La ventilación es una de las medidas más importantes para evitar contagios masivos.
La segunda ola de la pandemia de COVID-19 está golpeando duramente a Rosario y a toda la región, lo que ha provocado la necesidad de frenar los contagios para evitar un colapso total del sistema sanitario. En este sentido, un grupo de investigadores e investigadoras de la Universidad Nacional de Rosario y del Conicet decidieron autoconvocarse bajo el nombre de “Ciencia Rosarina Contra el virus" data-toggle = "tooltip" title = "Familia de viru que pueden causar enfermedades en animales y en humanos. En los seres humanos pueden causar infecciones respiratorias que van desde un resfrío común hasta enfermedades respiratorias más graves.">coronavirus” para comunicar contenidos científicos de calidad a la comunidad. El objetivo es fortalecer las medidas de prevención y de cuidado.
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@cienciaRosarina (tanto en Twitter como en Instagram), fue gestada por varios investigadores, entre ellos Ernesto Kofman, Paula Abufager, Julieta Barchiesi, Daniela Cattaneo, Pablo Tomatis y Pamela Cribb. “Comenzamos en febrero, tuvimos como disparador el comienzo de las clases presenciales en Santa Fe. Observamos que los protocolos que se estaban planteando estaban desactualizados respecto a los cuidados para evitar la transmisión por aerosoles. Proponían dos bloques largos de clases con un recreo en el medio y seguían haciendo mucho foco en la limpieza de superficies y de manos, mientras que poco en la ventilación", explicó Cribb.
La licenciada en Biotecnología y doctora en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas comentó que, a partir de diferentes investigaciones desarrolladas alrededor del mundo, se detectó que la principal vía de contagio es a través del aire y no de las superficies. “Somos investigadores de distintas áreas que nos juntamos voluntariamente para ver qué podíamos hacer para ayudar”.
Los investigadores decidieron entonces apostar a las redes sociales como canales de comunicación, gracias a su masividad y a su utilización en la actualidad. “Creemos que es una de las mejores maneras de relacionarnos con personas de distintas edades. Compartimos producciones y conocimientos de producción propia, pero sobre todo a partir de nuestro objetivo, contenidos de distintos grupos de investigación de nuestro país y del mundo. La idea es poder resaltar las medidas de cuidado”.
La investigadora opinó que es necesario poner el foco en la ventilación como una medida fundamental para evitar contagios masivos. “Cuando uno está al aire libre o en espacios abiertos hay muchos menos contagios. Esto es porque el virus en general se aloja en las vías respiratorias y cuando hablamos, cantamos, tosemos o estornudamos, e incluso mientras respiramos puede ser eliminado en distintos tipos de gotas. Están las más grandes que tienen un movimiento tipo proyectil y que alcanzan a las personas que están muy cerca y después están los aerosoles. Estos se componen de gotas mucho más pequeñas que pueden quedar suspendidas en el aire e incluso pueden ser expulsadas por personas que utilicen barbijos que no ajustan bien”.
De esta manera, si uno se encuentra al aire libre o en una habitación con ventilación cruzada se produce una renovación de aire que provoca que los aerosoles se dispersen. “Si están esos aerosoles flotando y continuamente hay entrada y salida de aire, se van a ir yendo. En cambio, si estamos en un lugar cerrado con las ventanas cerradas y hay una persona infectada, va a estar continuamente emitiendo aerosoles con virus que quedan en el ambiente y su concentración aumenta a medida que pasa el tiempo”.
Teniendo en cuenta estos datos, el riesgo de contagio va a depender del tiempo que permanezcamos en un lugar, de la renovación del aire del ambiente, del número de ocupantes y de la distancia entre personas. Mantener la distancia de dos metros con otras personas no es suficiente si permanecemos mucho tiempo en un lugar cerrado, o con ventilación insuficiente. “Para graficar esto utilizamos una analogía con el humo: si hay una persona fumando en una habitación grande y yo estoy lejos, al principio no lo voy a sentir, pero al cabo de un rato voy a empezar a respirarlo. Algo similar sería lo que sucede con estos aerosoles que potencialmente tienen el virus, si pemanecemos suficiente tiempo en una habitación cerrada con otras personas, al cabo de un tiempo, todos estaremos respirando el mismo aire, aumentando las probabilidades de inhalar aire con presencia de virus”.
Si bien los contagios se reducen de gran manera al aire libre, muchos han abusado de esta cuestión y la han llevado al extremo: es común ver personas reunidas en parques y otros espacios verdes sin respetar el distanciamiento recomendado y sin utilizar tapabocas. “Tenemos que dejar claro que, si bien es menor la posibilidad de infectarse, el riesgo cero no existe. En estos espacios tenemos que respetar la distancia, utilizar el barbijo y no compartir elementos, como por ejemplo el mate, para reducir al mínimo las chances de contagio. Cada una de estas barreras o medidas de prevención reducen el riesgo, pero no lo eliminan completamente. Lo mismo ocurre con la cantidad de gente. Si comparto el espacio con más personas, aumenta el riesgo de contagio, ya que aumenta la probabilidad de que una de ellas esté infectada aunque no presente síntomas”.
Los expertos afirman que el barbijo es una de las herramientas más valiosas con las que contamos para evitar que se extiendan las infecciones masivas de COVID-19. Sin embargo, se observa con frecuencia su mala colocación, o incluso el uso de modelos que no cumplen con la finalidad principal de protección. “Hay unos tapabocas que son de plástico transparentes que no sirven para detener la transmisión por aerosoles porque son abiertos. Ese tipo de máscaras surgen porque al principio se creía que sólo las gotas más grandes eran las capaces de transmitir el virus y por eso también se hacía tanto hincapié en la limpieza de superficies. Hoy se sabe que esa posibilidad existe, pero es mínima en comparación con el contagio a partir de la concentración de aerosoles. El barbijo tiene que tener dos o tres capas de tela y estar bien ajustado a la cara para minimizar los riesgos”.
El trabajo de los profesionales es importante para esclarecer el entrecruzamiento de informaciones, los malos entendidos y sobre todo, combatir lo que se conoce como noticias falsas. “La comunicación de la ciencia es algo que está ganando terreno y que es vital en este contexto porque hay muchas informaciones que se van transmitiendo que se dan como ciertas y no lo son. Todavía escuchamos informaciones erróneas, como por ejemplo que los asintomáticos no contagian. Me parece que es importante que podamos desde nuestras áreas de implicancia poder ayudar a desmentir informaciones falsas con fundamentos, mostrando las fuentes y sumar claridad con responsabilidad”.
¿Cuáles son las recomendaciones para garantizar la ventilación en espacios cerrados?
El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación lanzó una campaña que busca concientizar sobre la importancia de la ventilación de los ambientes para evitar la propagación del COVID-19 por aerosoles. En general se recomienda que se abran lo máximo posible puertas y ventanas para garantizar el recambio de aire en la habitación. Si bien en algunas publicaciones se refiere a un mínimo de 5 cm de apertura, Cribb enfatiza que lo importante es que la ventilación sea continua, cruzada y distribuida, lo que significa que es fundamental que “en todo momento haya un ingreso y salida de aire, cuanto más, mejor”.
La investigadora recalcó a Argentina Investiga que en lugares donde no hay ventanas, como por ejemplo locales comerciales, es necesario mantener la puerta abierta y, en la medida de lo posible, colocar algún tipo de extractor que acelere la renovación del aire, o un ventilador apuntando hacia afuera.
Cribb también comentó que muchas construcciones recientes incorporan en sus diseños ventanales fijos y que, en esta situación actual, termina siendo contraproducente. “A partir de una reunión que tuvimos con un grupo de arquitectos de la ciudad, tomamos cuenta de esto. Se prioriza en algunos casos el acondicionamiento artificial de los interiores y no se pone el acento en la necesaria apertura de las aberturas. Esto puede solucionarse a priori con la colocación de extractores y filtros de aire, pero son medidas que podrían obviarse atendiendo a un adecuado diseño. Otra herramienta a tener en cuenta para cualquier espacio cerrado es la utilización de los medidores de CO2 (dióxido de carbono), lo que nos da una estimación de que tan “saturado o viciado” está el aire que estamos respirando. El CO2 que emitimos al respirar se va acumulando de manera similar a cómo se acumulan los aerosoles. Como no podemos medir cuánto coronavirus hay en el aire, se puede usar la concentración de CO2 para estimar el riesgo”.
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Además de los anteriormente mencionados, forman también parte de este colectivo: Marina Alonso, Andrés Alloatti, Mariana Bergonzi, Florencia Blazquez, Analía Chumpitaz, Lucas de Candia, María Marta Ibañez, Milena Marro, Andrea Vargas, Silvina Villar, Ana Lorena Arabolaza, Federico Azcárate, Mariano Barreto, Cristina Carrillo, Ana Laura Cavatorta y Adriana Giri. Durante el mes de marzo, los profesionales brindaron una charla virtual abierta sobre los cuidados necesarios a tomar dentro de las instituciones escolares para combatir la pandemia. Se puede visualizar a través del link: http://bit.ly/EscuelasyCovid.