A partir de la creación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) como entidad comercial de América Latina, se registró un importante crecimiento de los lazos y se eliminaron las barreras productivas entre las naciones que lo integran. Pero, particularmente, se reforzó la relación entre Argentina y Brasil como mayores socios, gracias al acuerdo comercial y la estabilización macroeconómica que imperó a comienzos de la década pasada.
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Para analizar las ventajas comparativas y el impacto que tiene el intercambio intraindustrial entre estos países, un grupo de docentes y egresados del departamento de Ciencias Económicas encara una investigación que tiene como eje las actividades realizadas por las industrias automotriz y alimenticia.
El proyecto busca abrirse del mercado internacional tradicional de productos agroalimentarios para enfocar la industrialización y el fomento del sector productivo. El objetivo fundamental es determinar cómo se promueve el desarrollo industrial de nuestro país y de qué manera puede aplicarse a otras áreas de la economía.
Si bien, en la actualidad, la investigación se encuentra en una etapa de análisis y elaboración de datos, el objetivo final es armar una matriz estadística que ayude a determinar un modelo de medición económica de análisis de datos. De esta manera, se podrá concluir si el comercio creció respecto del desarrollo industrial interno.
Desarrollo interno
La importancia del comercio de productos del mismo sector radica en su relación directa con el crecimiento industrial. Por eso, el proyecto se enfocó en Brasil, uno de los principales clientes de Argentina en el mercado automotriz, en especial el de autopartes, y el alimenticio, fundamentalmente, de golosinas.
Darío Pereyra, director del proyecto, señaló a Argentina Investiga que “la investigación puede aplicarse a diversos sectores de la economía porque el comercio intraindustrial se da en todos”. “Estos dos campos son los más representativos a nivel comercial y tienen mayor incidencia en el PBI en Argentina”, argumentó Pereyra. Por esta razón, se justifica “el concepto teórico de que el proyecto se puede poner en práctica en otras industrias, como, por ejemplo, la del mueble, el calzado, la indumentaria o los químicos”.
Por su parte, Ana Escobedo, integrante del equipo de la investigación, planteó que “la posibilidad de que se ingresen otros productos que amplíen la gama de bienes que la sociedad recibe a precios competitivos es una ventaja para Argentina”.
De acuerdo a los datos hasta ahora recabados, nuestro país podría abastecer una demanda internacional más amplia. Pero, al no tener bienes de capital que permitan la producción de mayores unidades y de mejor calidad, no se puede concretar. “En estos diez años, se avanzó porque se pasó a una capacidad instalada al máximo. Pero habría que buscar la oportunidad de sujetarse a inversiones que pudieran potenciar a las empresas”, consideró Escobedo.
Cambios sobre la marcha
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Al centrar el estudio en la última década, los variados cambios hacen que la investigación no sea tarea sencilla. “Tenemos que medir valores de la era del 1 a 1 y actuales”, justificó Pereyra y añadió que “la inflación influye en los costos de exportación. Por eso, hay que tener en cuenta la evolución del tipo de cambio y el precio internacional después de la crisis, para determinar cómo estamos hoy”.