibilidad de residencia regular, lo que, entre otros aspectos positivos, restringe el uso del inmigrante como mano de obra vulnerable”, destaca.