En la primera detectaron la presencia de algunos compuestos organoclorados en un canal al sur de Córdoba.
La intensificación de las prácticas agrícolas provoca la introducción creciente de plaguicidas en los sistemas de cultivo. Entre los activos de pesticidas que se aplican en Argentina se destacan, en primer lugar, los herbicidas como glifosato, ácido 2,4-dichlorofenoxiacético y atrazina; seguidos por insecticidas como clorpirifós, endosulfán y cipermetrina; y, en menor proporción, los fungicidas. Luego de su empleo, una gran proporción de los agroquímicos permanece como contaminante en el ambiente y, según sus propiedades físico-químicas, muchos de éstos llegan a los ambientes acuáticos provocando un deterioro de la calidad del agua.
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Por este motivo, un equipo de investigadoras de la UNVM realiza un monitoreo de 11 zonas diferentes de los ríos Tercero, Cuarto y otros canales y arroyos de la región para determinar si existen residuos de plaguicidas que excedan los niveles máximos permitidos por la reglamentación vigente.
“Los resultados obtenidos hasta el momento demuestran la presencia, en mínimas concentraciones, de algunos compuestos organoclorados, sólo en la muestra obtenida de un canal al sur de la provincia. Pero, como este muestreo se realizó en una época de alto caudal de los ríos (mes de marzo) su detección en agua resulta difícil. Por ello, creemos que en el segundo relevamiento que realizamos podríamos detectar residuos de estos compuestos en un mayor número de muestras, ya que coincide con un menor flujo de agua en los ríos y con un momento de mayor aplicación de plaguicidas, por las diferentes prácticas agrícolas y fruti-hortícolas”, explica a Argentina Investiga Carolina Morgante, directora del proyecto.
Al ser consultada acerca de los efectos que pueden ocasionar estos plaguicidas en la población, la investigadora aclara que, si bien estos compuestos pueden provocar diversos efectos sobre la salud humana, “en la región sólo se registraron esporádicos episodios de intoxicación aguda en organismos acuáticos, que ocasionaron la muerte masiva de peces, que son muy sensibles a estos compuestos químicos”.
Otro de los aspectos de la investigación está relacionado con el estudio de procesos de biorremediación que puedan ser utilizados en estrategias tendientes a remover los contaminantes de ecosistemas acuáticos. “En el laboratorio ya contamos con aislamientos nativos, adaptados a las condiciones de la región, capaces de crecer a altas concentraciones de 2.4D y de herbicidas como Atrazina. Estas bacterias ya se caracterizaron genéticamente y ahora realizamos experimentos de degradación que nos permitan seleccionar a las más eficientes”, revela Morgante. No obstante, remarca que el proceso “es complejo” y “requiere encontrar las condiciones óptimas para asegurar su éxito, lo cual también forma parte de los objetivos de nuestro estudio”.
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El equipo de investigación cuenta con la colaboración de científicos de otras universidades nacionales e internacionales, y está integrado por Carina Porporatto, Mariana Montenegro, Romina Bachetti y Natalia Ingaramo.