El 12 de enero de 2010 se registró un terremoto de 7.0 en Haití, el más importante y devastador de la historia del país. Debido a esta catástrofe humanitaria y social, la gran mayoría de los edificios públicos y privados de la ciudad de Puerto Príncipe y sus alrededores fueron damnificados y quedaron inhabitables. En este contexto, mucho de su patrimonio cultural e histórico fue destruido.
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Ubicada en el epicentro de la catástrofe, la Catedral Episcopal de Sainte Trinité sufrió su sexta destrucción con el derrumbe de gran parte de su estructura edilicia y el destrozo de once de los catorce murales de corte religioso que se encontraban en su interior. Estos murales, pintados con la técnica del huevo al temple, eran considerados un hito por ser representativos de la cultura pictórica haitiana, que reúne características del arte africano y del arte ‘creole’, propio del Caribe latinoamericano y fueron motivo de polémica debido a la inclusión de personajes representados por nativos haitianos en roles bíblicos.
Los tres murales que sobrevivieron fueron restaurados un año después del terremoto por un equipo encabezado por la licenciada Viviana Domínguez, especialista en Conservación y restauración de pintura mural y de caballete, que realizó numerosos proyectos en Madrid, Los Ángeles, Santo Domingo, Honolulu, Miami y Buenos Aires y se desempeñó como docente del IUNA. “De los catorce murales, sólo tres sobrevivieron al terremoto. Los edificios de Haití estaban preparados para soportar huracanes, pero no un desastre como el que sufrieron. Cuando llegamos a Puerto Príncipe encontramos la Catedral en ruinas y los murales dislocados, separados de los muros de mortero de cemento y arena y apuntalados con estructuras de madera”, señaló Domínguez a InfoUniversidades.
La licenciada, que trabajó junto a Rosa Lowinger, entrenó a artistas y carpinteros locales en tareas de medición, relevamiento fotográfico, clasificación, remoción, estabilización y conservación de “La última cena” de Pilome Obin, “La procesión nativa” de Preferete Duffaut y “El bautismo de Cristo” de Castera Bazile, los tres murales recuperados. Al respecto, la restauradora señaló algunos de los criterios aplicados para hacer viable el trabajo de rescate de este patrimonio de gran importancia: “La primera medida fue preservar la iglesia con una empalizada y guardias de seguridad, dado que en esa situación de emergencia se registraron saqueos de obras de arte en las iglesias de los alrededores. Luego se procedió al apuntalamiento de los muros, para que funcionaran además como andamios durante las tareas de estabilización y remoción”.
Las tareas de rescate de las obras consistieron en la estabilización y el análisis del vehículo, un velado con gasa para su consolidación y la posterior remoción mediante cortes de diferentes sectores según el relevamiento fotográfico y las grillas elaboradas para su rearmado. La limpieza de los murales se realizó con pinceles Hake y se consolidó el pigmento con goma arábiga. El velado se hizo con gasa de algodón y materiales como el Cyclododecane y el B-72, dos polímeros aglutinantes. Para poder remover los paneles de los muros, el equipo realizó cortes con amoladoras y estabilizó cada sección con pequeños tacos de madera adheridos por detrás. “Esto nos otorgó la flexibilidad necesaria para su remoción, que se realizó con espátulas, cinceles y en ocasiones con cuchillos de cocina o a mano, cuando la pared estaba muy agrietada”, indicó Domínguez.
Para realizar su trabajo, el equipo de restauradores debió adaptarse a la realidad del lugar y trabajar de forma manual o no tradicional. Si bien los murales de la Catedral Episcopal Sainte Trinité están protegidos por el Instituto de Protección del Patrimonio Cultural Haitiano (ISPAN) y concentran los esfuerzos del Instituto Smithsoniano para su preservación, junto a la Comisión estadounidense Blue Shield y la cooperación de la Iglesia Episcopal Haitiana, al momento de realizar las tareas de rescate, el contexto operó como condicionante, ya que en ocasiones no se contaba con suministro de energía eléctrica o agua.
Una vez separados los fragmentos de los murales, se bajaron en bandejas livianas con bordes que oficiaban como contenedores durante el movimiento y traslado. Debido al peso de las secciones, se optó por el descenso manual. Al respecto, Viviana Domínguez explicó que había ideado un sofisticado sistema de poleas que no dio resultado: “Como los fragmentos eran muy pesados, desarrollamos técnicas para descenderlos de forma manual. Luego se emparejaron los dorsos irregulares y realizamos los rellenos de las grietas”.
Las secciones de los murales rescatados fueron trasladadas a un depósito situado en un centro de conservación en Puerto Príncipe, financiado por el Instituto Smithsoniano, que contrata a conservadores de todo el mundo con este fin. En este marco fueron seleccionadas Viviana Domínguez y Rosa Lowinger para restaurar y preparar los murales para su futura reinstalación en la Catedral de Sainte Trinité, en una segunda etapa próxima a realizarse. “Se ha decidido dejar el espacio de la Catedral como museo y colocar los murales en una sala de exposición, pero no reconstruir el edificio. El rearmado va a ser diseñado por nuestro equipo de trabajo. La iglesia pide que las obras vuelvan al mismo lugar, por lo que hay que crear un sistema de sostén, de manera que no estén contra la pared sino con su propia estructura”, indicó la restauradora.
En la actualidad, el equipo se encuentra desarrollando un sistema para colgar los fragmentos, que consiste en un enrejado en el que quedarán suspendidos. También será importante analizar cómo serán protegidos para su exhibición, dado que en ese contexto no existe la posibilidad de mantener una humedad y una temperatura constantes, que serían ideales para la futura preservación.
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Consultada acerca de los procedimientos y materiales utilizados para las tareas de conservación y restauración realizadas sobre los murales, Viviana Domínguez indicó: “Trabajamos con una articulación entre los materiales tradicionales, que nunca se descartan, y otros materiales sintéticos. No existen técnicas más modernas que otras, el restaurador las modifica y busca materiales compatibles con el lugar en el que se trabaja, las posibilidades y las tareas a realizar. En conservación hay una recuperación de los materiales tradicionales porque si bien en algunos casos los sintéticos dan mejor resultado, hay una tendencia mundial a la preservación del medio ambiente, una elección que podríamos denominar ‘verde’”.