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Universidad Nacional de Cuyo - Facultad de Ciencias Médicas

27 de Febrero de 2012 | 7 ′ 58 ′′

“La falta absoluta de estrés no es beneficiosa”

El psiquiatra Eduardo Rodríguez Echandia, uno de los mayores especialistas en el tema del país, explica porqué suelen vivirse situaciones estresantes. La enfermedad es una reacción física interna, cuyos síntomas pueden manifestarse como aceleración de la frecuencia cardiaca, cambios hormonales y en la presión arterial. El profesional afirma que todas las personas son, en mayor o en menor medida, vulnerables al estrés y que el organismo necesita someterse a él en ocasiones para su mejor funcionamiento.
“La falta absoluta de estrés no es beneficiosa”

Psiquiatra e investigador con más de 40 años de carrera en la medicina, Eduardo Rodríguez Echandia es un reconocido especialista en estrés del país. Hoy continúa investigando el tema desde su cátedra de la UNCuyo. Allí concedió a InfoUniversidades esta entrevista.

-¿Qué es el estrés?

-Es una reacción del organismo para adaptarse ante estímulos que son nocivos o de mucha intensidad. Por ejemplo, un sonido no es nocivo, pero si pasa de cierta intensidad produce estrés y se lo llama estrés sonoro. Estamos sometidos en forma permanente a diversos tipos de estrés. Cuando son de baja intensidad no son agresivos.

-¿Siempre tiene una manifestación física?

-Sí, una manifestación física interna.

-¿Es lo que se llama somatización?

-Podríamos llamarlo así. El estrés acelera la frecuencia cardiaca, produce cambios en la presión arterial y también cambios hormonales. Pero lo importante es que todos esos cambios producidos por el estrés pueden ser beneficiosos. Se dice que un cierto grado de estrés es bueno para la salud. La falta absoluta de estrés, en cambio, no es beneficiosa.

-¿Por qué?

-Porque hace falta que el organismo responda a los estímulos con los cambios correspondientes. Por eso, los estímulos de baja intensidad, es decir, que no son fóbicos, favorecen una buena salud, un buen funcionamiento del organismo y mantienen en buenas condiciones el funcionamiento del cerebro.

-¿Se puede medir el nivel de estrés?

-Estamos hablando de seres humanos. En el caso de los animales, son más homogéneos, más o menos responden de la misma manera. El humano es más complejo, es más individual su respuesta. Hay personas que son muy susceptibles al estrés y otras que no. Y la mayoría está en un nivel intermedio. Entonces, a grosso modo, podemos dividir en tres categorías las respuestas al estrés: muy sensibles, una respuesta normal, y una respuesta mínima o nula en los que son más resistentes.

-Y las personas que más sufren el estrés, ¿qué particularidades comunes presentan?

-Hay muchas calificaciones. Están los individuos alfa y los no alfa. Un alfa necesita siempre el poder, lo busca y nunca le alcanza con lo que logra, y son individuos muy estresables. Y lo que más se altera en este tipo de personalidad con el estrés es el corazón. Estas son las personas que suelen tener un infarto, hemorragias cerebrales. Néstor Kirchner es el prototipo. Generalmente mueren de un infarto o accidentes cerebrovasculares. Y son personalidades muy difíciles de modificar.

-No son justamente personalidades débiles.

-No, todo lo contrario. Pero viven en situaciones de estrés que ellos mismos generan. Y al sumarse éstas, año a año, terminan en un accidente cardiovascular.

-Es decir que todos somos susceptibles al estrés y que tenemos cierto nivel de estrés.

-Sí, claro. Un bebé, si tiene hambre, está estresado. Cuando llora, le dan todo lo que quiere, pero el llanto es un estrés físico, tiene que respirar de otra manera, le sale mucha saliva, lágrimas, son respuestas a un estrés físico o emocional.

-¿En qué momento el estrés se transforma en un problema que requiere una intervención médica?

-Cuando se es muy susceptible, no se tiene gran resistencia al estrés. Ante situaciones normales, hay individuos que se estresan en forma permanente. Por ejemplo, ante una llamada telefónica, piensan que va a ser una mala noticia y se estresan. Entonces, hay que ver cómo desensibilizarlo. Hay diferentes métodos y escuelas, psicológicos la mayoría. Desde la psiquiatría trabajamos en aumentar la resistencia al estrés mediante estimulación sensorial temprana, inmediatamente después del nacimiento. Por lo menos durante el primer año.

-¿En qué consiste esa estimulación temprana?

-Hay diferentes tipos. La estimulación en humanos se hace sólo con “niños problema”. Los principales son los prematuros, o los que nacen con bajo peso, o alto peso. Se trata de niños con posibles problemas futuros. Pero la estimulación neonatal sería conveniente para todos. No es lo mismo un recién nacido en una familia que le brinda estimulación sensorial suficiente, con los sonidos del hogar, la comida que le dan, el baño, todos pequeños estreses físicos a los que se va enfrentando.

-En el caso de los “niños problema” ¿esos estreses hay que provocarlos?

-Sí, si no reciben esos estímulos en sus casas. Si le dan poco de comer, está malnutrido pero sufre cambios epigenéticos, efectos del ambiente sobre los genes, que en los últimos años se ha comprobado que tienen gran importancia y provocan cambios irreversibles en una persona.

-¿Cuál es la relación del estrés con la depresión?

-El individuo estresado no está deprimido. Pero mantenerse estresado un largo tiempo con frecuencia conduce a la depresión. Y la depresión pasa a ser un nuevo estrés; es un círculo. Pero sólo cuando se trata de reacciones depresivas ligadas a situaciones estresantes muy significativas para la personalidad; no hablamos de las depresiones endógenas, que son genéticas. También hay un estrés que puede confundirse con la depresión, por ejemplo, si alguien corre 42 kilómetros, en realidad lo que tiene es cansancio físico, agotamiento. Se le han terminado muchos de los neurotransmisores, los ha gastado en la carrera, y los tiene que recuperar durmiendo 24 horas seguidas. Pero si un individuo sufre una pérdida grande, espiritual o psicológica, si se queda viudo bruscamente, o se muere un hijo, eso puede llevar a una situación depresiva de larga duración. El cerebro vivió todo eso como un estrés, no sabe qué es lo que uno quiere o siente, sólo larga señales.

-¿Cuándo empezó a ser motivo de estudio en medicina el estrés?

-Después de la Segunda Guerra Mundial, ahí se caracterizó el estrés tal como se lo conoce hoy. Ahora se saben más detalles, pero lo grueso del estrés lo determinó Hans Selye, un alemán que se mudó a Canadá y ahí creó la Teoría General del Estrés.

-¿Y qué cambió para el ser humano esta teoría?

-En sí misma nada, pero se conoce bien ahora si un individuo es muy estresable, o si está sometido de manera permanente a situaciones estresantes, y eso se puede prevenir. Por ejemplo, el estrés sonoro en una fábrica colocando auriculares. Si muchas horas de trabajo seguido provocan estrés, se hace una interrupción en la mitad de la jornada, como hacen en Japón, donde tienen en cada fábrica un espacio para que los obreros duerman la siesta. Todo esto surgió cuando se comprendieron los cambios del organismo por situaciones estresantes. También se desarrollaron métodos diversos para tratar de reducir la reacción al estrés o que no se mantenga demasiado. El individuo muy estresable está tenso, no puede dormir o se duerme tarde; para eso se hacen las técnicas de relajación muscular. También están todos los medicamentos, los ansiolíticos, que se usan mucho, a veces en exceso, que ayudan a disminuir la sensación de estrés, no el estrés en sí mismo. Son como un analgésico: evitan el dolor que produce la respuesta al estrés, un dolor moral, psicológico.

Producción Periodística:


Responsable Institucional:
Rubén Valle
Universidad Nacional de Cuyo

Dirección de Prensa Institucional
ruben.valle@uncuyo.edu.ar
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