Tapa del libro "Vivir en la villa".
Las causas que hacen a que se llegue a vivir en la villa, la forma en que ven al barrio y a sus vecinos los habitantes que arriban a ella, y la cuestión de si es viable hablar de una identidad villera, son algunas de las cuestiones que trata la antropóloga Cristina Cravino, en el libro “Vivir en la villa”, recientemente editado por la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Cravino es doctora en Antropología de la UBA y se desempeña como investigadora - docente del Instituto del Conurbano de la UNGS. Sobre este tema también ha publicado los libros “Resistiendo en los barrios”, “Los mil barrios (in)formales”, “Las villas de la ciudad. Mercado e informalidad urbana”.
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“Las trayectorias habitacionales de quienes viven en las villas son diversas y están relacionadas con movimientos de ascenso y descenso social y procesos migratorios. Las villas dan cobijo a aquellos que son desplazados de otras formas de habitar la ciudad, debido a la fuerza del mercado inmobiliario”, relata Cravino a InfoUniversidades.
La investigación presenta trayectorias y estrategias habitacionales de los habitantes de las villas de la Ciudad de Buenos Aires. Se realizaron entrevistas en profundidad (67 casos) e historias de vida (12 casos) en las villas 21-24 de Barracas, 1-11-14 del Bajo Flores y la villa 31-31 bis de Retiro. También se utilizaron datos complementarios de villas y asentamientos del conurbano bonaerense.
“En la selección de casos se intentó tomar diferentes orígenes y situaciones que permitan explorar las singularidades y generalidades, ya sea de argentinos o extranjeros (bolivianos, paraguayos, peruanos, uruguayos), los entrevistados provienen en su mayoría de centros urbanos y muestran cómo las redes primarias, es decir, las familiares, son los recursos primordiales al momento de decidir dejar el lugar donde se vive para buscar otro trabajo o mejor suerte en otra ciudad o país”, explica la autora.
Si bien las villas son un signo visible de la pobreza, los que llegan allí buscan escapar de ella, ahorrando el pago de un alquiler o una pensión, poder dedicarse a alguna actividad económica o poder acudir a instituciones de ayuda social, además de contar en las cercanías con escuelas y centros de salud. También debe quedar claro -insiste la investigadora- que existe una fuerte heterogeneidad de las condiciones de vida e ingresos dentro de cada una de las villas.
En cuanto a la sociabilidad barrial, la posición que plantea la investigación es que en las villas de la Ciudad de Buenos Aires existen tanto vínculos de reciprocidad que hacen que los vecinos valoren su propio barrio, como situaciones de violencia o inseguridad, que constituyen preocupaciones cotidianas para ellos. También existen situaciones de competencia por los recursos estatales.
“La identidad villera es una construcción conflictiva de sentidos. En general, los habitantes de la villa intentan sostener una imagen positiva del barrio. Sin embargo, la imagen que prima es la que los acusa moralmente y los coloca como sujetos sospechables de cometer delitos. Esta imagen imperante en la opinión pública deslegitima cualquier acción del Estado que apunte a mejorar la condición de vida de los habitantes de estos barrios”, expresa la investigadora.
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Como reflexión final plantea: “El crecimiento o surgimiento de nuevos barrios no se restringe a un problema de déficit habitacional. Las villas son espacios de la ciudad sin estatus de ciudad, pero innegablemente parte de la dinámica urbana metropolitana. Entonces, la cuestión villera muestra la construcción ideológica de la ciudad”.