En Argentina se queman, en promedio, 400.000 hectáreas por año como consecuencia de incendios forestales, según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación. Una superficie equivalente a siete ciudades de Córdoba.
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De agosto a octubre, las condiciones meteorológicas favorecen la acumulación de biomasa seca. Por esa razón, el riesgo de incendios es muy alto durante esos meses.
Frente a esta problemática y a requerimiento del Sistema de Parques Nacionales, investigadores del Instituto de Altos Estudios Espaciales "Mario Gulich" (Conae-UNC), desarrollaron distintas herramientas informáticas para prevenir y colaborar en el control de incendios, mediante el uso de imágenes satelitales.
Una de ellas es el "Sistema de Alerta y Respuesta Temprana a incendios de vegetación" (SARTiv). Su finalidad es generar información de las condiciones que determinan el ciclo de ocurrencia de incendios en el país, tanto para anticiparlos como para detectarlos cuando suceden.
El diseño fue creado por Nicolás Marí, en el marco de su tesis para la Maestría en Aplicaciones Espaciales de Alerta y Respuesta Temprana a Emergencias (Aearte) del Instituto Gulich.
“A partir del diseño modular de esta arquitectura, fue posible generar nuevos espacios de trabajo, como el diseño de un índice de peligrosidad de incendios que funciona operativamente en el Centro Espacial Teófilo Tabanera (Conae) de Falda del Carmen (Córdoba)", explica el investigador.
Ese módulo predictivo permite anticipar las condiciones que en los próximos días se registrarían en relación al nivel de peligro de incendios en una determinada zona.
El SARTiv es un módulo informático pensado para generar mapas y subirlos a la web, de modo que estén disponibles para distintos usuarios. Se basa en la observación y seguimiento de las condiciones que determinan lo que en términos técnicos se denomina "ciclo de ocurrencia de incendios" y que consta de tres fases: prefuego, durante y posfuego.
En la primera etapa de análisis (prefuego), se trabaja con imágenes provistas por los satélites MODIS Aqua y Terra, ambos pertenecientes a la Nasa. “Se calculan índices de vegetación y se compilan series históricas. A través de ellas se procesan las anomalías y se establece la situación relativa de la vegetación en un momento dado. De esa manera, es posible inferir el peligro de incendios. Generalmente, este tipo de aproximación se realiza cada 16 días”, especifica Marí.
La detección de incendios corresponde a la etapa durante, y sirve para caracterizar la distribución espacio-temporal de los eventos. Para ello, se utilizan imágenes MODIS y también, actualmente, imágenes VIIRS.
“Los sensores térmicos permiten identificar los frentes de incendios o quemas a partir de la fuerte emisión de temperatura de las llamas. Una vez detectado, se calcula su posición y se la identifica con un punto, el cual lo representamos espacialmente con un par de coordenadas, que formarán parte de una amplia base de datos espacio temporal”, detalla Marí.
Además de la ubicación y el momento del frente ígneo, también se captura la energía irradiada por sus llamas. Esta medida aporta información de la magnitud con la que el incendio consume la vegetación y emite gases de combustión a la atmósfera.
La fase posfuego corresponde a las actividades de cuantificación de superficies quemadas y el análisis para su recuperación. Para eso se utilizan imágenes de los satélites Landsat 8, de la Nasa, y SPOT, perteneciente a la empresa fabricante Astrium. Es importante saber qué zonas se quemaron y si anteriormente habían sufrido episodios similares, para planificar estrategias de remediación eficaces.
Primer sistema nacional para estimar la calidad del aire
Otra de las investigaciones relevantes impulsadas en el marco de la maestría Aearte del Instituto Gulich, es el trabajo de María Fernanda García Ferreyra, quien aplicó un sistema para modelar la calidad del aire en Argentina.
Se trata de un abordaje inédito a nivel nacional, que básicamente sirve para estimar qué sucederá en la atmósfera con los contaminantes que se trasladan en el aire.
“A partir de bases de datos de emisiones de contaminantes, por distintas fuentes y localizadas en distintos lugares, estimamos cómo se transportarán esos contaminantes según las condiciones meteorológicas y cómo reaccionarán por la presencia o ausencia del sol, o por cómo se encuentran con otros contaminantes”, describe García Ferreyra.
El sistema sirve para advertir a la comunidad sobre los niveles tóxicos del aire, luego de eventos desastrosos como incendios.
“A veces tenemos la idea de que los contaminantes que se emiten en un lugar sólo afectan a las poblaciones de ese lugar pero, en realidad, al ser transportados, esos contaminantes sufren procesos químicos que pueden volverlos más peligrosos”, puntualiza la joven.
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“Este sistema de modelado funciona operativamente y desde un sitio web al que se puede entrar y ver el pronóstico de la calidad del aire hasta tres días, y anticipar cómo se mueven esos contaminantes en la atmósfera. De ese modo, podemos aportar información para prevenir situaciones de riesgo”, completa.