Admirado por sus investigaciones sobre fragmentación y exclusión social, Robert Castel disertó sobre el contexto de desigualdad social en América Latina: “Tengo cierta reticencia a hablar de exclusión, porque eso deja suponer que habría personas que podrían estar fuera de lo social”. “Los fenómenos de disociación social deben entenderse a partir del centro de la sociedad, no hay que estudiar la exclusión en sí misma sino tratar de entender los procesos que conllevan a ella”.
En cuanto al escenario nacional, enfatizó que la especificidad de Argentina radica en que “es el ejemplo de una nación donde los sectores vulnerables son más bien nuevos pobres”.
También comentó que, pese a sentirse impactado durante una visita en 2002 a Buenos Aires por el “descrédito total” de la juventud hacia el Estado, “lo único que puede construir una especie de ‘parapeto’ es la fuerte presencia de un Estado Social, responsable de la cohesión y de un sistema de protección. Hay que hacer sociedad, el Estado es la clave de la bóveda”.
Peligros
A partir de la transposición de un concepto del sociólogo alemán, Ulrich Beck, quien, en su libro “La sociedad de riesgo”, detectó la existencia de un principio general de incertidumbre que gobierna el porvenir de la civilización -sentimiento extendido en Europa y en América Latina-, Castel planteó dejar de hablar de riesgos “en abstracto”.
A tal fin, propuso crear la siguiente “deontología de riesgos”, imprescindible para enfrentar la sensación de temor, característica de las sociedades contemporáneas:
Riesgos sociales: vinculados a la seguridad social, son aquellos a los que puede darse respuesta mediante un modelo de protecciones sociales.
Riesgos civiles o poblaciones de riesgo: grupos que pueden llegar a ser problemáticos en función de factores como haber cometido algún delito, no tener trabajo, pertenecer a familias disociadas o ser extranjero.
Nuevos riesgos: los efectos inesperados del desarrollo de la ciencia y de la tecnología que, en lugar de contribuir al progreso del hombre, se vuelven contra él (catástrofes nucleares, calentamiento global, manipulaciones genéticas).
Lo que pregona el docente es diseñar políticas diferenciadas para cada configuración, disminuir el pánico generalizado y erradicar el “mito” de una seguridad total.
“Debemos renunciar a la ilusión de suprimir toda clase de riesgos -recomendó-. Habría que tener el coraje de establecer prioridades en esta lucha y distinguir los medios con que podemos disponer para afrontarlos, porque el miedo no es un buen consejero, ni para la reflexión ni para la acción”.
El panorama matancero
Castel no eludió el análisis de la situación en La Matanza: “Por un lado, distingo la delincuencia y, por el otro, la pobreza y la desocupación”. Asimismo, advirtió que, si bien ambos riesgos pueden interferir, no debemos convertir a los delincuentes en “chivos emisarios” ni estigmatizarlos como responsables de todas las formas de riesgo.
“Tratar sólo la problemática de la delincuencia nos lleva a olvidar los riesgos de la inseguridad social. No es con medidas policiales con las que se logrará combatir la pobreza, el desempleo y la inseguridad social”, remató.
Entre otros trabajos, Castel es autor de “La metamorfosis de la cuestión social”