Un grupo de profesores y estudiantes de la FCV de la UNL está llevando a cabo actividades de información, educación y diagnóstico, destinadas a prevenir las enfermedades parasitarias que afectan a la provincia de Entre Ríos. El objetivo es formar redes sociales, a través de la capacitación, que ayuden a reducir las tasas de zoonosis.
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El contagio de las personas se ocasiona por la ingesta de los huevos de los parásitos en aguas contaminadas, alimentos mal lavados o el propio contacto con el perro no desparasitado. Quienes padecen este mal desarrollan quistes en distintas partes del cuerpo que pueden comprometer el funcionamiento de órganos con diversos grados de gravedad.
El proyecto prevé trabajar con escuelas e instituciones de localidades de la provincia de Entre Ríos y con familias en zonas de marginación; proporcionando información relacionada con hábitos de higiene y estrategias a adoptar. A su vez, otro grupo se dedica a la formación de redes con médicos, veterinarios, bomberos y otros integrantes de la comunidad.
“La idea es ir sembrando algo que quede más allá del proyecto y nosotros nos comprometemos a hacer el contacto de apoyo. Ese es el objetivo, ya que no se puede esperar un cambio inmediato. Se trata de una tarea que lleva su tiempo”, explicó Viviana Orcellet, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Veterinarias.
Las actividades de extensión surgen en respuesta al problema detectado en anteriores trabajos de investigación. Por una parte se diagnosticó la echinococcosis en caninos, tanto en zonas periurbanas como rurales. “En áreas rurales de los departamentos Feliciano y Villaguay se muestrearon 16 establecimientos agropecuarios, de los cuales 8 resultaron positivos a echinococcosis canina. Para el caso de los caninos, respondieron a la dosificación 64, de los cuales 19 resultaron positivos”, sostiene un trabajo presentado por el equipo de trabajo de Orcellet en las últimas Jornadas Argentinas de Hidatidosis, llevadas a cabo en septiembre de 2007 por la Filial Argentina de la Asociación Internacional de Hidatidología.
También se relevaron los casos de ganado con quistes hidatídicos en un importante frigorífico del departamento Feliciano que recibe hacienda del centro-sur de la provincia de Corrientes y centro-norte de la provincia de Entre Ríos. Más del 10% de los animales allí faenados presentaron quistes de la enfermedad.
Ante este panorama, y considerando que la provincia de Entre Ríos no cuenta con un programa de control de hidatidosis, surgieron actividades que apuntan tanto a definir la situación como a apostar a la educación para lograr una mejor prevención.
En el marco del actual proyecto, “en Villaguay se trabaja en una escuelita rural que es muy problemática, donde hay casos de chicos operados de hidatidosis. Allí mismo se trabajará con el colegio de médicos veterinarios, con toda el área del hospital (médicos y agentes sanitarios), con la Municipalidad y con una escuela agrotécnica. En Rosario del Tala también hay otra escuela en similares condiciones”, detalló Orcellet.
Ciclo de vida de la hidatidosis
“El ciclo comienza cuando un hombre que faenó una oveja, por ejemplo, le tira las vísceras crudas al perro. Si el ganado tiene quistes hidatídicos en sus visceras, éstos pasan al perro”, explicó Orcellet
El perro, a los 45 días de haber ingerido los quistes, comienza a evacuar huevos de Echinococcus granulosus en su materia fecal. Para dimensionar cómo se propaga, basta saber que un único Echinococcus granulosus puede tener en promedio 800 huevos. Estos diminutos huevos caen en el agua, en huertas y en los patios. Cualquier animal, ya sea oveja, cabra, cerdo, vaca, caballo o incluso el hombre que ingiera agua o alimentos contaminados con estos huevos, desarrolla el quiste hidatídico.
“Este quiste puede ubicarse en cualquier órgano porque ingresa a la circulación. Los lugares principales son: en vaca, el pulmón; en cerdo, el hígado, y en el hombre se han encontrado en el sistema nervioso, tejido óseo, músculos y riñón, entre otros”, contó la investigadora.
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El tamaño que pueda desarrollar el quiste depende del espacio disponible, por eso los quistes abdominales son los más graves y “llegaron a desarrollar el tamaño de una pelota de rugby”. A su vez, en cada quiste hay millones de protoescólises. Si el quiste se rompe, estos protoescolises se dispersan y pueden generar un nuevo quiste.