Un bosque abierto de algarrobos en la Reserva Telteca (noreste de Mendoza).
En los bosques de zonas áridas la madera muerta es un recurso muy utilizado por la fauna y por los pobladores locales. Este recurso se extrae del algarrobo dulce (Prosopis flexuosa), el árbol más importante de la región del Monte, que se extiende en 46 millones de hectáreas desde Salta a Chubut, donde las precipitaciones no superan los 350 mm. Desde épocas muy antiguas, la especie ha generado un fuerte vínculo con los diferentes grupos humanos que habitan la región.
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Debido a su resistencia a la sequía y a la salinidad del suelo, el algarrobo dulce domina la vegetación y en las zonas desérticas, ofrece sombra, madera, leña, frutos y forraje, entre otros servicios ambientales. Es una planta heliófila y poco tolerante a la sombra, por lo que las ramas interiores se mueren y quedan en el árbol, formando lo que se llama “leña campana”.
Debido a su importancia, investigadores de la Universidad y del Conicet llevan adelante un proyecto para conocer los efectos de la extracción de esta madera muerta en el ecosistema y evalúan cómo afecta esto a las poblaciones de insectos polinizadores que anidan en la madera.
Se trata de abejas solitarias, en su mayoría (la familia Megachilidae, que presenta alta diversidad de especies en el noreste de Mendoza, donde se hizo el estudio). “Muchas de ellas utilizan los numerosos orificios presentes en la madera muerta del algarrobo para construir sus nidos. La función de los polinizadores es fundamental, ya que el algarrobo necesita de la visita de estos insectos para poder completar el ciclo de fructificación”, explicó a Argentina Investiga el biólogo Juan Agustín Álvarez, quien encabezó la investigación.
La leña seca es un recurso necesario en las actividades domésticas de los pobladores de los bosques de zonas áridas. “La madera muerta es parte de sus construcciones, de sus corrales, la usan para cocinar, para calefaccionarse y para hacer herramientas, entre otras cosas”, especificó el especialista.
Como parte del relevamiento, entre 2006 y 2009 se midió la frecuencia de los insectos polinizadores, la producción de semillas, la cobertura y la riqueza de las plantas, y varios parámetros químicos del suelo. Como resultado, en algunos períodos se detectó una disminución en la presencia de abejas, pero contra lo que esperaban los investigadores, la producción de semillas fue mayor en los sitios de extracción, mientras que no se vieron afectadas la vegetación del sotobosque y las propiedades del suelo.
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“En nuestro trabajo no encontramos un efecto inmediato en variables como los nutrientes del suelo, la composición y la riqueza de la comunidad vegetal. Pero la extracción de madera sí afectó la frecuencia de visitas de los visitantes florales. Ahora trabajamos en varias líneas de investigación que surgieron en este ensayo”, adelantó Álvarez.