El debate anterior a la sanción de la ley que habilita el voto a los 16 años trajo a colación, entre otras discusiones, hasta qué edad se es niño y cómo y cuando se da el pasaje a la adultez. Cuándo termina la infancia es la primera pregunta que respondió la historiadora María Carolina Zapiola, investigadora docente del Instituto de Ciencias de la Universidad.
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-¿Hasta qué edad se extiende la niñez?
-La infancia no puede definirse en términos biológicos o etarios. La determinación de qué es y cómo deber ser y comportarse un niño/a, hasta qué edad se es niño, qué actividades deben desarrollar los niños, cuáles deben ser los cuidados que los adultos y el Estado deben proveerles... todo ello varía histórica y socialmente, por lo cual es imposible responder hasta qué edad dura la infancia, a pesar de lo cual las representaciones de cada sociedad sobre la infancia están naturalizadas. Es, precisamente, esa relativa indefinición la que habilita los debates sobre el voto a los 16 o el descenso de la edad de imputabilidad, en cuyo marco vemos entrar en diálogo, y muchas veces en conflicto, distintas representaciones de la infancia.
-¿La infancia es una construcción social?
-Es una construcción social, histórica, variable y está en puja permanente. Cualquier historiador o investigador de la infancia o de la familia parte hoy del supuesto de que la infancia se construye socialmente. En cualquier sociedad hay diversidad de prácticas y puntos de vista, por ejemplo, en relación a la edad en la que nos parece lícito que los niños trabajen, que hagan tareas domésticas o que caminen solos por la calle, lo que supone concepciones distintas de la niñez. Lo interesante del debate que se dio alrededor del voto a los 16 años es pensar qué son esas personas que se espera que voten, o que no se cree que estén en condiciones de hacerlo: ¿son niños?, ¿son adolescentes?, ¿son adultos? De igual modo pasa en los combates de las alas más conservadoras que procuran descender la edad de imputabilidad penal. En las dos instancias se escucharon y escuchan voces donde lo que está en discusión, además de los temas específicos, es la concepción de qué es un niño y hasta cuándo se es niño. Y esto se redefine en forma permanente en cada sociedad.
-¿Y cómo se llega a ésta construcción social?
-Se trata de un proceso complejo y variable en distintos contextos. En términos esquemáticos, el proceso de construcción de los estados nacionales, que en nuestra región se dio entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, constituyó un marco propicio para la cristalización y la difusión de lo que llamamos imágenes modernas de la infancia. Para las élites de las naciones que se buscaba construir, los niños eran cruciales pues se convertirían en los futuros ciudadanos, trabajadores y madres de las jóvenes naciones.
Por ello, y en un escenario en el que los estados en formación comenzaron a intervenir sobre distintos sectores de la población de diversas maneras y con nuevas intensidades, interesó a las élites ocuparse, por ejemplo, de la salud y de las formas de crianza de los niños, así como de su educación a través de la escuela pública. También interesó trazar políticas de educación y castigo específicas para los niños y jóvenes que quedaban por fuera de los marcos de “normalidad”, que en esta etapa quedaron estigmatizados bajo el perdurable concepto de “menores”.
-¿Cuál es la principal problemática con la que conviven los chicos?
-Las problemáticas son muy amplias y variadas, algunas de gravedad extrema porque atentan contra la misma vida y salud física y mental de los niños, otras menos dramáticas pero no menos significativas como problemas de orden público, pero también de los grupos familiares.
-¿Qué políticas públicas se destinan a la infancia?
-Las políticas son varias, sería imposible enumerarlas y analizarlas en un espacio tan acotado. Entre las más extendidas y mediáticas se encuentra sin dudas la asignación universal por hijo, que en consonancia con la ley de Protección integral de los Derechos de niños, niñas y adolescentes sancionada en 2005, supone la idea de apoyar y asistir a las familias para que los niños de los sectores más pobres puedan desarrollarse y crecer en su marco, es decir, sin ser separados de sus padres como se estilaba a lo largo del siglo XX, y pone en el centro la obligatoriedad de asistencia a la escuela.
-¿El estudio sobre la infancia es un campo de investigación en crecimiento?
-Sin dudas es un campo que viene creciendo en forma sostenida en los últimos quince o veinte años en la Argentina y América latina en general. En éste confluyen historiadores, antropólogos, sociólogos, psicólogos y educadores que tienen como objeto principal de análisis diversos problemas relativos a la infancia, las familias y el Estado, o más bien, las relaciones entre ellos.
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El puntapié inicial para la constitución del campo de la historia de la infancia lo dio el historiador y ensayista francés Philippe Ariès con su obra “El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen en 1960”. En el marco de una serie de renovaciones en la historia y las ciencias sociales, este libro se ocupaba de un objeto que hasta el momento no había resultado relevante para los estudiosos: los niños, o las relaciones entre los adultos y los niños. A partir de su publicación, los niños comenzaron a entrar en las arenas de la investigación del mismo modo en que lo hicieron las mujeres, los sectores populares, y otros actores que hasta entonces no eran visibilizados o no resultaban interesantes para los historiadores.