Celulares viejos, pilas usadas, una televisión rota o una computadora que quedó obsoleta, son elementos comunes dentro de las casas. Se estima que en la Argentina cada habitante genera 10.3 kilos de basura electrónica al año, un total de 465 mil toneladas, que equivalen al peso de 6642 Obeliscos o de 2527 aviones Boeing 737.
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Un equipo del área de Ecología del Instituto de Conurbano de la UNGS investiga a dónde van a parar los residuos de los aparatos electrónicos y eléctricos, de la construcción y las pilas usadas, una vez que cumplieron con su vida útil. Su propósito es realizar un diagnóstico y elaborar propuestas de lineamientos de gestión y de normativa para cada una de las corrientes de residuos.
La mayoría de estos desechos terminan en rellenos sanitarios, en basurales a cielo abierto o son incinerados. El problema es que estos residuos tienen sustancias peligrosas que dañan la salud y el ambiente.
“Los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) vinculados a las tecnologías de información y comunicaciones se han incrementado en cantidad y complejidad en los últimos años, generando nuevos impactos ambientales que es necesario evitar y mitigar. Lo mismo puede aplicarse a las pilas y baterías, que constituyen, por su composición química, un problema creciente a nivel global”, sostienen las y los integrantes del proyecto de investigación y agregan que los residuos de actividades de construcción y demolición “también se han incrementado en cantidad y complejidad” ya que se incorporaron “nuevos materiales plásticos y sus derivados, materiales para la construcción seca con tratamientos físico-químicos diversos”, entre otros.
El nombre completo del proyecto es “Análisis del flujo de materiales, actores e intereses involucrados en la gestión de los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), Residuos de Construcción y Demolición (RCD) y de residuos de pilas en la Región del Gran Buenos Aires. Desarrollo de lineamientos de gestión y nuevas normativas”. Se trata de un trabajo conjunto con el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, en el marco del Fondo de Innovación Tecnológica de la Provincia de Buenos Aires (FITBA).
En la UNGS, el proyecto está dirigido por Carlos Ruggerio, ecólogo y doctor en Ciencia y Tecnología, e integrado por Gustavo Kohan, sociólogo, y Giselle Querejeta, ecóloga y doctora en Ciencia y Tecnología, y cuenta con la asistencia técnica de campo de Daniela López de Munain, Norma Faitani y Alejandra González, graduadas de la licenciatura el Ecología de la UNGS, y con la participación de Diego Brancoli, como investigador externo.
“Es importante conocer el destino de estos residuos porque, además del impacto negativo que puede tener en el ambiente su incorrecta disposición, representan una serie de recursos que pueden ser reintroducidos en el sistema, así, además de reciclar o reutilizar, minimizamos impactos negativos”, explica López de Munain.
La investigación está centrada en la Provincia de Buenos Aires. En una primera etapa, el equipo analizó información de fuentes secundarias, datos estadísticos y bibliografía especializada. También se analizó el ciclo de vida de los residuos de cada corriente y se trazó un mapa de actores sociales.
“La normativa es bastante heterogénea. A nivel nacional, sí existe una normativa asociada a las tres corrientes. A nivel provincial y nivel municipal en algunos casos no existe una normativa, entonces, esto conlleva a que no haya un criterio unificado para el trabajo de los municipios”, explica Faitani, doctora en Ciencia y Tecnología por la UNGS.
Los datos obtenidos en la investigación serán utilizados para elaborar lineamientos normativos y guías de gestión integral e inclusiva para cada corriente de residuos. “Si sabemos cómo se gestionan estos residuos se pueden diseñar guías para una gestión y un tratamiento sustentable y para pensar nuevas normativas”, explica López de Munain.
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Mientras tanto, las integrantes del equipo recomiendan informarse sobre las campañas de recolección que se realizan en los municipios para desechar este tipo de residuos. De esa manera se podrán minimizar los impactos negativos sobre la salud y el ambiente.