Cuando se escucha la sigla HLB cualquier productor de cítricos sabe de qué se trata. Un escalofrío le recorre el cuerpo. Y no es para menos ya que el Huanglongbing es considerado mundialmente la enfermedad más destructiva de los cítricos y para la cual, hasta el momento, no existe cura. Argentina es uno de los mayores exportadores de limón del mundo, con una producción anual de 1 millón 700 mil toneladas, de los cuales el 80% es aportado por Tucumán. Por eso, no resulta casual que sean investigadores tucumanos quienes desarrollen un sensor para detectar la enfermedad de forma temprana y evitar, de este modo, la propagación hacia nuevos cultivos.
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El HLB es una enfermedad bacteriana transmitida a los cítricos por un insecto llamado Diaphorina citri, que es similar a una pequeña chicharra. No es peligrosa para los humanos, pero destruye la producción, la apariencia y el sabor de estos cultivos. Frutos y hojas se deforman y comienzan a tener manchas amarillas. Actualmente se detecta al observar los daños visibles y se comprueba con un análisis de laboratorio. Puede generar enormes pérdidas comerciales en los países productores de cítricos, como ocurrió en Brasil y Estados Unidos, que perdieron grandes extensiones cultivadas por esta enfermedad.
El método propuesto por los investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y del Conicet apunta a detectar la enfermedad en el campo, en la etapa inicial. El dispositivo se basa en la detección de marcadores asociados a la enfermedad. Funciona por medio de una reacción química que capta la sustancia que los cítricos producen en presencia del HLB.
La investigación se realiza en el seno del Laboratorio de Medios e Interfases de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la UNT. Es el resultado de la tesis doctoral de Matías Trujillo, dirigido por la doctora en Bioingeniería e investigadora del Conicet, Rossana Madrid. Martín Zamora, del mismo Instituto; María Paula Filippone, de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la UNT, Carlos Grellet Bournonville, del Instituto de Tecnología Agroindustrial del Noroeste Argentino y Lorena Sendín, del Instituto de Tecnología Agroindustrial del Noroeste Argentino completan el equipo.
La investigación superó con éxito las pruebas de laboratorio y ahora comenzaron los ensayos a campo. Para probar en cultivos infectados con HLB los investigadores debieron viajar a Brasil, al Estado de San Pablo, donde realizaron las pruebas directamente sobre las plantas. En Argentina la enfermedad está presente en pequeños focos en el NEA y en Santiago del Estero y resulta difícil calcular las fechas de infección y el progreso en los cultivos.
Actualmente, los ensayos se realizan en preparados que contienen los químicos y que provocan una respuesta de coloración ante la presencia de la enfermedad en los cultivos. Sin embargo, esos químicos se aplicarán a un biosensor, es decir, a un dispositivo que estará formado por una parte biológica y una parte física. Tendrá la forma de una tira reactiva, similar a la que se usa en los test de embarazo. Posibilitará una ventaja sustancial y es que será de fácil aplicación e interpretación.
El biosensor se colocará en cada planta, dará el resultado en cuestión de horas e inclusive de minutos y podrá interpretarse en una gama de tres colores que indicará si la muestra es positiva para la enfermedad, negativa o dudosa, sin la necesidad de que intervenga personal especializado. Madrid señaló: “actualmente, la técnica empleada es la identificación visual de los síntomas, pero esto es posible cuando la enfermedad está muy avanzada. También se utilizan técnicas moleculares de diagnóstico, las cuales no son inmediatas. Se deben llevar las muestras al laboratorio y requieren instrumental complejo y personal formado”.
El doctor en Ciencias Biológicas, Martín Zamora, precisó que la detección temprana permitirá que los agricultores tomen acciones más rápido para sacar la planta y evitar la propagación al resto de los cultivos. Agregó que en el HLB la poda resulta ineficaz. “Ante la manifestación de la enfermedad, los daños son irreversibles. La planta debe ser eliminada y quemada, ya que una vez infectada, se convierte en un nuevo reservorio del agente causal”, precisó.
Del laboratorio a los productores
Zamora señaló que cuando tuvieron que viajar a Brasil a probar el dispositivo en los cultivos se dieron cuenta de que necesitaban recursos extra, tanto para realizar las pruebas como para intentar que el trabajo saliera al mercado. A partir de ese momento buscaron la ayuda de un amigo de su confianza, que al mismo tiempo era emprendedor. De esa manera, Diego Torres Dimani se sumó al equipo, con la idea de fundar una empresa que desarrolle la innovación y que sume a inversores particulares.
Los investigadores explicaron que están completando la documentación necesaria para iniciar el patentamiento del sensor en el Instituto Nacional de Patentamiento Industrial (INPI). Madrid, Dimani y Zamora tienen la idea de que el conocimiento debe transferirse a la sociedad y no quedar sólo plasmado en un estudio o publicación científica. “Queremos que este sensor sea una realidad y ayuda al productor tucumano, pero también al de Brasil o al de Estados Unidos”, precisó el joven emprendedor.
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La investigación cuenta con distintas líneas de financiamiento. Por un lado, forma parte de los Proyectos de Investigación financiados por la UNT. Por otra, los becarios doctorales del equipo recibieron recursos del Conicet y otros subsidios para investigación. El grupo percibió aportes de la Fundación Argentina de Nanotecnología, del Gobierno de Tucumán para que los investigadores viajen a Brasil a validar los resultados y un premio económico de la citrícola San Miguel, a la mejor propuesta innovadora para el agro.