"El oficio teatral puede alcanzar el rango de poesía. O, más aún, de acto trascendente". La frase pertenece al prestigioso director e investigador teatral Eugenio Barba que, en una visita maratónica a Buenos Aires, fue distinguido con el título de Doctor Honoris Causa del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) en el foyer del Teatro Nacional Cervantes. Este teatro fue el que recibió en 1986 al Odin Teatret, el grupo que dirige Barba, en lo que fue su primera presentación en el país.
El doctorado es el primero que otorga el IUNA, además de ser también el primero que Barba recibe en Argentina. “De nacimiento y escuela soy italiano. De educación política, noruego. Profesionalmente, polaco”, señaló Barba a InfoUniversidades. Su condición de inmigrante crónico lo conduce a concebir el trabajo teatral con un sello particular: la diversidad. Discípulo de Jerzy Grotowski, el fundador del Odin Teatret, Barba investiga distintas formas de la teatralidad provenientes del contacto con las más variadas culturas de Oriente y Occidente. Verdadero innovador del arte escénico, incorpora simultáneamente a sus obras los principios del teatro kathakali de la India, del Noh japonés y de la ópera china.
El teatro es la forma que encuentra Barba para sobrellevar el rechazo y un “prejuicio cultural o nacional, convirtiéndome en un artista que, a través de la puesta en escena de una obra más o menos original o interesante, logra camuflar su propia diversidad”. Esta experiencia fue compartida con un grupo de gente en su misma situación: jóvenes que habían sido rechazados por la Escuela Nacional de Teatro. Con esa premisa nace en 1964 el Odin Teatret, un grupo autodidacta que se inventa creando una manera propia de hacer teatro.
“De la historia del Odin Teatret, de las relaciones que hemos instaurado, de nuestras estrategias de supervivencia, me interesa sobre todo el aspecto del rechazo y de la evasión”, explicó el maestro. Una de esas estrategias de supervivencia tiene origen en el traslado del grupo de Noruega a Dinamarca y en la necesidad de comunicarse con los espectadores a través de espectáculos que no estuvieran basados sólo en la interpretación de un texto, sino en acciones dirigidas a captar la atención en el plano sensorial por medio de la voz y el movimiento del cuerpo, un método representativo. En la charla abierta brindada por Barba y Julia Varley en el departamento de Artes Dramáticas del IUNA, se apreciaron algunas de las técnicas de trabajo vocal que los integrantes del Odin Teatret aplican en sus propuestas.
A más de cuarenta años de su formación, el Odin es un ejemplo de longevidad para un grupo teatral. Para Eugenio Barba, el sentido de esa permanencia no tiene que ver tanto con la idea de un teatro multicultural que reúne a actores de distintos países, lenguas y continentes, sino más bien con el contacto con esos “mundos diversos transformados en una vía que nos permite tomar distancia de nosotros mismos, de nuestros propios orígenes, del propio mundo de pertenencia, para generar algo diferente”.
En la obra Caballo de Plata, Barba explica que todo cuerpo teatral consta de tres órganos: el bios, el ethos y un tercer órgano indescriptible e “inaferrable. Es la temperatura irracional y secreta que vuelve incandescentes nuestras acciones”. Acaso por eso su discurso de agradecimiento por el Doctorado Honoris Causa se llame “Elogio del incendio”. Allí afirma: “En el teatro, en esta 'tierra del fuego’, aparecen dos naturalezas diferentes. Una es catástrofe, la otra transformación. Una destruye, la otra refina, refuerza el hierro y separa el oro del lodo al que está incorporado. De este segundo fuego hago el elogio. De este segundo fuego nuestra profesión extrae su vida y su valor. Su danza”.
Longevidad, perseverancia, resistencia son algunos de los términos que se escucharon en el colmado foyer del Teatro Nacional Cervantes y que están legítimamente asociados al trabajo de Eugenio Barba, un artista revolucionario y transformador, un “granillo de arena, y no aceite, en la maquinaria del mundo”.