Si a la conmemoración del 25 de mayo le depurasen las galeras y se abordaran los sucesos desde la percepción de los personajes, que en la mayoría de los festejos conmemorativos son, casi, parte de un paisaje pintoresco, ¿qué tipo de Revolución de Mayo se estaría construyendo?
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Partir de la memoria como una construcción que deja margen para resignificaciones y encontrar espacios para cuestionar los relatos que configuraron una determinada historia, es un ámbito de discusión en el que se inscriben diversos especialistas de la UNC.
Francisco Pazzarelli, del Museo de Antropología de la Facultad de Filosofía y Humanidades, dicta el seminario "Efemérides ¿para qué?, entre memorias oficiales y memorias posibles". Allí trabajan con las fechas patrias para desnaturalizarlas.
"Problematizamos la concepción que convierte a las efemérides en un mojón de memoria, que sólo sirve ser recordada y es única", indica.
Según Marta Philp, doctora en Historia, las conmemoraciones son fechas que se establecen para destacar hechos que se consideran necesarios para construir un determinado modelo de nación. "La historiografía moderna estableció qué era importante recordar, e implantó una jerarquía de fechas históricas", expresa.
Para ella, las evocaciones son necesarias porque representan un momento de "renovación de los espacios comunes". Sin embargo, explica que se realizan sobre la base de una determinada memoria social, que siempre es "la de un grupo". "Las conmemoraciones oficiales usan la historia para legitimar el poder político, pretendiendo instaurar una única forma de leer el pasado. Pero aunque estén marginadas siempre hay otras maneras", sostiene Philp.
Otros relatos
En las contradicciones de las márgenes, se inscribe la posibilidad de poner en discusión el sentido que condensan las fechas marcadas con rojo en los calendarios. "Problematizar la memoria da pie a la construcción, porque trae al presente los hitos nacionales, los analiza y abre la posibilidad de configurar otro relato", plantea Pazzarelli.
En ese sentido, Philp manifiesta que frente a la memoria oficial hay sectores que proclaman su deber y derecho a conmemorar, y esas remembranzas se convierten en espacios de resistencia. "Nadie renuncia a los hitos clásicos, lo que se disputa es la memoria que encierran", dice.
Por otro lado, la escuela es un agente fundamental para transmitir la historia. En ese campo, los festejos escolares se debaten entre impulsar nuevas lecturas o sedimentar la vigente. "Creer que es inofensivo insistir en los mismos personajes y discursos para recordar las fechas patrias no permite reconocer que la repetición instaura estereotipos y congela el pasado", subraya Pazzarelli.
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En ese marco, Philp considera que las entidades educativas deben problematizar las fechas patrias y evitar asumirlas como rituales incuestionables. "Siempre hay matices, y por eso hay democratizar la conmemoración", concluye.