Los ingenieros Leiva, Codón y Zaragoza inspeccionan daños en un tramo del puente Llacolén sobre río Bío Bío.
El terremoto, cuyo epicentro fue el mar chileno frente a localidades costeras en el sur de la VIII Región del Bío Bío, fue muy grave en su magnitud (8,8 en la escala de Richter), coinciden los seis profesionales que viajaron a Chile. El movimiento se extendió a lo largo de 500 kilómetros de costa, en las regiones del Bío Bío, Maule y Araucanía, por lo que hubo importantes pérdidas económicas, aunque pocas víctimas fatales (700 personas) si se considera que a lo largo de la zona afectada viven dos millones de personas y la magnitud y extensión del sismo.
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La delegación estuvo conformada por los ingenieros Francisco Zabala (director), Rubén Rodari y Gustavo Navarta, del Instituto de Investigaciones Antisísmicas (IIA) “Ing. Aldo Bruschi”; y los ingenieros Miguel Ángel Leiva, Aldo Zaragoza y Marcelo Codón, docentes e investigadores del departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Ingeniería.
Comparación con una provincia sísmica
Para el ingeniero Zabala, una provincia sísmica como San Juan no tiene condiciones para desarrollar un episodio de tal magnitud como el de Chile, “aunque nos enseñó varias cosas, entre ellas la necesidad de abandonar el adobe como material de construcción. No es sólo un problema técnico sino también socio-económico. Donde haya adobe, vamos a tener problemas. Por eso es tan importante la erradicación de villas y asentamientos”. Esta valoración es aplicable tanto a San Juan como a todas las provincias cordilleranas del sur y norte de nuestro país, cercanas a Cuyo o a Chile.
Otro problema fue la construcción de ladrillos sin refuerzo o sin estructura de hormigón armado, construcciones que no existen en San Juan, pero sí en otras ciudades argentinas, de gran vulnerabilidad sísmica. Esto se vio de manera clara en muchos edificios comerciales chilenos, que no provocaron más víctimas por el horario en el que ocurrió el terremoto.
De acuerdo al director del IIA, un capítulo aparte lo constituyó el daño de los edificios de varios pisos, con problemas de torsión o irregularidad vertical (de rigidez o resistencia). La falta de regularidad por simetría, masa, rigidez o resistencia produce torsión. Por ello, es preferible la simplicidad y la simetría para un mejor comportamiento sísmico de conjunto de una estructura. Los edificios religiosos más antiguos, de gran valor histórico pero con condiciones inadecuadas para resistir un sismo de gran magnitud fue otra de las cuestiones relevadas por los investigadores
En cambio, un aspecto positivo fue que en Chile la vivienda social, de una planta y monoblock de mampostería encadenada (ladrillos y viga), “no sufrió daños, ni siquiera grietas”, según manifestó Zabala, lo que confirma la seguridad de la vivienda construida bajo esas normas técnicas.
Un área crítica
El ingeniero Codón señaló a InfoUniversidades que “el inconveniente mayor fue provocado por el daño en los puentes carreteros (entre 400 y 500), aunque la mayoría de las estructuras que sufrieron daño se comportaron muy bien. Fue importante no sólo por tratarse de rutas turísticas sino también productivas, sobre todo la Ruta 5, que atraviesa a Chile de norte a sur. Las estructuras deberían quedar en pie después de un sismo de esa naturaleza, ya que son las que deben permitir una comunicación fluida en esos casos entre ciudades, tanto para evacuar a las personas como también para transportar alimentos y poder llegar a los establecimientos sanitarios”. Esta consideración constituye una enseñanza clave que dejó el sismo sobre la importancia estratégica de la preservación de las vías de comunicación durante y después del sismo.
Los pilares de la prevención
El ingeniero Miguel Ángel Leiva resume así las condiciones para enfrentar un sismo de características importantes en una zona sísmica como San Juan, con plena vigencia a todo lo largo y ancho del país: “Sin duda hay que hablar de prevención sísmica, y ésta tiene tres pilares fundamentales de apoyo: la construcción segura, que la ingeniería trata de que no colapse ante un sismo para evitar la pérdida de vidas humanas; la preparación de la población para una emergencia como ésta (qué hacer antes, durante y después de un sismo en forma inmediata); y, por último, un Plan de Contingencia. Creo que de estos tres pilares, el de la construcción segura es el que tenemos más firme en San Juan, con las debilidades posibles, pero bastante mejor que el resto del país. En cuanto a los otros dos, hemos visto que pueden causar muchísimo daño. Respecto de la preparación de la población, hoy vemos que los chicos de la primaria saben qué hacer ante un sismo, pero los padres no, y la currícula escolar es insuficiente. En cuanto al Plan de Contingencia, es lo más débil. Existen planes de emergencia, con muy buen criterio, relacionados con obras muy seguras, como el Centro Cívico de San Juan, pero falta un plan general pensado para toda la población”.
Vulnerabilidades funcionales
Lo que más le llamó la atención al equipo del departamento de Ingeniería Civil fue “la excelente organización, velocidad y eficiencia del gobierno central para hacer frente al desastre”. Según el ingeniero Zaragoza, “la prueba está en que, entre el 20 y 25 por ciento de los edificios escolares tuvo grandes problemas; sin embargo, a un mes del terremoto, se iniciaron las clases nuevamente”.
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Los investigadores acuerdan en que otra de las enseñanzas que dejó el terremoto en Chile fue que “la estructura puede ser segura, pero el problema son los elementos no estructurales, como cielo raso, tabiquería y otros que no hacen a la parte resistente, pero que pueden causar daños muy graves a las personas”. A propósito, expresaron haber visto escuelas que no habían colapsado, por lo que la estructura era un éxito desde el punto de vista de la ingeniería, “pero si hubiera habido niños al momento del sismo, las víctimas hubiesen sido muchísimas, por la cantidad de elementos que se desprendieron. Esto es lo que resulta ser el punto más débil de una construcción segura”.
Torre O´Higgins. La falta de regularidad por simetría, masa, rigidez o resistencia produce torsión.