Depósitos aflorando en un corte de camino en El Durazno, al oeste de Santa Rosa, La Pampa.
Los depósitos ya habían sido descriptos para la zona central de La Pampa y una parte de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, el estudio revela que su extensión es más amplia. “Quizás son más de 200 mil kms cuadrados”, indica a Argentina Investiga Marcelo Zárate, doctor en Ciencias Naturales y profesor de la Universidad, responsable del estudio junto a Alicia Folguera, geóloga del Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR).
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La distribución geográfica comprende el norte de Río Negro, una parte considerable de la provincia de La Pampa, el suroeste y sudeste de la provincia de Buenos Aires y el sudeste de Mendoza. Desde San Rafael hasta los sistemas serranos de Tandilia y Ventania, estos sedimentos se depositaron y conformaron la geografía actual de la zona.
Los resultados del estudio permiten entender la configuración geográfica actual: “Ahora se puede explicar por qué hay ríos en el oeste, por qué no hay nada en la parte central, por qué hay médanos, entre otras cosas más puntuales”, explica Zárate.
Luego del retiro del Mar Paranense (llamado así debido a los primeros fósiles marinos encontrados en las barrancas del río Paraná, que probaron el ingreso del océano Atlántico en amplias zonas de la Argentina), en la región central comenzaron a acumularse los sedimentos. El primer ciclo fue durante el Mioceno Tardío (desde 12 – 11 millones de años hasta alrededor de 6 millones de años), mientras que el segundo se produjo durante el Plioceno (entre los 6 y 3 millones). Ambos períodos constituyen subdivisiones (del Neógeno) en el calendario geológico de la Tierra.
En el área estudiada predominan los depósitos del Mioceno, que son más antiguos. Los del Plioceno, más recientes en términos geológicos, ocupan un área más restringida. Se ubican en la cuenca del Colorado y el sudeste de la provincia de Buenos Aires. “El trabajo advierte que la zona de acumulación se habría corrido durante el Plioceno desde el norte hacia el sur”, sostiene Marcelo Zárate.
Los sedimentos están compuestos por limos y arenas finas limosas, de color castaño rojizo, de aspecto macizo y con mucha tosca (carbonato de calcio). Estas partículas tienen su origen en la actividad volcánica producida en la Cordillera de los Andes. Una parte se depositó por la caída directa, producto de las erupciones, mientras que otra lo hizo por intermedio de la acción del viento. Incluso, hay evidencias de que en algunos sectores fue transportada por el agua. La vasta extensión de los depósitos está enmascarada por una cubierta de depósitos mucho más recientes acumulados por el viento.
Sin embargo, esta zona no es homogénea. El subsuelo presenta variaciones en su conformación geológica (distintos tipos de rocas y estructuras) que se manifiestan en el paisaje de la región. Así, en el oeste de La Pampa, por ejemplo, existen grandes fracturas geológicas. Se presentan como desniveles topográficos; una especie de pared irregular que se levanta en el terreno y que representan el frente de una falla. Esto cambia la visión de la zona y de la llanura pampeana, como únicamente una planicie.
La edad de los depósitos se estableció a partir de sus contenidos fósiles. Los sedimentos hallados son muy ricos en restos de vertebrados de ambiente continental, especialmente de mamíferos. “Utilizando el criterio paleontológico se puede establecer en términos relativos si un depósito con determinados contenidos de restos fósiles, que presentan cierto grado evolutivo, es más viejo o más joven que otro”, dice Marcelo Zárate. A partir de este criterio, que se basa en el principio de la evolución, se pudo establecer la edad aproximada.
En la fauna fósil hallada aparecen diversos roedores. También se encontraron reptiles, como tortugas y serpientes, y animales típicos del continente sudamericano, muy similares a los actuales. Entre la fauna carnívora, se destaca la presencia de aves gigantes, encontradas en unas salinas en las cercanías de Macachin, La Pampa. Por el contrario, no se han hallado restos de flora, debido a las condiciones ambientales imperantes que no permitieron su conservación. “Lo que podría llegar a haber en los sedimentos es granos de polen. Y estudiándolos, se pueden relacionar con las familias productoras o los grupos de plantas que los producen”, comenta el investigador.
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El clima de aquel período de la era Cenozoica era probablemente templado-cálido y semiárido a subhúmedo. Los inviernos no eran demasiado fríos y, según varios autores -aclara el especialista- era comparable con los ambientes de tipo chaqueño.