A partir de un convenio de cooperación institucional entre el Ministerio de Salud de la Nación y la Facultad de Psicología de la UNR, se realizó un estudio llamado "Salud mental en la infancia. Estudio epidemiológico de la población de 3 a 13 años en la ciudad de Rosario".
Del informe se desprende que el 77% de los niños tiene sus necesidades básicas satisfechas, y el resto tiene al menos una insatisfecha. El casco céntrico y el macrocentro de la ciudad conforman el área categorizada como de “muy buenas condiciones de vida”, y a ello se le agrega una, ubicada en la zona norte del municipio.
Ocupando predominantemente una extensa zona del sur y sureste de la ciudad, así como un área del noroeste, se conforma el estrato calificado como “buenas condiciones de vida”. En tanto, la población de niños que vive en condiciones de vida “regulares”, se ubica preferentemente en la zona oeste y noroeste de la ciudad. Finalmente, los que viven en condiciones categorizadas como “malas” se encuentran en zonas de la ciudad ubicadas al sur, al oeste y al noroeste del municipio.
Los investigadores estudiaron las condiciones sociales, familiares y vinculares de los niños que les permiten, o no, poner en juego todas sus capacidades para constituirse como sujetos y hacer uso de la riqueza producida socialmente, tanto material como económica y cultural. “Lo que intentamos mostrar es que la riqueza está distribuida de manera muy desigual y esto condiciona el futuro de un grupo importante de niños”, sostiene la Psicóloga Cecilia Augsburger.
“Los niños están muy abandonados porque las estructuras institucionales vigentes no dan respuestas a sus necesidades”, expresa el Psicólogo Félix Temporetti, y considera que tanto las familias como las escuelas no saben qué pautas establecer, ni tienen un horizonte claro acerca del futuro.
El análisis partió de una concepción positiva de la salud mental, teniendo en cuenta los factores más importantes para un desarrollo psicológico óptimo: el hábitat, las condiciones sanitarias, el tipo de barrio, la calidad de vida, la seguridad, el tipo de casa, de habitación, el porcentaje de hacinamiento en la vivienda, la disponibilidad de bienes culturales o acceso a los objetos culturales.
Casi el 14% de los niños vive en hogares que tienen más de tres personas por cuarto, mientras que un 7,6% tiene un hogar cuya vivienda es calificada de tipo inconveniente. El 1,6% de la población vive en hogares que no tienen ningún tipo de retrete, otro 2% se encuentra en hogares en los cuales hay algún niño en edad escolar que no asiste a la escuela y, por último, el 6,5% de los niños de la ciudad vive en hogares que tienen 4 o más personas por miembro ocupado y cuyo jefe del hogar tiene baja educación.
Otros ejes que se tuvieron en cuenta en la investigación fueron la atención por parte de los adultos, el tiempo que les dedicaban y cómo participaban en la vida de los niños. Asimismo, la diversidad de experiencias, la posibilidad de intercambios sociales y culturales por fuera de su espacio familiar y lugar de pertenencia (ir a un paseo, salir de la ciudad, participar en competencias deportivas, ir a un espectáculo o acceder a diversos eventos formales e informales).
Y aquí se advierte la necesidad prioritaria de que el adulto acompañe al niño en su formación, entendiendo a la salud como un proceso de construcción social que deben propiciar los mayores.
El informe concluye que Rosario constituye un escenario urbano que alberga, al mismo tiempo, fuertes contrastes entre opulencia y marginalidad.
“El alto número de familias que viven en asentamientos precarios, contrasta con aquellos otros grupos para los cuales la infraestructura, el medioambiente confortable y los servicios de calidad constituyen su escenario cotidiano”, explican los psicólogos, y aseguran que el panorama para la población infantil “es preocupante”.