En un país tan extenso como Argentina, se multiplican las maneras de utilizar el idioma y eso hace que cada provincia posea su idiosincrasia, también en su forma de hablar. En Mendoza, se utiliza la lengua de un modo típico, y es por esto que docentes de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo emprendieron un estudio que describe las particularidades del habla mendocina y que tiene como objetivo final elaborar un diccionario que pueda ser utilizado en escuelas y por los extranjeros.
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Por la ubicación geográfica de la provincia y por circunstancias históricas, el habla mendocina tiene muchos elementos en común con San Juan y con San Luis, en el ámbito nacional, y con Chile, por ser un país vecino. “Surgió la idea de rescatar del olvido refranes y expresiones que los cronolectos mayores conocíamos y que formaban parte de nuestra cultura, pero no de la de los jóvenes. Además, nos pareció interesante que los numerosos extranjeros que venían a nuestra provincia para aprender español estuvieran en contacto con esa cultura ancestral”, explica la profesora María del Rosario Ramallo, una de las docentes a cargo de la investigación.
Y sigue: “Por otra parte, estamos insertos en el mundo que ha acortado distancias y ha universalizado, entre otras cosas, términos del habla diaria: vamos al shopping, recibimos por día infinidad de mails, se nos recomienda abrir un blog... La globalización nos ha alcanzado y, día tras día, hacemos la defensa de lo regional, pero no podemos aislarnos del resto del universo de la comunicación”.
Para comprender los alcances de esta investigación es necesario partir de la diferencia entre lengua y habla. La primera hace referencia al idioma, entendido como un sistema abstracto, en cambio, el habla es la realización concreta de ese sistema. “En el habla podemos diferenciar variedades impuestas por los lugares (diferencias diatópicas), por los estratos socioculturales (diferencias diastráticas) y por los modos de expresión (diferencias diafásicas). A cada una de esas diferencias corresponde un tipo de unidad: a las diferencias diatópicas, corresponden los dialectos; a las diferencias diastráticas, los niveles; a las diferencias diafásicas, los estilos”, detalla Ramallo.
El habla mendocina posee diferencias respecto de otras provincias: “Existen dos características fónicas: la pronunciación de nuestra ‘erre’, que no es vibrante como la de Buenos Aires sino fricativa asibilada; y la aspiración de las ‘eses’ en final de sílaba o de palabra, sobre todo cuando se habla en familia o en situaciones de informalidad. Una característica morfosintáctica, por la que nos individualizan en otras provincias, es la utilización del artículo ante nombres propios: ‘la’ Cecilia, ‘el’ Roberto” señala Ramallo.
El proyecto también contempla las actividades agroeconómicas que se reflejan en el léxico de los oficios mendocinos. “Focalizamos en lo que más nos caracteriza ante el mundo. Quizás nos dejamos llevar por el criterio turístico con que se ‘vende’ nuestra provincia, ya que la actividad agroeconómica que nos identifica es el cultivo de la vid y toda la elaboración y comercialización que se derivan de ella”, destaca la docente entrevistada por InfoUniversidades.
Y agrega: “No podemos olvidar que nuestra provincia vive gracias a la acción del hombre sobre un medio adverso y que en ello cumple un papel fundamental el agua como elemento vivificador. Hay, entonces, un léxico del agua en el que debemos indagar”. Por ejemplo, y en relación con la importancia del agua en los cultivos, en el habla mendocina existe el término “tomero”. El vocablo no figura en el diccionario de la Real Academia, ni tampoco en los diccionarios de léxico argentino. “El tomero es el encargado de administrar el agua entre los regantes de una hijuela, como así también debe mantenerla limpia y abrir las compuertas de los canales derivadores, en caso de creciente”, según definen los investigadores locales.
Otro término que adquiere una connotación especial en Mendoza es el de “contratista”. Según la Academia, un contratista es una persona que, por contrato, ejecuta una obra material o está encargada de un servicio para el gobierno, para una corporación o para un particular. En Mendoza, el contratista es un personaje de vital importancia en relación con el cultivo de las viñas, hasta el punto que sus ganancias representan un porcentaje de lo obtenido en la cosecha. Incluso, la legislación provincial se refiere al derecho a vivienda que tiene el contratista de viña.
Dichos, refranes y proverbios
El autor Gonzalo Soto Posada diferencia entre “dicho”, “refrán” y “proverbio” o “adagio”. Así, acepta para “dicho” la definición de la Real Academia al considerarlo como “un conjunto de palabras que expresan cabalmente un concepto”. Pero si el dicho posee un origen remoto y popular, y además refleja una posición sobre aspectos de la vida, se trata de un “refrán”. En el caso de ser breve, sentencioso y fijo, y de contener una máxima o sentencia de orden estrictamente moral, estaremos en presencia de un “proverbio” o “adagio”, según explican los investigadores.
María del Rosario Ramallo cita algunos ejemplos que dan cuerpo a su investigación: “En Mendoza tendremos como ‘dichos’, por ejemplo, ‘deja(d)o de la mano de Dios’, para señalar que una persona o cosa está abandonada, descuidada; ‘hacerse humo’, para denotar la salida de alguien en forma rápida y disimulada; ‘estómago resfria(d)o’ para designar a alguien indiscreto, poco reservado; ‘la muerte peluda’, cuando se quiere aludir a algo muy raro, enrevesado o complicado; ‘con la cola entre las piernas’, para calificar a alguien amilanado, temeroso, acobardado”.
En cambio, serán refranes usados en Mendoza, por reflejar una posición ante la vida: “Lo que se hereda no se hurta” para señalar las cualidades innatas y no aprendidas de una persona; “No me apuren si me quieren sacar bueno”, en donde se advierte al impaciente que, por apremio, puede malograr un hecho; “Mientras los gatos pelean, los pericotes engordan”, versión regional de “Cuando faltan los gatos, bailan los ratones” para indicar que, ante la falta de claridad en el desarrollo de un asunto, siempre se benefician los más astutos.
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El trabajo completo será plasmado en un diccionario que incluirá fraseología que se usa en Mendoza en la primera década del siglo XXI, sea de origen autóctono o adaptaciones de frases de otros lugares. “Pretendemos darle un fin didáctico: en primer lugar, en las escuelas, como una manera de conservar estas muestras de cultura ancestral; en segundo lugar, para uso turístico y de enseñanza de español para estudiantes y visitantes extranjeros”, concluye la profesora Ramallo.