Microfotografía de células de carcinoma mamario murino creciendo in vitro.
Dirigido por el Dr. Daniel Alonso, el proyecto está integrado por instituciones públicas y privadas que se asociaron para transferir los conocimientos, desde el proceso de investigación al desarrollo de productos destinados al paciente con cáncer. El equipo se aboca al estudio y desarrollo de nuevas terapias y sistemas de diagnóstico de base molecular en cáncer, a través de un proyecto financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Anpcyt), subsidiado con un total de más de 7 millones de pesos.
Vinculada al área biomédica, la investigación apunta a desarrollar nuevos compuestos antitumorales que podrían ser aplicables al tratamiento del cáncer de cuello uterino y cáncer mamario, por ejemplo. Los científicos siguen distintas líneas de investigación, una de las cuales se propone el desarrollo de vacunas oncológicas. “Venimos trabajando con el laboratorio Elea; en esta etapa se está intentando demostrar la efectividad en variantes de cáncer de pulmón y algunos tumores pediátricos", comenta Alonso.
El proyecto apuesta a la innovación en investigación en cáncer, y pretende transferir hacia las empresas farmacéuticas nuevos métodos de tratamiento y diagnóstico de la enfermedad. Se propone trabajar en el desarrollo de sistemas de diagnóstico molecular de alta sensibilidad, es decir, aplicar técnicas de la biología molecular para una estimación más precisa de la presencia de células tumorales en el paciente.
Estas técnicas logran detectar con gran precisión pequeñas cantidades de células cancerosas. Esto permitiría tomar decisiones terapéuticas basadas en evidencia más precisa que la observación clínica. “En general, cuando se detecta una presencia tumoral, la enfermedad ya recorrió un trayecto largo. Si se pudiera anticipar su aparición o su reaparición, uno podría aplicar un tratamiento donde todas las terapias serían más efectivas", explica Alonso.
La detección de células cancerosas residuales luego de tratamientos convencionales, permitirían consolidar el efecto terapéutico. Según el profesional, “en cáncer uno no imagina reemplazar a las terapias conocidas como la cirugía, la quimioterapia o la radioterapia, tratamientos necesarios para atacar una enfermedad tan grave; lo que intentamos, es desarrollar nuevas estrategias para atacar el residuo tumoral y con ello mejorar los resultados terapéuticos” .
Además de la UNQ, el consorcio está integrado por la Academia Nacional de Medicina; la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires; el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet); el Hospital de Pediatría Garrahan; el Instituto de Oncología Angel H. Roffo; y el laboratorio farmacéutico Elea Sacifya y la compañía Romikin SA. También involucra colaboraciones con instituciones extranjeras, como los Centros de Inmunología Molecular y de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba y la Universidad de Liège de Bélgica.