nvestigadores de la Universidad Maza buscan optimizar el uso sustentable de tierras agrícolas a partir de un trabajo conjunto con técnicos del sector y productores, destinado a generar herramientas para mejorar el uso del suelo.
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El estudio se planteó desde un enfoque participativo que trajo aparejados diversos beneficios: permitió obtener indicadores aplicables a nivel local, brindar información relevante, posibilitar la realización del seguimiento de forma autónoma, establecer la situación de sustentabilidad actual y definir estrategias de mejora.
La etapa inicial, de recolección de información y de diálogo, se desarrolló durante el aislamiento por la pandemia. Esto ocasionó algunas dificultades en los índices de respuesta y de finalización de cuestionarios. La referente del proyecto, doctora Roxana Piastrellini, sintetizó que “los principales problemas que perciben los productores agrícolas en relación al uso de la tierra son la textura (suelo arcilloso para algunos y suelo arenoso para otros), la escasez de materia orgánica y la compactación”.
Frente a estas situaciones, la propuesta es incrementar el uso de inputs externos (por ejemplo, aumentar las dosis de fertilizantes) e intensificar el laboreo del suelo. Sólo el 30% plantea estrategias que tienden a la sustentabilidad como, por ejemplo, la incorporación de cultivos de servicio, que son aquellos que no tienen la finalidad de ser cosechados.
Esto último pone en evidencia que hay nuevas y mejores formas de agricultura que aún se desconocen. De hecho, “gran parte de los productores desconocen las funciones del ecosistema nativo circundante y no perciben sus beneficios, refiriéndose a este como un claro o campo vacío porque no están al tanto de que que este cumple diversas funciones como la regulación hídrica, la disminución del riesgo de erosión, la conservación y la formación del suelo, la conservación de la biodiversidad, entre otros, que pueden beneficiar a la producción agrícola” indicó Piastrellini a Argentina Investiga.
Una mayor diversidad mejora el control biológico de plagas y enfermedades del cultivo y puede incrementar la polinización y el rendimiento de este último cuando el ecosistema nativo circundante se encuentra en buen estado.
Para poder avanzar de forma concreta en lo referido a sustentabilidad se definieron cinco dimensiones de análisis: manejo del suelo; manejo de plagas, enfermedades y malezas; manejo del agua; manejo de residuos y control de adversidades climáticas. Para cada una de ellas se diseñaron indicadores que permiten medir el desempeño de los sistemas agrícolas en relación con prácticas sustentables y se elaboró un índice sintético para cada dimensión. Finalmente, los índices sintéticos se integraron en un único índice de sustentabilidad ambiental.
“El indicador desarrollado se aplicó a 23 fincas frutícolas y vitícolas de Mendoza. Los resultados obtenidos confirman la importancia de desarrollar indicadores integrados, que permitan abordar diferentes aspectos de la sustentabilidad ambiental, que consideren las prácticas de manejo específicas de los sistemas agroproductivos y que involucren variables de fácil conocimiento por parte del productor”, cerró Piastrellini.
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Este no es el único proyecto en la materia y permitió reforzar vínculos entre la Universidad Juan Agustín Maza, técnicos extensionistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), docentes del Instituto de Educación Superior Docente y Técnica 9-001 y productores de la zona Este de Mendoza.