Ejemplar de Palo Rosa en la selva misionera.
Entre las estrategias de conservación “ex situ” de los genotipos vegetales existentes en el mundo, la más sencilla y económica es el almacenamiento convencional de semillas en bancos de semillas o bancos de germoplasma. Este método juega un rol preponderante en la conservación del germoplasma ya que permite establecer poblaciones cuando sea requerido, facilita el acceso al material de semillas en cualquier momento del año y las conserva a corto, mediano y largo plazo.
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“Decidimos hacer este trabajo debido a cómo se han ido deforestando las especies nativas, lo que tuvo un impacto sobre la pérdida de la biodiversidad. Todavía pueden encontrarse en el monte misionero árboles de palo rosa, pero el problema es la gran reducción de las poblaciones de esa especie. Y la diversidad, que se mantenía óptima cuando la población no estaba tan alterada, también se redujo, por lo cual quedó una base genética muy pequeña que provocó que empiece a haber endogamia”, explicó a Argentina Investiga la licenciada en genética Mónica Otegui, quien junto a la ingeniera forestal Beatriz Eibl llevan adelante el proyecto.
“El banco de semillas trata de resguardar la diversidad. Lo que hacemos es salir al monte, buscar ejemplares, recolectar las semillas -en lo posible de sitios bien separados- porque, justamente, se supone que si son procedentes de poblaciones geográficamente distantes, van a ser diferentes”, detalló Otegui.
A su vez, la investigadora reforzó que el propósito final es “resguardar la diversidad, lo que implica por un lado, guardar material para futuras mejoras genéticas, por ejemplo, para el palo rosa que es una de las maderas más valiosas del monte; y, por el otro, en el caso de que alguna especie sea atacada por pestes, se puede recurrir a lo que tenemos guardado y, a partir de esa base de datos más amplia, buscar aquellos ejemplares o individuos más resistentes”.
La lista de especies bajo estudio en el proyecto es de veinte nativas de interés productivo y de conservación. “De esto dependerá el tiempo que las podamos guardar (muchos años o pocos meses). Todo el esfuerzo está concentrado en esta etapa. Cada cosecha de semillas se divide entre dos laboratorios, donde ambos equipos tratamos de determinar condiciones para el almacén de las diferentes especies”, sostuvo Eibl.
El equipo de investigación trabajó durante dos años en el banco de germoplasma de la Biofábrica Misiones SA. Allí, se brindaron todos los protocolos de la cosecha, manipulación posterior y calificación de la semilla. Además, el año pasado comenzó a trabajarse con el cedro misionero (Cedrela fissilis).
Contexto misionero
En los últimos años, el avance de la frontera agrícola reemplaza grandes extensiones de bosque nativo. Las regiones parque Chaqueño, selva Misionera y selva Tucumano Boliviana son las más afectadas de la Argentina. Además de los cultivos agrícolas, las plantaciones forestales también aumentaron su superficie, principalmente en las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones.
Misiones tiene menos del 1% de la superficie total del país, pero alberga casi el 40% de la biodiversidad y produce más del 70% de la madera. Comprende, en el país, la mayor parte de la región Selva Misionera y es una de las provincias con mayor superficie ocupada por plantaciones forestales que reemplazaron al bosque nativo. Si bien la Selva Misionera en la Argentina conserva alrededor del 50% de su bosque original, la continua substitución puede conducir a una situación alarmante como la de sus países vecinos, en donde el Bosque Atlántico del Alto Paraná fue reemplazado por cultivos comerciales en un 97,3% en Brasil, y en un 86,6% en Paraguay.
Hasta el momento, el proyecto del banco de semillas realizó muestreos en toda la zona sur de la provincia, en búsqueda del germoplasma de palo rosa y de cedro que ya permanece guardado para su disposición. “El problema del palo rosa es que, además de pocos ejemplares, no produce semillas todos los años. Es una especie protegida por ley provincial; en cambio, el cedro, no, pero tiene interés forestal desde el punto de vista productivo. En el caso del cedro, hemos guardado semillas de cuatro micro regiones del sur de la provincia que después deberán identificarse molecularmente”, explicó Otegui.
Conservación
La conservación de semillas de una especie silvestre requiere de conocimientos previos respecto del momento óptimo de cosecha, indicadores de madurez, modo de dispersión de los frutos y las semillas, comportamiento de las semillas frente a la desecación y a las temperaturas bajas, requerimientos para su germinación y conservación y capacidad germinativa, entre otros. Aunque, para llegar a ello, son necesarios varios meses de estudio que determinen si las semillas soportan que se les disminuya el contenido de humedad hasta valores inferiores al 10%. Esta condición es indispensable para que la especie pueda ser conservada en bancos de germoplasma.
“Una vez que están las semillas en el laboratorio, investigamos si soportan que las deshidratemos porque, para poder guardarlas, tenemos que sacarle el agua con la que han venido, con la que han alcanzado la madurez”, agregó Otegui. Por su parte, Eibl detalló que “las semillas del banco tienen un fin de uso. Desde nuestros proyectos propiciamos conocer las especies, poner a disposición el material para los interesados, realizar las capacitaciones, marcar semilleros en las propiedades privadas, producir plantas para la propagación y el uso productivo como una forma de conservación y producción”.
Presente y futuro
El proyecto banco de germoplasma tiene el objetivo de generar información para la aplicación de la conservación de semillas en bancos de germoplasma. “Conservamos el material silvestre y sólo conocemos el origen de los semilleros; la manipulación genética no es parte de este proyecto, ya que nos interesa conservar la diversidad natural de las especies”, comentó Eibl.
El banco de semillas es una estrategia de conservación que se debe complementar con estrategias de conservación de las especies en su sitio y ambiente natural. Este trabajo se encuentra también en ejecución, con la marcación de los árboles semilleros en su lugar de origen. “En trabajo conjunto con el Área de Certificación y Control del INASE (Instituto Nacional de Semillas) elaboramos un sistema de certificación desde el árbol semillero, las semillas que se cosechan y la producción de plantas con indicadores de calidad, visando incorporar a las especies nativas en un sistema de certificación en cada una de sus etapas”.
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Además, Eibl destacó: “Las otras especies nativas serán cosechadas cuando determinemos el momento justo. En junio, julio y agosto con anchico, peteribi, palo rosa, cedro, caña fistola, lapacho negro. Octubre con timbo y loro blanco. Diciembre y enero, con mora amarilla, laurel amarillo e incienso, y así todo el año alguna nueva especie se sumará para los próximos dos años que dure el proyecto”. También, otro de los objetivos del banco de semillas es brindar material disponible para cuando el ministerio de Ecología o algún otro organismo del Estado decida encarar un plan de reforestación o de recuperación de algún área degradada.