La productividad agrícola depende en gran parte de los procesos biológicos que se desarrollan en el suelo llevados a cabo, fundamentalmente, por la actividad de los macro y microorganismos que lo habitan. El conocimiento de la biología del suelo debe ser un factor clave en la toma de decisiones sobre su manejo y en el desarrollo de acciones y políticas que aspiren a conjugar el aumento de la producción con la preservación del medio ambiente.
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Es por esto que un grupo de investigadores de varias instituciones y empresas se vincularon para desarrollar un trabajo dedicado a construir nuevos indicadores de calidad del suelo en una amplia zona de nuestro país, pero también para poner en acción la creatividad de las instituciones académicas y las empresas, potenciando sus capacidades hacia el desarrollo y generación de riqueza de las comunidades. Participarán del proyecto investigadores de las Universidades Nacionales del Sur, de La Plata, de Río Cuarto, de Buenos Aires, del Nordeste y de Córdoba. También, del Instituto Leloir y de varias estaciones del INTA.
El material de estudio consistirá en muestras obtenidas a lo largo de una transecta este-oeste a la altura de la zona más productiva del país, abarcando diferentes tipos de suelos y ambientes. Los conocimientos que se obtengan a partir de las investigaciones servirán de referencia para utilizarlos en otros suelos. El enfoque químico de los estudios propuestos será coordinado por el doctor Juan Alberto Galantini, investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires (CIC) y del departamento de Agronomía de la UNS.
“Estos estudios permitirán, por ejemplo, conocer la presencia de materia orgánica en el suelo, cuya importancia radica en que es un elemento clave en su funcionamiento, por su relación tanto directa como indirecta sobre importantes propiedades químicas, físicas y biológicas”, explicó a InfoUniversidades Galantini. “La influencia de la materia orgánica es fundamental para su fertilidad, ya que realiza el aporte de nutrientes necesarios para que los cultivos puedan producir gran cantidad de grano y de calidad. Conocer cuándo y cuánto es ese aporte optimizará la fertilización para lograr máxima eficiencia”, agregó.
Además, se analizarán otras variables como la dinámica del agua, la existencia de vida en ella, la calidad ambiental y la reserva de carbono, que puede ayudar a mitigar el efecto invernadero. “Si bien el objetivo del proyecto es avanzar hacia el conocimiento interdisciplinario de los procesos que ocurren en el suelo, se considera igualmente importante la transferencia de los resultados obtenidos. Esto será llevado a cabo a través de quienes apoyan el proyecto y de la interacción con otras organizaciones y grupos vinculados al agro”, señaló Galantini. Paralelamente, se desarrolla una página web del proyecto, para lograr un vínculo directo y permanente con quienes tengan interés en el tema.
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Llamado “Biología del Suelo y Producción Agraria Sustentable” (Biospas) el proyecto es coordinado por el doctor Luis G. Wall, de la Universidad Nacional de Quilmes, y se enmarca en los “Proyectos de Áreas Estratégicas” (PAE), que subsidia la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Tendrá una duración de cuatro años y un presupuesto de 4,5 millones de pesos. Además, tiene el auspicio de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), y de dos empresas nacionales, Rizobacter Argentina SA y estancia La Lucía SA, del Grupo Romagnoli.