La búsqueda de nuevas alternativas de proteína para la alimentación animal es uno de los desafíos a enfrentar en los valles de la Norpatagonia. Es que en esta zona la actividad ganadera se centra en el engorde de vacunos y ovinos en pasturas irrigadas, y la principal proteína vegetal que se utiliza para alimentarlos –el cultivo de alfalfa– es muy variable en el ciclo de producción ante factores ambientales y de manejo de cultivo.
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“Para mejorar estos aspectos y cubrir los requerimientos proteicos de los animales se importan desde otras regiones del país proteínas vegetales alternativas como balanceados, pellets, núcleos proteicos, granos, con el consecuente gasto de flete. Representan el principal costo de alimentación del ganado”, explica la docente investigadora María Fany Zubillaga.
Las legumbres -como porotos, habas, lentejas, garbanzos y arvejas- se destacan por su alto contenido en proteínas. Sin embargo, existen hasta el momento escasos antecedentes sobre cultivos proteicos alternativos para la nutrición de rumiantes y monocavitarios (entre ellos bovinos y ovinos). A su vez, en la Argentina, la producción de estos cultivos se centra en el noroeste y en las cercanías de la ciudad de Rosario.
Un grupo de investigadoras e investigadores de la Universidad Nacional de Río Negro, con el apoyo del INTA Valle Inferior Río Negro, estudió la adaptación, el rendimiento y el contenido de proteína de diferentes variedades de porotos en la Patagonia Norte, como nuevas alternativas proteicas para la alimentación animal en esta región.
“Ensayos preliminares en 2018 demostraron la adaptación de legumbres provenientes del NOA a las condiciones medioambientales del Valle de Río Negro, con lo cual el poroto local podría ser una alternativa energético-proteica para la alimentación animal; además, estudios previos en diferentes partes del mundo demostraron su utilización con resultados exitosos”, señala a Argentina Investiga Zubillaga, quien dirige el proyecto en la UNRN Sede Atlántica.
Esta experiencia confirma que las condiciones, tanto del clima como del suelo del Valle rionegrino, serían adecuadas para el óptimo desarrollo del cultivo de leguminosas. “En función de los resultados obtenidos creemos que hay capacidad de producción regional, aunque deberíamos acotarlo a la zona de regadío y a suelos libres de problemas salinos”, aclara.
“En el caso puntual de los porotos, resta seguir indagando sobre las condiciones de esta producción para ajustar fechas, densidades de siembra óptimas y un manejo de riego adecuado, y para conocer el comportamiento de la inoculación en la fijación biológica y sus potencialidades, de manera que permitan incrementar la producción en forma sostenible”. Sobre estos temas trabaja el equipo de investigación de la UNRN.
“Además de cubrir el requerimiento de proteína de las dietas animales reduciendo el costo de flete implicado en la compra de proteína en otras zonas, la producción local de poroto favorecería la diversificación productiva y podría considerarse como un cultivo promotor de la sustentabilidad ambiental si se valora y promueve su capacidad de fijación simbiótica de nitrógeno atmosférico”, insiste.
Nuevas oportunidades para la producción local
Al demostrar la posibilidad de producir legumbres en la región, la investigación abre nuevas oportunidades para el desarrollo de productos con valor agregado y sello local, ya que la calidad nutricional de estos cultivos con alto valor proteico no sólo podría utilizarse en consumo animal, sino también humano.
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“La harina de estas legumbres es libre de gluten, característica que brindaría una oportunidad de valor agregado local en la Planta Piloto de Alimentos Sociales de la UNRN para el desarrollo de una harina libre de este componente y apta para personas con celiaquía” dice Zubillaga, sólo por mencionar un ejemplo de lo que está por venir.