Figueredo durante la presentación del trabajo en el Encuentro Nacional de Tareferos.
En Argentina se produce el 60 por ciento del total mundial de yerba mate y el 90 por ciento de esa producción está concentrado en la provincia de Misiones, mientras que en Corrientes se cultiva el 10 por ciento restante. La zafra comienza en abril y dura hasta septiembre. En ella participan hombres, mujeres y niños quienes conforman el último eslabón en la cadena productiva; se los llama “tareferos”, palabra que viene del portugués “tarefa”, y significa “tarea, obra que se debe concluir en tiempo determinado, trabajo que se hace por empresa o a destajo”.
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Según señaló a Argentina Investiga Norma Figueredo, coordinadora general del estudio, este primer relevamiento surge a partir de un requerimiento del gobierno provincial ante la falta de información sistematizada acerca de la situación real de los tareferos. “La realidad de los tareferos la conocemos todos; es un trabajo marginal, mal pago, tenemos toda esa información desde el imaginario pero nunca fue sistematizada desde el punto de vista científico”, explicó la investigadora.
“La finalidad de este registro es tener una documentación de todos los tareferos, para que en el futuro no exista ningún trabajador de la cosecha de yerba mate en negro. El hecho de que esté registrado se traducirá en que se pueda controlar. Es un registro que permite localizar al tarefero en su domicilio” agregó Figueredo.
El estudio, que se encuentra en una tercera parte del relevamiento, alerta sobre la situación de marginalidad y exclusión que sufren los trabajadores. Ya fueron relevadas 18 localidades de la provincia, 4.927 tareferos, 3.926 hogares y 17.736 personas. Las estimaciones, hechas en base a la cantidad de kilos de hoja verde que se cosechan, arrojan el número de 15 mil tareferos.
“En general, en toda la población se vio mucha crudeza, pero sobre todo en Andresito”, detalló la coordinadora, y agregó: “El 53 por ciento de los tareferos de la localidad Jardín América está registrado en el Renatre. El 47 por ciento no tiene ninguna cobertura. La mitad de los trabajadores nunca realizó aportes jubilatorios; si se tiene en cuenta todas las consecuencias de salud que trae la tarea, se hace evidente la desprotección en la vejez. Otro de los datos indica que el 53 por ciento de las 3 mil personas relevadas en Jardín América no cuenta con cobertura de salud y de los 776 hogares, sólo 608 tienen letrinas”.
En primera instancia, se presentó el informe preliminar en base a la recolección de datos en Jardín América durante noviembre de 2010. En cuanto a la edad de los tareferos, se registró la mínima en 11 y la máxima de 79 años. “Dicen que está prohibido, pero trabajan igual; yo mismo, con 11 años ya tarefeaba”, expresa uno de los tareferos encuestados en el informe. En este sentido, el 50% comenzó a tarefear entre los 5 y los 14 años, y más de la mitad aprendió con sus padres. La edad promedio de iniciación es de 13 años. La composición de los tareferos por grupo de edad evidencia que es una actividad que ocupa mano de obra joven, ya que el 76,2% del total tiene entre 18 y 50 años y un 16 por ciento son mujeres.
El 55% de los tareferos dijo que “se dedica a la tarefa porque no hay otro trabajo”. El promedio de horas que se trabaja en la cosecha es de 9 diarias y cada trabajador puede llegar a cosechar 500 kilos de hoja verde por día, es decir, media tonelada. El 77% de los tareferos dijo que durante la tarefa vive en su casa, un 22% en carpas y el resto, en galpones y ranchos.
A pesar de que el 83% lee y escribe, el 60% manifestó como máximo nivel educativo alcanzado la primaria o la Educación General Básica (EGB) incompleta. Son 1.302 los menores que se encuentran en edad escolar (entre 3 y 13 años inclusive) pero el 16,4% de estos menores nunca asistió a un establecimiento educativo.
Trabajo de campo
Según describió Figueredo, el relevamiento se inició en base a primeras aproximaciones que consistieron en “hablar con gente que tiene experiencia en el trabajo de la yerba mate. Entrevistamos a un docente de la facultad, que en su juventud fue tarefero. Se formó un equipo interdisciplinario para hacer un doble abordaje desde lo cuantitativo y lo cualitativo con el método de historias de vida”.
Para realizar el relevamiento, un equipo técnico de la Universidad, integrado por 72 personas de distintas carreras, construyó un formulario de 114 preguntas. El trabajo de campo se realizó de manera coordinada con intendentes, informantes locales, los mismos tareferos y líderes sociales de cada lugar.
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Por último, la coordinadora señaló: “Lo que los tareferos querían es que se mostrara esa realidad, que se haga pública, y que la sociedad se haga cargo de eso. Nosotros tomamos este trabajo con la postura de saber que no era meramente académico, sino que es un estudio que va a brindar información para la toma de decisiones; por eso elegimos metodológicamente como unidad de registro al municipio, donde el gobierno provincial podrá viabilizar cualquier proyecto que encare para solucionar problemas. Estas mediciones las hicimos antes de que se implementara la asignación universal. Posiblemente, cuando hagamos el otro operativo podrá verse el impacto que causó la AUH”.