Docentes de la Universidad Nacional de Luján (UNLu) trabajaron en el desarrollo de un proyecto de extensión a través del cual se ofrece a la comunidad un servicio de diagnóstico de Triquinella spiralis por digestión artificial, que trabaja a partir de muestras de carne de cerdo provenientes de faenas caseras o piezas de caza.
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La triquinosis es una zoonosis de denuncia obligatoria que se genera a partir del consumo de embutidos frescos, carne cruda o mal cocida contaminada por el parásito Trichinella spiralis, cuyo estado larvario se aloja y enquista en las células musculares. Luego, estas larvas se liberan en el estómago y en el intestino delgado evolucionan a parásitos adultos, machos y hembras, que copulan y dan lugar al nacimiento de numerosas larvas, que atraviesan la pared intestinal. Éstas viajan por vía sanguínea y linfática y se localizan en las fibras musculares donde se enquistan y sobreviven durante años.
Si bien se trata de una enfermedad que el hombre puede adquirir a partir de la ingesta de carne parasitada de diversos animales, en nuestro país los principales brotes se generan a través del consumo de embutidos de carne de cerdo provenientes de faenas domiciliarias o ventas clandestinas, cuya carne no fue analizada previamente. Aun así, se registraron brotes a partir del consumo de piezas de caza, como jabalíes o pumas, lo que demuestra la presencia del ciclo salvaje y el riesgo de coexistencia con el ciclo doméstico.
Los focos se dan, fundamentalmente, a partir de sistemas de producción que no cumplen con las condiciones higiénicas básicas o con los controles sanitarios, o en los casos en que los cerdos se alimentan con residuos no permitidos. Estas condiciones favorecen la proliferación de roedores, los que actúan como nexo por sus hábitos alimenticios.
Para llevar adelante el laboratorio, la Universidad trabaja en conjunto con la Municipalidad de Luján y la Agencia de Extensión Luján del INTA. El objetivo es que los productores familiares puedan analizar muestras de su producción para luego consumir sus alimentos de manera segura.
“De esta forma, los productores nos llaman, les explicamos cómo tienen que sacar las muestras y en el término de dos horas tienen un resultado seguro ya que la técnica es muy sensible, muy certera, entonces podemos ofrecer este servicio que, vale aclarar, no fiscaliza para nada la comercialización” destacó la médica veterinaria Graciela Vidales, directora del proyecto, en diálogo con Argentina Investiga.
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Otro de los objetivos principales del proyecto es difundir esta problemática, trabajando con centros periféricos de salud, brindando charlas en escuelas rurales y agrotécnicas, y desde el INTA con los productores agropecuarios vinculados al programa Cambio Rural II.