Todos saben que el desempleo alto implica un mercado laboral poco saludable. La falta de empleo genuino en el país es uno de problemas que enfrenta el Estado. Esta situación se agudiza aún más cuando las personas desocupadas no cuentan con educación formal como herramienta para acceder a un buen trabajo y, por ende, a una remuneración acorde a su formación profesional.
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Los beneficios de poseer un nivel de educación alta: “Un ensayo para la Región Chilecito –Famatina, La Rioja” es el título de un trabajo de investigación ejecutado por Jorge Leyva y su equipo de economistas de la Universidad Nacional de Chilecito.
El trabajo parte de dos hipótesis ¿los individuos que poseen un nivel educativo alto – terciario, universitario- tienen menos probabilidades de estar desempleados? ¿Las personas con nivel educativo alto son mejores remuneradas?
El estudio se realizó en el año 2014 -se actualiza cada tres años- y busca evidenciar, además, que las personas con niveles educativos bajos son más propensas a no conseguir trabajo.
La población bajo estudio comprendió las personas – ambos sexos- que integran la población en edad económicamente activa, cuyas edades varían entre 15 y 65 años, de la Región II de la Provincia de La Rioja, la cual es considerada en un 97% como zona urbana. Se encuestó a 446 personas, representando de esta manera al 5% del total de la población. En Famatina se realizó el mismo procedimiento, tomándose una muestra proporcionalmente mayor a la de Chilecito.
Los encuestados respondieron las 120 preguntas sobre las características del grupo familiar, del mercado laboral y nivel educativo, entre otros temas, para reforzar las hipótesis planteadas.
A partir de la metodología cualitativa, se tomó una muestra representativa de la población de Chilecito cabecera y Famatina, seleccionados en forma aleatoria, eligiéndose al azar los radios censales y, dentro de ellos, las manzanas y viviendas. En cada manzana se tomaron en promedio cinco casas, dentro de cada una de ellas se intentó encuestar a todos los individuos seleccionados.
Resultados del Estudio
El análisis arrojó datos interesantes: indica que el 38% de los desocupados de la región cuenta con ingresos no laborales tales como jubilaciones/pensiones, rentas derivadas de alquileres, subsidios, becas, planes, asignación universal por hijo, etc. Además, el 25% de los mismos nunca trabajó, y entre los que sí habían tenido una ocupación previa el 74% eran asalariados. Estima que el 84% de los empleados no realizan aportes jubilatorios, es decir, poseen empleos básicamente precarios. También se deduce que el 43% lleva desocupado más de un año. Respecto al tipo de empleo, se concluye que el sector privado fue el que dejó mayores desempleados, aproximadamente un 71%. Con respecto a la rama de actividad económica, el comercio, restaurantes y hoteles encabezan los mayores niveles de desempleo, seguido por las actividades de servicios comunales, sociales y personales, y la construcción. En cuanto al tamaño de la empresa, son las pequeñas las que más contribuyen al desempleo, representando alrededor del 64%.
Un análisis marginal de los desocupados permite ver que es más significativa la desocupación en los niveles medio y bajos de educación.
El análisis compara, además, el grado de desocupación en el hombre y la mujer. La chance de estar desocupado es 2 veces mayor en la mujer respecto al varón, es decir, el varón tiene un 53% menos de probabilidad de estar desempleado.
La variable edad permite afirmar que la probabilidad de estar desempleado es superior en los jóvenes, es decir, la chance de estar desocupado para este grupo etario respecto a los adultos es 4 veces más. Mientras que estas chances son aproximadamente similares entre adultos y mayores.
Con respecto al nivel de educación, no hay diferencias significativas en la probabilidad de estar desempleado entre los individuos de educación baja y media, pero sí entre los de educación baja y alta. Las chances de estar desocupado es 6,25 veces mayor en un individuo con nivel de educación bajo respecto al que posee un nivel alto, es decir, la probabilidad de estar desempleado es un 84% más reducida en una persona con nivel de educación alto respecto a quien posee un nivel de educación bajo.
El estudio concluye, además, que el 83% de las personas recibe un valor de ingreso como contraprestación de su ocupación, mientras que el 17% de las mismas no lo recibe. También se puede ver que, entre los ocupados con ingresos, el 78% es asalariado y el 22% trabaja por cuenta propia o es patrón.
En cuanto a la variable educación, abordada tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo, indica que, en términos de años de educación finalizados, la cantidad de años de estudios promedio de los individuos es aproximadamente de 12,54, con una desviación estándar de 3,23 años, la cual sugiere que, en promedio, los años de estudio de una persona en la región varían entre 9,31 y 15,77. Entre otros resultados, se puede ver que el 25% de las personas tiene más de 15 años de educación y solamente el 3% tiene primaria incompleta.
La variable educación indica, además, que el 88% de la población posee un nivel de formación medio o bajo, y solamente el 12% tiene un nivel educativo alto.
En cuanto a la distribución de la participación en el mercado laboral, el estudio revela que el 74% de los individuos recibe un ingreso ya sea como asalariado, cuenta propista o patrón (es, decir, participa), mientras que un 26% no participa (no perciben un ingreso, ya sea por ser desocupados, u ocupados sin ingresos).
Para finalizar y en relación a la investigación desarrollada, Jorge Leyva explica a Argentina Investiga que “en nuestra región, la inserción en el mercado laboral no escapa del escenario nacional; tuvimos niveles de desocupación parecidos a los que hay a nivel nacional, es decir, próximo a un dígito casi llegando a los dos dígitos de desocupación. Resulta difícil de medirlo por tratarse de un indicador que se mide cada cuatro meses y, en el caso de nuestra región, La Rioja, cohorte cada dos años”. Agregó, además, que “debido al no rechazo de las hipótesis planteadas, es recomendable desarrollar políticas que faciliten el acceso a la educación formal, ya que éstas impactarían positivamente sobre el desarrollo y el nivel de bienestar de los individuos. Se puede deducir que este impacto positivo mejora la productividad de los individuos y, por ello, el desarrollo y el bienestar de una sociedad”.
Agregó que “En estos momentos y como se encuentra el mercado laboral, tener un nivel de educación de título secundario completo no es suficiente a la hora de conseguir trabajo. Tener título universitario y terciario completo, que no es lo mismo incompleto, es fundamental para el empleador ya que en una entrevista laboral te avalan tu desempeño profesional terminado y es una señal para el empleador de que tan productivo se puede llegar a ser”.
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Para el economista “el mercado laboral no es un mercado fácil, sobre todo en temas relacionados con el desempleo que provocan en una familia o en una comunidad una situación muy tensa. Agregó que “si tenemos una economía con niveles de educación alto es muy posible que la productividad de la región aumente, en el sentido de que aquellos que tienen mayor formación serían más productivas”.