Investigadores de la Planta Piloto de Ingeniería Química (PLAPIQUI), del Conicet Bahía Blanca y la Universidad Nacional del Sur, junto a expertos de otras universidades nacionales, estudian la posibilidad de usar celdas de hidrógeno como fuente de energía con usos múltiples y, así, restringir la emisión de gases que suman al efecto invernadero.
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Utilizado en celdas de combustible, el hidrógeno permite obtener energía eléctrica con máxima eficiencia. Además, es uno de los elementos más abundantes en la naturaleza con capacidad de generar energías limpias ya que no es contaminante y su único subproducto es el vapor de agua. Según explicó a InfoUniversidades el doctor Daniel Borio, el objetivo es lograr un generador de corriente a través del hidrógeno, para minimizar el consumo de combustibles fósiles.
El hidrógeno elemental es producido industrialmente a partir de hidrocarburos como, por ejemplo, el metano. La mayor parte del hidrógeno elemental se obtiene “in situ”, es decir, en el lugar y en el momento en el que se necesita. Además, puede obtenerse a partir del agua por un proceso de electrólisis, pero resulta un método mucho más caro que la obtención a partir del gas natural. “El problema es que el hidrógeno es un gas que en la naturaleza no existe libre sino que está combinado, y es necesario diseñar procesos que lo generen y lo purifiquen. Eso es lo que se hace, con reacciones químicas, para volverlo apto y que pueda ser usado en celdas de combustible” indicó Borio, doctor en Ingeniería Química.
El especialista explicó, además, que las celdas de combustibles son como una pila, pero que generan energía en forma permanente. Son muy útiles como fuentes de energía en lugares remotos. Por ejemplo, naves espaciales, estaciones meteorológicas alejadas, parques grandes, sedes rurales y también en ciertos usos militares.
Una célula de combustible convierte, normalmente, la energía química de combustible en electricidad. En principio, funciona como una batería pero, a diferencia de ésta, no se agota ni requiere recarga. En contrapartida, tiene alto costo para convertir los elementos que necesita. Podrían reemplazar a los motores de combustión interna en automóviles, autobuses, camiones y aún embarcaciones y locomotoras.
La primera celda de energía fue construida en 1839, pero el verdadero interés por su funcionamiento como un generador práctico de energía comenzó en la década de 1960, cuando la NASA eligió las celdas de energía para proporcionar electricidad y agua a las naves espaciales Gemini y Apollo.
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Ahora, se analiza utilizarlas en automóviles. El investigador indicó que, en general, el hidrógeno se logra a partir del gas natural y que en la Planta del Conicet donde se desempeña se estudia producirlo con bioetanol. “Además, se trabaja con ensayos en una red conformada por diversas universidades e, incluso, se realizan prácticas a mayor escala en una planta especial ubicada en la Universidad de Buenos Aires”, concluyó.