Nota

Universidad Nacional del Nordeste - Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura

12 de Diciembre de 2011 | 7 ′ 40 ′′

Tortugas gigantes que habitaron Corrientes en el Pleistoceno

Las tortugas son un grupo muy particular de reptiles, porque poseen la cabeza, patas y cola incluidas en un caparazón dorsal y plastrón ventral. A través de la paleontología, un equipo de investigadores describió la anatomía de las tortugas gigantes terrestres que habitaron en Corrientes en el Pleistoceno. La investigación podría aportar al conocimiento de cómo era el ambiente en ese momento geológico y qué cambios naturales se produjeron que concluyeron en la desaparición de la megafauna.
Tortugas gigantes que habitaron Corrientes en el Pleistoceno

Investigadores de la UNNE lograron determinar la anatomía y sistemática de tortugas gigantes terrestres que habitaron Corrientes en el período del Pleistoceno, a través del estudio de registros fósiles. Las tortugas acuáticas y las terrestres se diferencian notablemente. En sistemática paleontológica se utilizan caracteres del cráneo, del caparazón y, principalmente, del plastrón para determinar familias, géneros y especies.

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Las tortugas acuáticas de agua dulce tienen caparazones más aplastados y membranas entre los dedos; mientras que las marinas presentan un mayor desarrollo en el número de falanges. Las tortugas terrestres tienen caparazones más globosos y con menos falanges en los dedos (generalmente, la reducción varía de tres a dos falanges) para soportar mejor el peso.

Los investigadores Marcelo de la Fuente y Gerardo Zacarías, de la Facultad de Ciencias Exactas, Naturales y Agrimensura, determinaron la anatomía y sistemática de las tortugas gigantes que habitaron en este territorio en tiempos prehistóricos. “Este trabajo comenzó en 2008, cuando se rescataron ejemplares fósiles de una tortuga gigante en Bella Vista y una tortuga acuática de menor tamaño de Santa Lucía, ambas localidades de la provincia de Corrientes. Estos fósiles provienen de sedimentitas de la Formación Toropí, con una edad aproximada de entre 50.000 y 35.000 años (Pleistoceno superior)”, señaló a InfoUniversidades Gerardo Zacarías.

El investigador mencionó que de la primera localidad ya se habían extraído ejemplares de tortugas gigantes. “El primer ejemplar fue rescatado por los doctores Beatríz Álvarez y Rafael Herbst pero, lamentablemente, este fósil fragmentario se perdió de las colecciones paleontológicas del FACENA. El segundo ejemplar, un poco más completo pero bastante fragmentario, fue extraído por el grupo de Paleontología del Centro de Ecología Aplicada del Litoral, e investigadores del Centro de Investigaciones Científicas y Transferencia de Tecnología a la Producción, Entre Ríos. Este ejemplar fue estudiado por Noriega y colaboradores en el año 2000, quienes llegaron a la conclusión de que, tentativamente, corresponde al género Chelonoidis. No se podía confirmar este postulado por la naturaleza fragmentaria del material”, recordó el investigador.

Es así que en 2009, Zacarías y De la Fuente confirman la presencia del género Chelonoidis, a partir de un ejemplar más completo exhumado en 2007 por investigadores del FACENA/ CECOAL e investigadores de la Universidad de La Plata. “El carácter que permitió confirmar el género es la particular forma de los escudos pectorales, como un estrechamiento medial con una expansión distal”, explicaron los expertos.

También se recolectaron varios fósiles de Santa Lucía, entre ellos, unas placas desarticuladas de una tortuga acuática, que por su forma particular se lo asigna de manera tentativa al género Trachemys.

Tortugas del género Chelonoidis

El género Chelonoidis incluye un grupo de tortugas terrestres neotropicales; actualmente están representadas por las especies Chelonoidis chilensis, a la cual se la conoce como tortuga chaqueña, o “Chaco Tortoise”. Ésta puede llegar a alcanzar los 30 cm de longitud recta del caparazón.

En Argentina, se distribuye en la región fitogeográfica chaqueña, es decir, en las provincias de Chaco, Formosa, Santiago del Estero, parte de Santa Fe y Salta. Chelonoidis carbonaria, conocida vulgarmente como “tortuga de patas rojas”, puede llegar a medir 60 cm de longitud recta del caparazón; vive en zonas abiertas semiáridas como la sabana arbolada, pero también puede habitar áreas más cerradas como la selva. Puede encontrarse en Chaco y Misiones, aunque no de manera abundante. Chelonoidis denticulata puede llegar a medir 70 cm de longitud recta del caparazón; “es la tortuga de patas amarillas”, vive netamente en selvas amazónicas, no llega hasta nuestro país.

Estas tres primeras son continentales, mientras que la tortuga terrestre insular es Chelonoidis nigra, conocida como la tortuga Galápagos; es la más grande de las 4, ya que llega a medir 110 cm de longitud recta del caparazón, presenta diferentes razas de acuerdo al ambiente que viven en las distintas islas.

Trachemys es una tortuga acuática que habita actualmente lagunas de cierta profundidad -1.20 m; su distribución en Argentina es en las cuencas del Río Paraná, desde la provincia de Corrientes hasta el Río de la Plata. Aunque podría haber variaciones en su población.

Consultado respecto a las zonas de la provincia donde las tortugas gigantes habitaron y por qué, Zacarías recordó que a partir de una inferencia ecomorfológica del húmero grácil de una tortuga gigante terrestre de BellaVista, estudiada por Noriega y colaboradores en el año 2000, las tortugas gigantes en la Mesopotamia habitaron áreas abiertas de condiciones más frías y áridas que las actuales. “Lo que no se sabe con seguridad es si este ambiente era muy árido o con influencia tropical”, dijo.

“Tampoco se sabe sobre la biología de las tortugas terrestres gigantes porque en Sudamérica los restos completos de tortugas asignables al género Chelonoidis (sumado a los ejemplares de la provincia de Corrientes) son 9”, agregó.

Sin embargo, “lo que sí se sabe es que estas tortugas terrestres gigantes continentales fósiles se diferencian de las de las islas Galápagos porque éstas últimas adquirieron el gran tamaño debido a la carencia de depredadores en las islas. El caparazón de estas tortugas es más abierto y de menor espesor, el cual contrasta mucho con las continentales fósiles, dado que su caparazón es menos abierto y de notable espesor debido a que tenían que hacer frente a depredadores tales como lobos de gran porte, felinos conocidos como ‘tigre de sable’ y otros mamíferos carnívoros”, explicó el investigador.

Por otro lado, Trachemys es una especie actual y vive en un ambiente de lagunas rodeado por selvas en galería. “Posiblemente ésas eran las condiciones en Santa Lucía hace 35 mil años”, infieren los investigadores.

En la actualidad, “se sigue trabajando en el tema, con el fin de ampliar el registro fósil y esclarecer la taxonomía del ejemplar de tortuga terrestre gigante hallado en 2007. Este ejemplar podría ser, o no, una nueva especie del género Chelonoidis. Y conocer mejor las condiciones ambientales en el momento en que vivió la tortuga terrestre gigante”, dijo.

Datos sobre la desaparición de la megafauna

Mediante estudios previos se sabe que existieron hace 35 mil años en la provincia de Corrientes tortugas terrestres gigantes y mamíferos de gran porte, como elefantes, Glyptodontes y Scelidotherinos. Estos animales fueron componentes de la megafauna pleistocena.

Estos estudios podrían aportar al conocimiento de cómo era el ambiente en ese momento geológico y qué cambios naturales se produjeron para que no existiese más la megafauna. Los proyectos tienen como principal objetivo el estudio integral (taxonómico, filogenético, paleobiogeográfico, paleoambiental) de la notable diversidad biológica observada en la región mesopotámica durante la mayor parte del Pleistoceno.

Producción Periodística:


Responsable Institucional:
Juan Monzón Gramajo
José Goretta
Universidad Nacional del Nordeste

Departamento de Comunicación Institucional
monzongramajo@gmail.com
www.unne.edu.ar


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