Cristian Jure, presidente del jurado de Cinecien.
A pesar de que existe una noción de cine científico que se reduce al mero registro documental de los fenómenos naturales, el desarrollo de la actualidad tecnológica o los trabajos de investigación, este tipo de cine es una disciplina en construcción. Para Ana Vásquez Herrera, licenciada en Ciencias Biológicas de la Universidad de la República de Montevideo (Uruguay) y MSc en Comunicación científica, “es importante preguntarse si los materiales pueden considerarse científicos por su contenido o por su tratamiento, pero lo importante es el abordaje de cada tema. No creo que el objetivo del cine científico deba ser educar en un sentido estricto, sino que tiene que despertar en el espectador ganas de saber más, generarle un cambio a través de la novedad, un deseo de conocer más, no necesariamente traducido en conocimiento pero sí en interés”.
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El cine científico ha ganado espacios a partir de una dinámica y un lenguaje propios, además de la ampliación de canales de difusión específicos. Es esta visibilidad la que permite su crecimiento, el fortalecimiento de espacios de exhibición propios como los festivales y la TV digital, ya que se genera un cambio en los paradigmas comunicacionales de los contenidos y se produce un corrimiento en sus presupuestos.
“En el cine científico en Argentina se conjugan dos aspectos muy interesantes: a la materia prima, que es el trabajo de los investigadores apoyados por el Estado a través de políticas públicas, se le suma la nueva ley de Medios, dos circunstancias que se reflejan en el cine científico. Es decir, existe una destacada producción científica pero también una multiplicidad de recursos narrativos, de programas, de series, de canales de TV que antes no existían”, señala a Argentina Investiga el licenciado en Antropología de la UNLP y director de documentales Cristian Jure, quien presidió el jurado de Cinecien.
En la actualidad, estos contenidos se abren e incorporan elementos del lenguaje cinematográfico para mejorar la comunicabilidad en beneficio de la apropiación del conocimiento. En este sentido, cine y ciencia son dos áreas que se complementan. Al respecto, el documentalista y presidente del Observatorio Popular de Medios en Caracas (Venezuela), Néstor José Perlaza, sostiene que “este tipo de formato es fundamental para lograr la apropiación del conocimiento, además la herramienta audiovisual es atractiva y de una eficacia comprobada. Es posible que los resultados se observen con el tiempo, en generaciones mejor formadas, con una mayor calidad y diversidad de la información”.
Por su parte, el brasileño Pedro Novaes, director y guionista de películas relacionadas con la temática ambiental, destaca “una evolución en la última década en relación con el lenguaje y el abordaje del tema, que ha pasado de planteos simplificadores a abordajes más maduros y que tornan la problemática ambiental aun más compleja de lo que ya es”.
Para alcanzar la adecuada transmisión de materiales de cine científico, es fundamental la creación de nuevos espacios de difusión y el fortalecimiento de los que ya existen. La creación de canales de TV y de web TV dedicados a su emisión y festivales como Cinecien son el vínculo entre estos contenidos y la sociedad.
Para Marcelo Martinessi Benza, director y guionista de documentales, “los festivales son un buen punto de encuentro para esta clase de producciones. En Paraguay aún no tenemos un ministerio de Ciencias y Tecnología y nuestro canal de TV educativa funciona desde el año pasado. Estamos en el inicio de un proceso que, en países como la Argentina, nace a partir del interés de la gente por participar. Es decir, este espacio será sustentable en el tiempo si logramos que a nivel regional la gente se apropie, lo exija y participe del espacio. En Paraguay, el camino recién empieza y contamos con un movimiento emergente en la producción de audiovisuales de temática científica que nos permitirá estar presentes con propuestas de contenidos propios en diferentes festivales”.
En la difusión del cine científico, la herramienta audiovisual tiene mayor alcance en la comunicación de la ciencia de la que poseen otros canales o prácticas vinculadas al conocimiento. En este proceso, es importante la apertura hacia un público que no suele ser el destinatario de este tipo de contenido a partir de la producción. “Cuando comencé a trabajar había una división entre el trabajo de los investigadores y quienes hacíamos las imágenes, lo que le hizo mucho mal a la comunicación de las ciencias. Ahora son los científicos quienes participan en la creación de los relatos, el guión, la elección de las imágenes, la edición. Ya no son analfabetos audiovisuales, saben el poder de la comunicación y cuáles son las reglas de construcción de los relatos y su participación en las nuevas producciones de estos contenidos es esencial”, dice Cristian Jure.
Para el crecimiento y desarrollo de estas prácticas audiovisuales que combinan la comunicación y el conocimiento desde una perspectiva novedosa, la presencia del Estado a través de políticas públicas que las sustenten resulta fundamental. Para Martinessi Benza, “ese crecimiento en las producciones debe venir acompañado de una inversión real en la investigación y el desarrollo de áreas que en nuestra región no la han tenido históricamente. Los festivales son, en algún sentido, consecuencia de esa mirada más fuerte o comprometida hacia la investigación y el desarrollo de temáticas relacionadas con la ciencia y permiten, además de la visibilidad, la posibilidad del debate sobre la inserción de estos contenidos en la cotidianidad, que es una instancia que debería crearse en adelante”.
En los contenidos audiovisuales que formaron parte de la selección de filmes de la reciente edición de Cinecien se pudo advertir que el cine científico actual se enriquece con la inclusión de miradas y aspectos no contemplados antes para poder interpelar con otras voces a la autoridad científica y acercarse a públicos más amplios. Néstor Perlaza señala que existen filmes “que apelan al humor, a la animación convencional y en 3D, a otros canales expresivos que no se asocian de primera mano con las ciencias, que comunican de forma lúdica, son pedagógicas y didácticas y, a la vez, tienen capacidad de competencia en el mercado de este tipo de cine”.
Un elemento común que aglutina a estos contenidos audiovisuales es el lugar de privilegio desde el que se piensa al espectador en el momento mismo de la producción, un espectador no científico “para quien se pone en juego el uso de todos los recursos de la herramienta audiovisual que están a nuestro alcance como realizadores. Es importante entender que quien está mirando no sabe lo que estoy diciendo y si quiero captar su interés tengo que incluirlo, comunicar a través de elementos que le lleguen”, dice Jure.
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El cine científico experimenta cambios que lo hacen más viable y cercano para otros públicos. “Lo que va a garantizarle larga vida a los espacios de cine científico es que las obras sean accesibles y toquen otra clase de fibras con recursos que tal vez no tengan que ver con las ciencias pero que sí son eficaces para comunicar. En estos espacios en formación, están latentes todas las posibilidades para enriquecer este cine y dotarlo de nuevas posibilidades”, concluye Martinessi Benza.