El método consiste en concentrar las muestras originales con niveles muy bajos de arsénico y mercurio para poder detectar y cuantificar esos elementos. Esta nueva técnica permitirá, por ejemplo, descubrir cantidades muy pequeñas de arsénico y mercurio en personas que hayan estado expuestas durante largos períodos de tiempo a estos elementos (intoxicados crónicos), proceso que no podría llevarse a cabo mediante las técnicas de uso convencional.
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“En los servicios a la comunidad de Toxicología y Química Legal de nuestra Facultad, hemos recibido pacientes que se encontraban en esta situación, y si intentábamos analizar su orina o sangre, no podíamos detectar concentraciones de arsénico. Sin embargo, cuando analizábamos el agua que consumían, sí era posible, ya que en ella los niveles de arsénico eran suficientemente elevados. Con este método, ahora podemos identificar y cuantificar los niveles acumulados en orina y sangre y en otras muestras biológicas de muy baja concentración de arsénico”, explicó a InfoUniversidades el doctor Ferrúa.
Los elementos mercurio y arsénico, y las sustancias que los contienen, son tóxicos y causantes de graves daños en el organismo humano, pudiendo llegar, incluso, a la muerte. En el trabajo llevado a cabo se desarrollaron dos técnicas originales y novedosas de análisis de vestigios de mercurio y de arsénico. La posibilidad de determinar estos elementos en cantidades tan pequeñas, sumado al elevado número de muestras que pueden ser procesadas por hora, hacen que estas técnicas sean aptas para estudios poblacionales, con el fin de disponer de información y actuar en forma preventiva en casos de intoxicaciones crónicas en sus etapas iniciales.
Para el mercurio, la técnica fue aplicada a muestras ambientales y biológicas, como aguas para consumo humano (una de las principales fuentes de intoxicaciones crónicas) y cabello humano. El análisis de mercurio en cabello humano presenta ventajas respecto al análisis en sangre, por ser menos invasivo, menos riesgoso y más fácil de obtener.
“En el caso del arsénico, la técnica se aplicó a muestras de aguas para consumo humano, porque es ésta la principal fuente de intoxicación crónica. Se trata de un desarrollo interdisciplinario, ya que las metodologías analíticas desarrolladas, que incluyen estudios quimiométricos de las variables del sistema, constituyen un novedoso aporte en el campo de la Química analítica. Su aplicación a muestras biológicas y ambientales para la determinación de vestigios de mercurio y de arsénico constituye también una evolución en el campo de la Toxicología. Además, estas metodologías son potencialmente aplicables a diversas muestras biológicas, ambientales, etc.”, indicó Ferrúa.
El arsénico en San Luis: Zona Hacre
Los estudios sobre arsénico tienen un gran impacto en la provincia de San Luis ya que ésta pertenece a Zona Hacre (Hidroarsenicismo crónico regional endémico). La región comprende localidades como Buena Esperanza, Fortuna, Nueva Galia, Arizona y Anchorena, donde el agua de consumo humano presenta elevados niveles de arsénico. “El sur de la provincia de San Luis es Zona Hacre, es decir, que posee agua con pequeñas concentraciones de arsénico, se denomina hidroarsenicismo crónico a la patología que se da cuando la gente se intoxica a causa del consumo de estas aguas durante largo tiempo.
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La intoxicación puede causar, en una primera fase, descamaciones en la piel, manifestaciones cutáneas, evolucionar a otras fases con diversas afecciones, y generar, en la última fase de la patología, cáncer de piel y hepático. “Junto a la doctora Diana González, de Toxicología, hace algunos años recorrimos toda la provincia haciendo un relevamiento de arsénico en aguas de consumo humano, detectando elevados niveles de este elemento en la zona que comprende la localidad de Buena Esperanza hacia el sur, con lo que probamos que esta región es propiamente Hacre”, concluyó Ferrúa.