“No hay ecosistema en el mundo que no esté sujeto a algún tipo de disturbio antrópico. En la Patagonia la actividad petrolera genera disturbios en el ecosistema muy puntuales, como la remoción completa de la vegetación para locaciones, también para generar caminos y picadas. Las picadas son sísmicas y en ellas se remueve la vegetación por completo”, explica a Argentina Investiga la licenciada Bárbara Rueter, investigadora de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y docente de la cátedra Ecología del paisaje de la Facultad de Ciencias Naturales.
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“La extensión de la Patagonia es sumamente grande y el disturbio generado por la industria también lo es. Las empresas pueden disminuir el impacto de las picadas, pero no prescindir de todo ese disturbio ambiental. De manera que la intervención del hombre demandará mucha energía y dinero. Además -agrega Rueter- no se trata sólo de la cobertura vegetal, sino que hay otro problema que es la pérdida de suelo y todo el entramado ecológico. Donde tenemos picadas el suelo se va, el suelo bueno, el suelo fértil desaparece, y nos queda ¿la piedra? Donde no hay micro sitios buenos para la re vegetación, es otra complicación más”.
El tema fue abordado en el Taller de Restauración de la diagonal árida, realizado en la Universidad Nacional del Comahue. En esa ocasión, Rueter presentó el trabajo Restauración natural en Picadas petroleras, comparando dos distritos: el de la Patagonia del Golfo San Jorge y el distrito occidental alrededor de Alto Río Senguer, donde mostró cómo un disturbio afecta dos zonas básicamente diferentes.
La heterogeneidad de las comunidades vegetales caracterizan los cañadones del Golfo San Jorge. Allí los ecosistemas están determinados por las laderas, la exposición al sol es variable, al igual que el acceso al agua. El distrito occidental, en cambio, es una zona más homogénea. “Al mismo tiempo de ocurrido el disturbio, la similitud entre la vegetación de la picada y la vegetación fuera de la picada era mayor que en los cañadones del Golfo. De manera que en el distrito occidental la restauración natural sin intervención del hombre era más eficiente” señaló la investigadora.
Conocer esos procesos que suceden naturalmente es importante para poder imitarlos, facilitarlos y favorecerlos. La metodología que permitirá concretar la revegetación en la zona del Golfo San Jorge todavía está en discusión. La Patagonia tiene la dificultad de ser una zona árida y semiárida de manera que, además del disturbio de las picadas petroleras, se suman las limitaciones ambientales para recuperar una buena parte de la cobertura vegetal.
Las áreas a sembrar son extensas, y las semillas se vuelan con facilidad, con lo cual se transforma en un emprendimiento sumamente costoso y difícil de llevar a cabo con éxito. Además, si se quiere poner plantas, debe conocerse cuáles son las que van a cumplir las primeras etapas de la sucesión dentro del ecosistema.
En primer lugar es importante conocer cuáles son las especies que se asientan en cada uno de los lugares. Las especies del sector occidental son distintas a las especies que ocupaban los espacios en el distrito del Golfo San Jorge, que se denominan especies pioneras. Después hay que observar si estas especies facilitan la instalación de otras o impiden que otras se instalen. Es un comportamiento inter-específico que requiere de mucha observación. Es fundamental conocer cuáles son las especies que se observan en el lugar en forma natural para que, en el caso de haber dinero para intervención, ir con esas mismas especies y no poner otras ajenas a la comunidad.
La idea es recuperar el ecosistema que estaba antes del disturbio. Es por esto que la plantación de especies exóticas no parece ser una alternativa, ya que se corre el riesgo de generar competencia con las especies nativas. En especial cuando las especies que se introducen empiezan a desplazar nichos y a generar un disturbio que es mayor al que quiso reducirse. Las especies nativas, en cambio, son las que van a favorecer la sucesión y van a generar una trama que cubrirá el disturbio por completo.
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El objetivo es restaurar todas las relaciones ecológicas, no sólo vegetales, sino también animales. La revegetación se convierte en el primer paso para lograr la cobertura vegetal que luego, va a generar toda una trama faunística que la va a componer. Es decir, recuperar la complejidad y la estabilidad total del ecosistema natural que existía antes del disturbio causado por la actividad humana.