Una medida que se toma para disminuir el impacto de la nueva pandemia puede estar incrementando los casos de dengue
Al inicio de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud alertó que la transmisión simultánea de dengue y la presencia de la enfermedad por el nuevo COVID-19 en algunas regiones podría ocasionar casos de coinfección y agravamiento por la superposición de síntomas y la dificultad extra en el manejo. Un equipo de científicas del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA) de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata y el Conicet creó un modelo matemático para determinar el impacto de las dos infecciones.
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En julio de 2020, la Organización Panamericana de la Salud declaró el alerta epidemiológico por dengue en pandemia y agregó, como posibles agravantes, la subnotificación, la demora en la consulta y la interrupción del control entomológico. Esta coepidemia resultó un motivo de preocupación en varios países de América Latina y Asia, y expuso la necesidad de estrategias de abordaje sanitario.
La doctora Paula Bergero, coautora del trabajo junto a la doctora Nara Guisoni, explicó a Argentina Investiga que el objetivo de esta investigación fue desarrollar una herramienta que nos permita representar la situación en lugares donde circularan dengue y COVID-19 al mismo tiempo, y así poder describir a aquella población que tuviera ambas enfermedades. Además, tuvimos en cuenta el efecto de la cuarentena y los posibles efectos de la pandemia sobre la epidemiología del dengue. Estos serían: la mayor permanencia en las casas, que es donde el Aedes vive y pica a las personas, el retraso en la consulta por evitar ir al centro de salud y, también, el retraso en el control del mosquito en caso de brote”.
“Nosotras simulamos una situación particular, en la que en una población donde circula el dengue con un brote en curso, aparece la epidemia de COVID-19 y se implementa una cuarentena para controlarla. ¿Qué nos dijo nuestro modelo en ese caso? Que si la cuarentena tiene el único efecto de reducir los casos de coronavirus, entonces se reducen también los casos de personas con doble infección. Pero si se tiene en cuenta, además, que la cuarentena implica un aumento de picaduras de mosquitos infectados y el retraso en el diagnóstico de dengue, entonces, aunque se reduzcan los casos de COVID, los de dengue aumentarán. Y ahí encontramos lo siguiente: sólo la cuarentena temprana hará bajar los casos de coinfección, mientras que, si se implementa más tarde, a pesar de circular menos COVID, los casos de coinfección no bajarán e incluso aparecerán antes”.
“Lo que aprendimos de esto es que una medida que se toma para disminuir el impacto de la nueva pandemia puede estar incrementando los casos de dengue y a su vez puede impactar en una población particular (los que tienen ambas infecciones) de una manera que no es nada obvia. Por supuesto, la situación de cada lugar es diferente y por eso hay que alimentar al modelo matemático, que es sólo una herramienta, con la información de cada lugar”.
Según las autoras “los modelos matemáticos han demostrado ser útiles para explorar distintas situaciones en la propagación de enfermedades, tanto endémicas como epidémicas. En el caso de la actual pandemia por COVID-19, las proyecciones realizadas mediante modelado han cobrado relevancia por su potencial ilustrativo, ya que permiten visualizar tendencias. Nuestro desarrollo consiste en un modelo matemático combinado que describe las dinámicas de propagación de dengue y COVID-19 en distintas condiciones epidemiológicas”.
Si bien el dengue y el COVID-19 no comparten el agente etiológico ni el modo de contagio, sí presentan similitudes, sobre todo en etapas tempranas. Su epidemiología tiene algunos puntos en común.
Por un lado, gran parte de los infectados cursa ambas enfermedades con sintomatología nula o leve: fiebre, dolores musculares y malestar general. Por otra parte, ambas presentan la mayor mortalidad en los pacientes de más de 65 años. Algunos hallazgos de laboratorio también son similares, puede observarse leucopenia, alteración de enzimas hepáticas y plaquetopenia. En un trabajo reciente, se informó que al menos el 3,8% de los primeros 116.974 casos confirmados de COVID-19 en la Argentina presentó síntomas compatibles con ambas enfermedades.
“La similitud en las etapas tempranas de ambas enfermedades podría causar, en caso de tener ambas enfermedades circulando, demoras en el diagnóstico de la infección por dengue, por SARS-CoV-2, o por ambas. Aunque finalmente pudo corregirse, al principio de la pandemia se describieron resultados falsos positivos en las pruebas serológicas para dengue en pacientes con COVID-19 en Singapur e Indonesia. Y cada vez más países fueron reportando casos de doble infección. Incluso un trabajo reportó que estas personas tenían un peor pronóstico. En ese contexto de incerteza, nos pareció útil abordar el problema con las técnicas que nos ofrece el modelado”, subrayó Bergero.
“El modelo que usamos es una representación de la población en la que se introducen dos enfermedades: una epidemia de COVID-19 y un brote de dengue, cada una con sus propios tiempos y mecanismos de propagación. Esta representación es matemática, escribimos mediante ecuaciones diferenciales los procesos que pueden ocurrir, como contagiarse, enfermarse y recuperarse. También incluimos las ecuaciones para los mosquitos, ya que son los que transmiten el dengue. Entonces, hacemos transcurrir el tiempo para una población simulada y los individuos pueden contagiarse con una enfermedad o la otra, o tener ambas al mismo tiempo en lo que se conoce como coinfección. Esa última es la población que nos interesa mirar, porque es la más difícil de detectar y porque, además, en el principio de la pandemia no se sabía si tenían un peor pronóstico.
”Con un modelo matemático estudian la coinfección simultánea con dengue y COVID-19. Para armar este modelo con dos enfermedades, las investigadoras unificaron dos modelos simples que se usaban por separado. Por un lado, el denominado SEIR (por susceptible, expuesto, infectado y recuperado), la base que se usa para el modelado de COVID. Por otro, un modelo también muy simple para dengue, que incluye la población de mosquitos, propuesto por Derouich y colaboradores. “Así, nos quedó un único modelo, el más simple posible, que incluye ambas enfermedades y permite que se ‘mezclen’ las afecciones. Por ejemplo, que parte de la población que está incubando COVID-19 pueda contagiarse de dengue o viceversa”, explicó Bergero.
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Para finalizar, la experta detalló que “cuánto más se superpongan las dos epidemias, mayor será la proporción de personas con la infección doble, y nuestro modelo ofrece una manera de visualizarlo. Es posible que la cuarentena para combatir el COVID-19 haya tenido efectos negativos sobre el avance del dengue, aumentando los casos. Nosotras estudiamos esto con el modelo matemático y vimos que, aunque empeore el brote de dengue, no es obvio lo que pasa con la población que se infecta con las dos enfermedades. Porque también influye el momento de la epidemia en que se implementan las medidas. El dengue puede empeorar y, sin embargo, puede ocurrir que los casos de coinfección se reduzcan o no. Justamente, la situación es compleja y el modelo que diseñamos es una herramienta que puede ser útil para abordarla”.