A través del Programa de biotecnología para América Latina y el Caribe (BIOLAC), la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) capacita a investigadores de distintos países de la región sobre los temas más innovadores del campo de estudio de los tripanosomátidos, parásitos que provocan el mal de Chagas.
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Este año, el curso internacional “Biología molecular de tripanosomátidos” tendrá lugar en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario, del 21 al 25 de noviembre próximos, con un enfoque hacia el desarrollo de nuevas drogas, métodos diagnósticos y alternativas inmunoterapéuticas para la enfermedad.
“Los objetivos son proporcionar conocimiento teórico y práctico de las metodologías de estudio, fomentar el intercambio y la discusión del conocimiento científico desarrollado en el curso entre estudiantes y profesores, y aportar a la conformación de redes de colaboraciones entre laboratorios en América latina”, expresó el decano de la casa de estudio, Esteban Serra.
El mal de Chagas es una de las endemias más expandidas en América latina que suele afectar especialmente en entornos empobrecidos. La Organización Mundial de la Salud la ubica dentro del grupo de “enfermedades desatendidas” por parte de gobiernos e instituciones sanitarias.
Es causada por un parásito llamado Trypanosoma cruzi, que puede vivir en la sangre y en los tejidos de personas y animales y en el tubo digestivo de las vinchucas. Cuando este insecto pica a una persona para alimentarse de su sangre, defeca y deposita dichos parásitos en la piel. Al rascarse la picadura, la persona los introduce en su cuerpo. Puede afectar el corazón o el sistema digestivo y producir diferentes grados de invalidez, o incluso, la muerte.
“El vector necesita del rancho”, afirma a Argentina Investiga el doctor Oscar Bottasso, director del Instituto de Inmunología Clínica y Experimental del Conicet-UNR. Las viviendas con techo y paredes de barro y paja se convierten en alojamientos de las vinchucas y por lo tanto sus habitantes están mucho más expuestos a infectarse, según explica.
Si bien la principal transmisión es vectorial, también puede contraerse mediante transfusión de sangre, transmisión congénita (de la madre infectada a su hijo) y órganos donados, aunque estos modos son menos frecuentes.
En cuanto al contagio transfusional, el especialista comenta que tuvo impacto en la comunidad europea durante la migración de latinoamericanos a España. Dado que el mal de Chagas no era de esa región, tampoco se testeaba en las donaciones de sangre. Y las últimas formas de adquisición descubiertas tuvieron lugar en Venezuela y en Brasil. En el primer país, a raíz del fruto de una planta denominada asaí, porque la vinchuca se alimenta del jugo de ese fruto y lo contamina. Y en el segundo, a través de los jugos de caña de azúcar porque el insecto pasa tanto adentro de las cañas como en la molienda.
En Argentina se calcula que hay 7, 3 millones personas expuestas, 1,6 millones infectadas y más de 300.000 afectadas por cardiopatías de origen chagásico. Las provincias que están en situación de alto riesgo para la transmisión vectorial son Chaco, Catamarca, Formosa, Santiago del Estero, San Juan y Mendoza, debido a que presentan una re-emergencia por el aumento de la infestación domiciliaria y una alta prevalencia en grupos vulnerables.
Las provincias de Córdoba, Corrientes, La Rioja, Salta, y Tucumán, muestran una situación de riesgo intermedio con un índice de re-infestación mayor al 5% en algunos departamentos, e insuficiente cobertura de vigilancia en algunos casos.
En mayo de este año, la provincia de San Luis logró certificar la interrupción de la transmisión vectorial, al igual que lo habían hecho hace cuatro años Misiones, Santa Fe y seis departamentos del sur de Santiago del Estero. Asimismo, las provincias de Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, Neuquén y Río Negro lograron recertificar la interrupción.
De todos modos, todas las jurisdicciones poseen riesgo de transmisión congénita derivado de las migraciones internas e internacionales de países vecinos con elevada endemicidad.
El tratamiento para esta enfermedad se realiza con la droga benznidazol que “actúa bien en la fase aguda y en las formas crónicas recientes, aunque en las fases más tardías no es de tanta efectividad para prevenir su evolución”, sostiene el médico. Además aclara que en la fase aguda no todos presentan manifestaciones clínicas como fiebre, dolor de cabeza, agrandamiento de ganglios linfáticos, palidez, dolores musculares, dificultad para respirar, hinchazón y dolor abdominal o torácico. De ahí surge la necesidad de una mayor concientización y “una vigilancia de cerca de la franja poblacional con más posibilidades de contraer la infección”, refelxiona Bottasso.
En la fase crónica pueden surgir trastornos cardiacos y alteraciones digestivas (agrandamiento del esófago o del colon), neurológicas o mixtas. Y con el paso de los años, la infección puede causar muerte súbita o insuficiencia cardiaca por la destrucción progresiva del músculo cardiaco.
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