Numerosas especies de plantas superiores producen metabolitos secundarios a los cuales se les atribuyen funciones ecológicas y de defensa contra microorganismos y fitófagos, por lo que se constituyeron en los primeros insecticidas naturales. Éstos fueron dejados de lado con la aparición de insecticidas sintéticos (clorados, carbamatos, piretroides y otros), pero el uso continuo e indiscriminado de estas sustancias provocó serios problemas globales como la contaminación del medio ambiente, la acumulación de residuos tóxicos en los alimentos con perjuicios para la salud humana y animal, efectos negativos sobre insectos benéficos y la resistencia a ellos por parte de los organismos nocivos.
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En los últimos años se está retornando al uso de las plantas como fuente de pesticidas más seguros para el medio ambiente y la salud humana. Es por esto que en el Instituto de Tecnología de la Madera (ITM) de la Facultad de Ciencias Forestales, se desarrolla un proyecto de investigación dentro del cual hay una línea sobre insecticidas de origen vegetal, a cargo de la ingeniera María Elena Carranza y de Magalí Acosta.
Su objetivo es determinar la eficacia insecticida de preparados, a partir de algunas especies vegetales seleccionadas existentes en la provincia de Santiago del Estero (de las que se conoce su efecto insecticida y en otras de las que se sospecha que tienen dicho efecto), sobre algunos insectos que originan daños en la foliación, en los frutos o en la madera, y que constituyen un problema de interés regional.
Según indicaron las especialistas a Argentina Investiga, dentro de las especies vegetales estudiadas se destacan el Paraíso (Melia azedarach; Fam. Meliaceae): frutos maduros e inmaduros; Jarilla (Larrea divaricata; Fam. Zygophyllaceae): tallitos y hojas; Pacará (Enterolobium contortisiliquum. Fam. Fabaceae): frutos; Mistol (Zizyphus mistol Griseb. Fam.: Rhamnaceae): corteza; Guayacan (Caesalpinia paraguariensis. Fam. Fabaceae): frutos; Itin (Prosopis kuntzei. Harms: Fam.: Mimosaceae) frutos; Eucaliptos (Eucalyptus globulus, cinerea, camaldulensis; Fam.Mirtaceae): hojas; Vinal (Prosopis ruscifolia. Burkart. Fam Mimosaceae) hojas y corteza; Aguaribay (Schinus molle var. areira. D.C. Fam. Anacardiaceae) hojas; Paico (Chenopodium ambrosoides Fam. Chenopodiaceae) hojas y tallitos; Atamisqui (Capparis atamisquea Kuntse. Fam.Capparaceae) hojas y tallitos y Lantana (Lantana camara Fam.Verbenaceae) hojas.
Los insectos estudiados en la primera etapa son especies del género Bruchidae: coleóptero, que atacan las semillas de Prosopis alba. El daño se produce al alimentarse las larvas de las sustancias amiláceas y del embrión de la semilla, vaquita del olmo (Xanthogaleruca luteola), un coleóptero que ataca a los olmos desfoliándolos, y Torneutes pallidipennis Reich (Coleoptera, Cerambycidae), insecto barrenador de la madera que ataca al algarrobo blanco y al negro (Prosopis alba y nigra).
El método que se utilizó en esta investigación consiste en la obtención de muestras (aproximadamente ½ kg) de las partes seleccionadas de cada una de las especies estudiadas, a las cuales, una vez secas, se les reduce su tamaño para su posterior extracción por diferentes métodos, según el caso (extracción por arrastre por vapor, maceración, infusión, decocción o extracción con etanol en frío o mediante equipo soxhlet).
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Una vez obtenido el extracto se preparan distintas concentraciones. Para realizar el ensayo biológico con los insectos objeto del estudio se prueban los extractos de cada una de las especies, mezclas de ellas o con el agregado de otras sustancias (jabón, cal, aceites, etc.). Se determina el efecto sobre éstos (repelencia, supresión, inhibición, disuasión, etc.) y se cuantifica su eficacia.