Para estudiar cómo se desarrollan las migraciones de patos en Argentina, especialistas del Centro de Zoología Aplicada y del Servicio Geológico de los Estados Unidos implantan pequeños transmisores en individuos de las especies sirirí pampa, sirirí ala blanca, sirirí colorado y pato picazo. Las aves son luego liberadas para que sigan sus rutas migratorias y su viaje es monitoreado satelitalmente.
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En los últimos tres años, los investigadores colocaron cuarenta equipos que informan la posición geográfica de los patos y su temperatura corporal, este último dato permite saber si el animal está vivo. Con este procedimiento empezó a obtenerse información acerca de las migraciones de los patos en Argentina, un tema poco estudiado con anterioridad. Y se descubrió que estos grandes traslados son totalmente diferentes a los del hemisferio norte, ya que no siguen los mismos patrones.
“En el hemisferio norte, las migraciones son muy regulares; los patos van al norte en verano y al sur en invierno. En cambio aquí se comportan mucho más erráticamente, similar a como lo hacen en Australia. Van para cualquier lugar, en general, vuelan mucho al oeste de Argentina, a Paraguay y Brasil”, señala a InfoUniversidades Enrique Bucher, director del proyecto.
Los movimientos migratorios de los patos pueden seguirse en el sitio web de la iniciativa: http://www.promarmarchiquita.com.ar/subsitios/patos/index.php
Antiguamente, a los animales se les ponía un anillo con un número y una nota en la cual se solicitaba a quien lo encontrara que lo devolviera a una dirección. El problema es que se colocaban miles y con suerte se recuperaba un uno por ciento. La tecnología de seguimiento satelital que aplican los investigadores tiene una década y en la actualidad se usa en distintos animales: ballenas, delfines, tortugas marinas y terrestres, pájaros y elefantes. En el mundo hay alrededor de unos 50 mil animales con transmisores monitoreados por satélite. Este proyecto es el primero en el interior de Argentina, hubo otros, pero con aves marinas que alcanzan las costas argentinas, como los petreles, por ejemplo.
El investigador explicó que “los bañados naturales que usan los patos para alimentarse y descansar durante sus viajes están siendo reemplazados por arrozales. Este proceso es similar a lo que ocurre con el bosque nativo, que es sustituido por cultivos de soja. La demanda de granos, que ha hecho aumentar la soja, también conlleva un incremento en la demanda de arroz, el principal alimento de los países asiáticos. Los patos usan los arrozales como usaban los bañados, hecho que crea conflictos con los agricultores, quienes piensan que perjudican la cosecha, y tratan de controlarlos arrojándoles granos envenenados. Por eso, lo que consuman los chinos impactará a los patos silvestres de Argentina. De todos modos, esta actitud está cambiando gracias a la tarea de organismos nacionales, gubernamentales y no gubernamentales, que realizan una concientización muy importante.
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Por último, Bucher se refirió a la influencia de la legalidad de la caza de patos: “Se ha generado una actividad cinegética importante por parte de cazadores nacionales y extranjeros, tal como sucede con las palomas en Córdoba. Hoy en día los organismos gubernamentales no cuentan con suficiente información para realizar un manejo adecuado, comenzando por fijar las cuotas de caza con bases científicas sólidas. En ese sentido, este proyecto tiene una doble importancia: por un lado, esperamos que sirva para desarrollar políticas de conservación y uso sustentable de la fauna de patos del país y de países vecinos. Además, esperamos que nuestros estudios contribuyan a tomar decisiones para conservar los humedales ante la presión internacional creciente que sufren los recursos naturales”.